En un momento en que las publicidades de Cuba estaban inundadas por mulatas con exuberantes curvas en sus cuerpos, Natalia Magali Méndez Ramírez, sorprendía por su tez blanca. De padre español y madre estadounidense, era rubia y delgada. Se decía que sus medidas eran ideales. Su carrera despegó en los años 50 del pasado siglo y su esbeltez fue apreciada en las pasarelas de París y las portadas de prestigiosas revistas como Elle.
«Norka» es considerada por muchos críticos como la mejor modelo cubana de todos los tiempos. Llegó a ser contratada por Dior, la casa de alta costura, y, a la vez, su nombre figuró en la lista de reinas, damas y modelos de los concursos de belleza que animaban los carnavales cubanos.
Posteriormente se convertiría en musa, luego en amante y, finalmente, se casaría con el mejor fotógrafo de moda en Cuba, Alberto Díaz Gutiérrez, Korda, quien sería también el autor de la imagen más conocida del Che y la más reproducida en el mundo. Se conocieron cuando la joven tenía solo 15 años y el flechazo ocurrió casi de inmediato, artística y sentimentalmente.
La relación fue intensa, pero tormentosa. Declaraciones de la propia Norka ilustraron la situación. Cierto día, cuando estaba en fecha cercana al parto de su segundo hijo, se trasladó hasta el estudio de su esposo, a pesar de las contracciones propias del período de gestación tan avanzado que tenía. «Fui y llamé a la puerta. Pensé que estaba desarrollando una película. El estudio estaba cerrado; al usar una llave de repuesto para abrirla, fui recibida por una mujer desnuda, que huía, y un esposo muy sorprendido”, relató.
Al parecer, la misma lujuria que llevó a Korda a acercarse a la modelo, fue motivo de varias infidelidades. A pesar de que era difícil divorciarse del fotógrafo más famoso de Cuba, pues podría quedarse sin trabajo, no vaciló y, con 24 años y dos niños pequeños, salió de Cuba hacia Francia, pasando por Alemania. No demoró mucho en encontrar empleo con un diseñador danés.
Años más tarde regresó a Cuba. Décadas después de sus momentos de esplendor en las pasarelas, siguió siendo todo glamour. Concedió entrevistas a diversos medios donde no dudó en contar su historia, llena de avatares, luces y sombras.
Las fotografías de moda hechas por Korda, donde aparece su musa, fueron restauradas y expuestas en una serie que demuestra lo vanguardista de su arte. Además del erotismo, esas fotos publicitarias rompieron esquemas: la puesta en escena tuvo lugar fuera de los estudios; los espacios eran poco comunes y en las instantáneas se apreciaba gran dominio de la luz natural.
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