En la noche del pasado jueves, en Deportivamente, popular programa de la emisora Radio Rebelde, el narrador deportivo agramontino Luis Florencio soltó en el éter una información que se expandió como pólvora en pocas horas por las redes sociales. Que un jugador como Leslie Anderson, con una sólida historia en el béisbol, pretenda regresar a Cuba e incorporarse a la Serie Nacional más inmediata con su antiguo equipo Camagüey, es el tipo de noticias que las tiene todas consigo para reproducirse y más en un país que reclama a sus ídolos.
Lejos de ser un rumor como se manifestó en algunos espacios, es verídico que el otrora integrante de la selección nacional cubana está en proceso de repatriación, según confirmó una fuente a Cuba Lite, lo que sería una paso gigantesco en su objetivo de regresar a la Serie Nacional, pues esa es una de las condiciones que ponen los directivos del deporte en la Isla para que un jugador que residió en el exterior pueda incorporarse luego al torneo doméstico.
Pero, ¿podrá realmente Anderson estar con Camagüey en la temporada 59? Hasta ahora el veterano inicialista y jardinero, quien en 19 días cumplirá 37 años, va dando los pasos correctos. Ha manifestado su intención a autoridades beisboleras de la provincia y, al decir de la fuente consultada por Cuba Lite, en estos momentos se encuentra en Estados Unidos, seguramente para continuar trámites que viabilicen el proceso.
Un entramado legal como el que enfrenta por estos días el pelotero con experiencia en los dos primeros Clásicos Mundiales, como muchos saben o se imaginan, no es un asunto de coser y cantar, sobre todo en Cuba donde, como dijera una agrupación de rap, el pasatiempo nacional no es la pelota, es el peloteo. Por esa burocracia, un listado no corto de jugadores cubanos ha demorado más de un año esperando que sus papeles estén en regla para después reinsertarse a nuestro béisbol.
Con eso dejo una cosa clara y es que, muy tranquilamente, puede ocurrir que Leslie esté sentado en la sala de su casa, viendo cómo la Serie 59 empieza, sigue y acaba, y todavía el visto bueno que le permita a él volver a los Toros de la Llanura, después de una década, no llegue.
Por otra parte, otro de los requisitos que pone en la carta la Comisión Nacional en los casos de peloteros que retornan al país con el propósito de ser readmitido en el principal evento deportivo de Cuba, y que mucho se ha criticado, es la obligación a participar antes en la Serie Provincial.
En ese sentido, los dirigentes de la pelota bien podrían hacerse los de la vista gorda, tratándose de un jugador con la historia de Anderson que busca, al parecer, terminar su extensa carrera en Cuba. Solo falta comprobar si la petición del agramontino para estar en la Serie 59 no levanta ronchas en alguno de ellos, teniendo en cuenta que cuando él se marchó, con 27 años en 2009, formaba parte de la preselección nacional.
Conforme a esas agravantes, veo muy complicado que Leslie Anderson pueda jugar en la más cercana contienda bajo las órdenes de Miguel Borroto, quien ya lo dirigió. Eso sí, creo que el sueño del agramontino se podrá cumplir, aunque sea en otra contienda.
De eso ocurrir, sería el primer pelotero cubano que se reincorpora a la Serie Nacional, luego de pertenecer a una franquicia de Grandes Ligas, pues durante cuatro campañas, de 2010 a 2013, jugó mayormente en Triple A con los Durham Bulls, sucursal de los Rays de Tampa Bay. Si la pelota antillana ha recibido de vuelta a atletas que se desempeñaron en los principales circuitos de México, Venezuela, Nicaragua o Italia, sería un suceso inédito la inclusión de un jugador con el pasado profesional del zurdo Anderson, quien además transitó por Puerto Rico, Venezuela, Japón y México.
Fue en territorio azteca donde precisamente realizó sus últimos swines profesionales, con los Bravos de León de la Liga Mexicana en 2017. Allí presentó, en 21 partidos, línea ofensiva de 18 imparables en 76 veces al bate (average de .237), cinco dobles, cuatro impulsadas, con cinco boletos y once ponches.
Leslie completó tres campañas como regular en Triple A con Durham, equipo en el que alternó las posiciones de inicialista, jardinero derecho e izquierdo. Durante esas tres temporadas consiguió 41 jonrones, 73 biangulares, 195 impulsadas y 391 indiscutibles. Esos números equivalen a un promedio de 14 cuadrangulares por campaña, 24 dobletes, 65 carreras empujadas para el home plate y average ofensivo de 292 en mil 337 veces al bate. Nada mal, aunque no lo suficiente como para alcanzar otro contrato en las Menores luego de cuatro años en la organización de Tampa.
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