A Marlon Pijuán lo conoció la mayoría cuando aún era un pequeño aspirante a artista dentro de la compañía de teatro infantil La Colmenita. Desde entonces, este muchacho oriundo de La Habana ha acumulado un currículum bastante amplio, que incluye trabajos en cine, televisión y también sobre las tablas, además de desempeñarse como intérprete y presentador en varios programas de gran audiencia.
Entre todos sus roles, definitivamente es el de Isidoro, personaje de Vivir del Cuento, el que le ha colocado desde hace unos años en el centro de atención, no solo por su comicidad en pantalla, sino también por el discurso particular que aporta el joven al show.
Desde Cubalite contactamos con Marlon a través de las redes sociales y conversamos un buen rato sobre los momentos fundamentales de su carrera corta, pero notable, tomando como punto de partida al “hijo de Consuelo”.
“El aprendizaje en este tiempo ha sido enorme porque nunca antes había hecho humor, que es un género que respeto muchísimo. Yo nunca fui un gran consumidor de los shows humorísticos como tal, pero sí del humor de situaciones o sitcom, como se le conoce en todas partes.
“Fue un reto grande también, primero porque fui el último en llegar al elenco y luego porque, aunque al principio no era consciente, ahora sí sé el nivel de audiencia y el impacto que tiene Vivir del cuento, el programa más popular de la televisión cubana”.
Isidoro llegó después de que Marlon trabajó en el espectáculo La historia no contada de Bailando en Cuba 2, en donde se desempeñó como presentador junto al elenco de Vivir del Cuento. Ahí compartió con ellos durante 33 funciones y eventualmente, Ignacio Hernández, director del programa, le propuso hacer al sobrino de Ruperto, un personaje que se había mencionado, pero que aún no salía en pantalla.
Pijuán cuenta que, aunque en principio la única información que tenía del personaje era su parentesco con Ruperto y el hecho de ser homosexual, eventualmente fue creciendo con el tiempo, al punto de que si uno mira el primer episodio en que apareció, se nota la diferencia con respecto al de ahora, pues poco a poco ha ido ganando en identidad y profundidad hasta convertirse en un ser más completo.
Como parte de ese mismo proceso de enriquecimiento, apareció la ya conocida frase de “¡Perdón!”, cuya pegada en la gente ha sido algo increíble para el propio actor.
“A veces voy por la calle, escucho que alguien la dice y me pongo nervioso y a la vez contento por saber que viene de algo que creé yo”.
“Siento que aún Isidoro tiene que seguir creciendo y enriqueciéndose, siempre con la intención de representar a una parte de la sociedad que incluye a amigos míos, para así poner mi granito de arena en favor de la comunidad LGTBIQ+, pues, aunque no soy homosexual, defiendo la idea de que cada persona tiene el derecho a vivir su historia de amor sin que se le juzgue por razones de ese tipo”.
“Vivir del cuento es un programa lleno de mensajes que nosotros defendemos y, aunque a veces alguien no pueda llegar a captarlos todos, sí es parte de nuestra responsabilidad como artistas ese rol de transformación social, de crítica y reflexión. Cuando la gente capta lo que estamos diciendo o aprende algo a partir de ello, sea desde el personaje que sea, uno siente que ha logrado parte de su objetivo en la sociedad. En un final, Isidoro puede desaparecer, pero no lo que defienden él o Marlon”.
A pesar del momento que vive, entiende que su paso por La Colmenita ayudó enormemente a convertirlo en un artista y persona que cada día intenta saltar un obstáculo diferente y superarse durante el camino.
“Mi bichito por el arte nació ahí y también toda la versatilidad que pueda tener como intérprete la aprendí en ese sitio. Desde entonces no he cambiado demasiado; sí tengo ahora más conocimiento, estudios o experiencia, pero los recursos que obtuve en esa plataforma para desarrollar mis cualidades orgánicas y humanas me han permitido llegar hasta el lugar en donde estoy actualmente”.
Si actuar es una pasión bastante intensa, en los últimos años Marlon se descubrió como anfitrión en La Colmena TV y Bailando en Cuba, propuestas televisivas muy bien recibidas por el público nacional, las cuales le permitieron tener un mayor grado de exposición mediática.
“La Colmena TV llegó a mi vida en un punto en que no tenía pensado algo ni siquiera parecido. Yo soy un gran fanático de la televisión, medio que disfruto mucho como público, pero hasta entonces nunca había hecho algo así, y menos como presentador. Afortunadamente ya tenía el vínculo con la compañía, lo cual me hizo sentir en confianza, trabajar más cómodo y hacer algo que me terminó fascinando.
“Por suerte luego de una temporada Manolito Ortega me llamó para ser parte de Bailando en Cuba 2. Ahí, aunque igualmente me tocó el rol de anfitrión, hubo una ruta distinta en términos de dinámica, lenguaje, audiencia… En resumen, enfrentarme a eso fue otra prueba a la que me lancé con gusto y el resultado fue un momento fundamental en mi crecimiento como profesional.
“Fue una experiencia larga que se extendió incluso al teatro debido al éxito, y la verdad es que todos los que estuvimos ahí esperamos con ganas poder repetir eso”.
Si en la pantalla chica le fue bien, luego las tablas le darían la oportunidad de regresar a escena con Farándula, obra de Jazz Vilá que generó excelentes sensaciones en la escena capitalina durante tiempos recientes.
“Aunque había hecho teatro con La Colmenita y tenía algo de recorrido por la televisión, mi primer impacto con el mundo real fue con 13 años en la compañía Hubert de Blanck, en donde fui dirigido por la ya desaparecida maestra Berta Martínez. Allí se me me permitió hacer El Negrito del teatro bufo en la obra El tío Francisco y las Leandras, gracias a la cual pude aprender sobre los matices que había fuera de la burbuja en donde estuve hasta entonces.
“Años después llegué a Farándula, una obra muy rica y divertida que me permitió cumplir el sueño de regresar a ese medio. A través de Camila Arteche y Carlos Solar, quienes habían estado en la obra, me puse en contacto con Jazz Vilá y le conté de mis ganas de hacer teatro nuevamente. Él me aceptó y así tuve la suerte de formar parte del elenco en una puesta en escena que, luego de varias temporadas, ha seguido siendo popular y demandada por la gente.
“El teatro es algo mágico, pues tiene una ventaja sobre la televisión, que es la organicidad. Ahí se vive en el momento y eso es incomparable. Me fascina que cada día las funciones sean diferentes por los tiempos que marca el elenco, los sentimientos de uno mismo o las risas del público.
Marlon tiene muchos referentes en su profesión, entre los que no duda en mencionar a Denzel Washington, Will Smith, Viola Davis y Natalie Portman, además de James Corden y Andreu Buenafuente (Late motiv), a quienes admira como presentadores de talk shows.
“Asimismo soy de ver muchos programas, sobre todo reality shows de todo tipo de calidades, siempre en busca de encontrar la variedad y formarme un gusto a partir de todo eso”.
Este joven apasionado de la música, quien originalmente fuera alumno de Maylán Ávila en el coro Solfa, confiesa que aún mantiene vivo el sentimiento por ese arte y, además, declara ser uno de los mayores fanáticos de La Casa de la Música y de cuanto concierto pueda asistir.
“A día de hoy, siento una deuda conmigo por no haber aprendido a tocar mejor algún instrumento, pues si bien soy capaz de “defenderme” en la percusión, me hubiera gustado a lo mejor conocer algo de solfeo y armonía. Sin embargo, en Vestuario o Maquillaje, la reciente serie online que hicimos con Jazz Vilá, me atreví, siempre desde el enorme respeto que siento por los músicos, a componer el tema de presentación de la serie junto a Efraín “Pacho” Chibás, de Van Van, y eso fue algo que me permitió volver a esa parte de mí.
“Me gustaría que en Cuba se hicieran más espectáculos musicales en donde, como actores, pudiéramos cantar, bailar o tocar instrumentos, retos que sin duda me encantaría poder asumir y disfrutar.
“Indiscutiblemente, si no fuera actor me hubiera dedicado a la música, porque aunque el baile también me encanta, soy demasiado “cangrejo” (risas) y no hubiera dado para mucho ahí.
“Si me hubiera tocado ser mecanógrafo o algo así, creo que mi vida y forma de ser tan activa hubieran tenido siempre ese matiz artístico, pues en el fondo eso viene conmigo y me alimenta todo el tiempo, sin importar lo que yo haga”.
Tal vez no se hable tanto de ello, pero Pijuán igualmente tuvo su debut en el cine a una edad temprana, cuando Jorge Luis Sánchez lo sumó en 2015 a la cinta histórica Cuba Libre. Ahí tuvo la oportunidad de interpretar al soldado estadounidense Freddy y de trabajar en el casting de actores con los niños que participaron en la película.
Después de acumular suficiente experiencia en cada medio, le cuesta decidir uno que prefiera por encima de otro.
“En todas las entrevistas a uno le preguntan qué prefiere o qué ve mejor entre todos los medios, pero en mi caso me quedo con que cada uno tiene su particularidad y lo disfruto, no importa si es televisión, teatro o la gran pantalla”.
Actualmente el encargado de darle vida al carismático Isidoro se centra en no pensar demasiado en el futuro a largo plazo.
Si pudiera elegir un personaje nuevo para interpretar, cuenta que le vendría perfecto cualquiera, siempre que signifique un reto grande.
“Estaría bueno hacer un músico, un pelotero o alguien que me haga cambiar mi rutina de vida: entrenar, estudiar, bajar de peso o engordar. Ciertamente, en Cuba eso se hace poco, pero la verdad es que me encantaría pasar por ese tipo de sacrificio, pues entiendo que, entre otras cosas, mi carrera necesita algo así ahora mismo”.
👉Si quieres recibir en tu WhatsApp los artículos que publicamos habitualmente sobre temas cubanos o la actualidad de personalidades dentro y fuera del país, únete a uno de nuestros grupos:
Grupo 1 (Pincha aquí para unirte)
Grupo 2 (Pincha aquí para unirte)
Grupo 3 (Pincha aquí para unirte)
0 Comentarios