El 18 de mayo apareció publicada en algunos medios la información de que en Mayarí, Holguín, había sido reportado un evento epidemiológico asociado a la enfermedad de la rabia. En aquella ocasión, la Dirección Provinvial de Salud Pública en esa provincia, comunicó que todo comenzó luego de que el miembro de una familia decidiese llevar un gato a su casa. El animal enfermó y, cuando intentaban curarlo, arañó a una persona y mordió a otra. Como resultado de lo anterior fallecieron dos personas y una presentó síntomas y fue ingresada (luego murió).
La entidad de Salud Pública, a partir de entonces, tomó una serie de medidas entre las que se invluyeron el fortalecimiento del sistema de vigilancia de rabia con la participación de Salud y Medicina Veterinaria; la vigilancia activa en animales (perros, gatos, mangostas y otros) para detectar oportunamente síntomas de rabia animal; observación por 10 días de animales lesionadores con el ingreso de los lesionados para tratamiento; administración de tratamiento profiláctico antirrábico a las familias de primer orden y personal de salud expuesto.
El 30 de mayo, la Agencia Cubana de Noticias informaba que las autoridades sanitarias de Holguín extremaban las medidas: trascendió que se realiza un plan de vacunación destinado a cinco mil mascotas y, además de ello, se recogerían las mangostas (se dice que junto a los perros y los gatos son los principales transmisores) de la zona; ofrecerían charlas educativas a los pobladores del lugar; capacitación al personal de salud sobre esta enfermedad.
De acuerdo con el periódico Ahora, desde 1962 existe en Cuba un programa para el control de esta situación. En la oriental provincia, desde 1988 hasta el 2000, se reportaron seis casos: Banes y Cacocum (dos en cada municipio), uno en el territorio de Calixto García y otro en Frank País. Ese propio rotativo dio a conocer, además, que en los últimos veinte años no se había diagnosticado rabia en humanos; aunque sí alrededor de 60 casos de focos de la rabia animal (perros, gatos, murciélagos, mangostas, bovinos).
La rabia es una enfermedad zoonótica viral, aguda e infecciosa. Ataca el sistema nervioso central y provoca encefalitis. De acuerdo con la OMS, causa más de 59 mil muertes al año (el 95% de los casos se detectan en Asia y África). Esta organización internacional explica que se transmite de los animales a las personas a través de mordidas, arañazos o saliva. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU, el periodo de encubación puede durar semanas o meses, dependiendo de varios factores. «Los primeros síntomas de la rabia pueden ser muy similares a los de la influenza o gripe, como debilidad o malestar general, fiebre o dolor de cabeza», indica esa entidad norteña.
«La rabia también puede provocar malestar o la sensación de punzadas o picazón en el sitio de la mordedura, y evolucionar en pocos días a síntomas agudos de disfunción cerebral, ansiedad, confusión y agitación. A medida que avanza la enfermedad, la persona puede presentar delirios, comportamiento anormal, alucinaciones, hidrofobia (temor al agua) e insomnio. El periodo agudo de la enfermedad termina normalmente después de 2 a 10 días. Una vez que aparecen los signos clínicos de la rabia, la enfermedad es casi siempre mortal y, por lo general, el tratamiento es de apoyo. Hasta la fecha, se han documentado menos de 20 casos de supervivencia de seres humanos a la rabia clínica y solo algunos de ellos no tenían ningún antecedente de profilaxis pre o posexposición», publica la web de los CDC.
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