Bien temprano en los años 70, una gran noticia fue que a la conocida Radio Guamá se le sumaría una nueva emisora: Radio Pinar Musical. El nombre no era muy transparente, pero uno se imaginaba que sería música durante todo el día, sin noticias, entrevistas o transmisiones deportivas. Después, mi mamá me aclaró que estaría dedicada a la música instrumental, más o menos como la Radio Enciclopedia de La Habana, pero este no era muy buen referente para mí, pues la conocida emisora no estaba en el dial del radio marca Agrícola que teníamos en la casa y, por lo que le oía decir a la gente, lo que allí ponían eran sinfonías o música no muy conocida.
Como todo niño soñador, me puse a imaginar qué tipo de instrumentales íbamos a oír en RPM y si habría tantos como para no repetirlos en la misma semana -sí, porque cuando José Valladares y Los Reyes se presentaron por primera vez en el programa de TV “En Vivo”, repitieron Ni la casa ni yo, El Huésped y otros números tres veces durante la semana que estuvieron invitados ¿Pondrían versiones instrumentales de los números de los Van Van que tanto me gustaban?
Llegó el esperado momento y comencé a familiarizarme con las orquestas de Paul Muriat, Ray Coniff, Mantovani, Michel Legrand, James Last, Herb Alpert and the Tijuana Brass…de vez en cuando se colaban varios temas de Barry White, especialmente en los que no hacía uso de su melodiosa voz de barítono, y, por supuesto, las legendarias composiciones de John Williams y del recientemente fallecido Ennio Morricone. Entonces me di cuenta de que, a diferencia de lo que alguna vez oí de radio Enciclopedia, RPM era una emisora que valía la pena sintonizar y donde uno podía disfrutar, entre otros, de la banda sonora de películas de aquellos tiempos.
No obstante, me atrevería a decir que por aquella época, la música instrumental era “cosa de viejos” hasta que Walter Murphy popularizó La quinta sinfonía de Beethoven en versión disco y que, de manera curiosa, puso a bailar a unos cuantos.
Desde entonces, los instrumentales no dejan de acompañarme en largas sesiones de estudio, trabajo, detrás del timón, o simplemente de relajación, ya sean versiones de canciones conocidas, temas escritos para la gran pantalla, o números de jazz. Y si en algún momento tuve dudas de cómo un instrumento podría suplir una singular voz, ahora mi curiosidad crece al escuchar -y por querer escuchar- arreglos de un tema cantado. Sin duda alguna, aunque lejos en el tiempo y en el espacio, los instrumentales de Radio Pinar Musical abrieron horizontes infinitos en mi pasión por la música.
James Last y su orquesta interpretan, sin interrupción, dos éxitos de mi adolescencia: Sing a song (Earth Wind and Fire) y Sunny (Boney M):
Barry White and the Unlimited Love Orchestra – Love´s theme….uno de nuestros favoritos:
Walter Murphy no solo popularizó La Quinta de Beethoven en versión disco. También hizo lo mismo con otros éxitos que solo se escucharon en RPM.
Sailing sigue siendo uno de mis temas preferidos de Christopher Cross… y la versión instrumental, sin dudas, entre mis favoritos de Kool and The Gang.
A principios de los 80, el nombre de David Foster para mí estaba únicamente asociado a la producción del álbum Chicago 16, a uno de los éxitos de Lionel Richie y a la versión canadiense de Los 46. Casi al finalizar esa década, escuchar su primer álbum de instrumentales fue el inicio de un interminable viaje de descubrimiento y asombro ante la carrera de este talentoso tecladista y productor.
De la misma manera que Walter Murphy hizo una versión disco de la famosa sinfonía de Beethoven, the Klazz Brothers nos interpretan El Danzón de la Trucha, un sabroso arreglo al Quinteto de piano en La mayor de Franz Schubert.
Una de las mayores muestras de virtuosismo es cuando se captan múltiples líneas melódicas en un solo instrumento. Tal es el caso de Ken Nishimura, aquí interpretando Treasure de Bruno Mars.
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