
En el implacable mundo de las Grandes Ligas, donde las decisiones de último minuto pueden determinar el futuro de una carrera, la historia de Andy Pagés se ha convertido en ejemplo de cómo la paciencia y el timing pueden marcar la diferencia entre el éxito y el anonimato. Hoy, el pelotero brilla como una de las figuras más prometedoras del béisbol de élite, pero estuvo a punto de tomar un camino completamente diferente.
Actualmente el pinareño es el bateador cubano que mejor forma deportiva muestra en Grandes Ligas. Sus números hablan por sí solos: un average de .275, porcentaje de embasado de .326 y slugging de .461, con 56 hits que incluyen seis dobles, un triple y 10 jonrones. Con 36 carreras impulsadas, 13 boletos y 43 ponches, el oriundo de Mantua se ha establecido como una pieza fundamental en el engranaje de los vigentes campeones de la Serie Mundial.
Dentro de su propio equipo, Pagés ocupa posiciones destacadas en prácticamente todas las categorías ofensivas importantes. Es el segundo que más jonrones conecta, igualado con el dominicano Teoscar Hernández y solo superado por el fenomenal Shohei Ohtani, quien lidera con 22 bambinazos. Además, es tercero en cantidad de imparables y cuarto en carreras impulsadas, estando a solo una propulsada del mismísimo nipón en ese apartado.
El talento de Pagés no ha pasado desapercibido para las autoridades del béisbol. Fue nombrado Jugador de la Semana de la Liga Nacional del 21 al 27 de abril, honor que compartió con el venezolano Eugenio Suárez, de Arizona Diamondbacks. Durante ese lapso memorable, el cubano bateó un impresionante .650, con cinco duelos consecutivos pegando extrabases, incluyendo tres cuadrangulares y seis carreras impulsadas.
Estos números no solo reflejan su capacidad individual, sino que también demuestran su consistencia y capacidad para rendir bajo presión, cualidades que lo han convertido en una pieza clave para los Dodgers en su objetico de defender el título de la Serie Mundial.
Sin embargo, la historia de Pagés en Los Ángeles pudo haber sido muy diferente. En 2020, el jardinero estuvo a punto de ser enviado a los Angels de Los Ángeles en una operación que podría haber cambiado radicalmente su trayectoria profesional. Los Dodgers planeaban adquirir a las estrellas Mookie Betts y David Price, procedentes de Boston, y necesitaban liberar presupuesto salarial para hacer viable la transacción.
Como parte de ese plan, la organización ideó un cambio que incluía al outfielder Joc Pederson, el lanzador Ross Stripling y el propio Pagés. Estos tres jugadores irían a los Angels, mientras que hacia Chavez Ravine se movería el jugador de cuadro venezolano Luis Rengifo y varios peloteros de Ligas Menores.
El 4 de febrero de 2020 había trascendido esta noticia, pero cinco días más tarde la operación seguía sin completarse. El retraso y la espera acabaron con la paciencia de Arturo Moreno, propietario de los Angels, quien decidió cancelar definitivamente el acuerdo. «Fue realmente extraño ver tu nombre en las noticias», confesó posteriormente el cubano sobre aquel acontecimiento que pudo cambiar su destino.
Esta situación recordaba peligrosamente al error cometido por los Dodgers en 2016, cuando enviaron al tunero Yordan Álvarez a los Astros a cambio del lanzador Josh Fields. El relevista no llegó a tener números estelares con los californianos y solo se mantuvo hasta 2018 en la organización, mientras que Álvarez se convirtió en una superestrella en Houston.
Probablemente, en la franquicia de la Liga Americana, Pagés hubiera llegado a las Mayores más rápido, pero también podría haberse estancado en un sistema menos competitivo. Según un análisis de la prestigiosa revista Sports Illustrated, en 2023 el sistema de granjas de los Angels se hallaba en el lugar 27 entre 30 equipos, y hace más de una década que no se colocaba entre los diez mejores.
Al continuar su carrera en un sistema que varios expertos sitúan entre los cinco mejores del país, Pagés ha podido pulir sus herramientas como pelotero bajo la tutela de entrenadores de élite y ha descosido la pelota en los niveles inferiores, condición que le valió su ascenso a la Gran Carpa el pasado año.
Andy firmó en 2017 con los Dodgers por un bono de 300 mil dólares, iniciando así un viaje que lo ha llevado desde las Menores hasta convertirse en una figura clave dentro de los Dodgers, años después de que Moreno decidiera cancelar aquel cambio, pues dicho suceso permitió que el talento cubano floreciera en el ambiente adecuado.
Con 10 jonrones en lo que va de temporada, el jardinero se encuentra a tres de igualar la cifra que consiguió en todo el curso pasado, lo que sugiere que sus mejores días aún están por venir. Su historia es testimonio de que la paciencia, el desarrollo adecuado y un poco de suerte pueden transformar a un prospecto prometedor en una estrella de las Grandes Ligas.
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