La poco conocida historia del hombre que salvó a Cuba y al mundo de una guerra nuclear

3 min


1
Vasili Arkhipov. Foto tomada de La Razón.

Entre los días 16 y 28 de octubre de 1962, Cuba, Estados Unidos y la Unión Soviética protagonizaron una situación que puso al mundo entero en tensión, casi tanto como la que hace poco se ha vivido con el conflicto entre Irán e Israel.

Por aquel entonces, el presidente John F. Kennedy recibió informaciones que pusieron en alerta a todo Washington. Un avión espía que había sobrevolado la Isla para tomar fotografías, trajo evidencias de la existencia en suelo antillano de misiles de mediano y largo alcance, tipo R-12 y R-14, así como de aviones bombarderos Il-28.

De inmediato, Kennedy reunió al Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional y, luego de escuchar todas las opciones posibles, incluido un ataque aéreo y posterior invasión militar a Cuba, terminó ordenando un bloqueo naval y exigió al premier soviético, Nikita Jrushchov, la retirada de los susodichos cohetes, instalados acá con la venia de Fidel Castro.

Desde Moscú pusieron en movimiento las tropas ancladas en el país caribeño y movilizaron la flota que tenían en los alrededores. Con ambas potencias en pie de guerra, el mundo entero empezó a rezar porque nadie lanzara un primer golpe que significara el principio del fin.

Afortunadamente para todos, luego de 13 días, eventualmente, Kennedy y Jruschov pactaron, sin tener en cuenta a Castro en momento alguno, la retirada del armamento nuclear soviético de la Mayor de las Antillas. Por la parte norteamericana, cedieron al sacar de Turquía una cantidad notable de equipamiento militar, y se especula que secretamente hicieron lo mismo con las armas que tenían en Italia.

Lo que muchos no saben es que durante esas dos semanas en que la Tierra estuvo a punto del colapso total, hubo un valiente oficial soviético que podemos considerar como uno de los principales responsables de evitar el holocausto nuclear.

Durante las jornadas en que tuvo lugar el mencionado bloqueo naval, entre las cálidas aguas del Caribe navegaban cuatro submarinos B-59 clase Foxtrot, de la URSS, cargados con torpedos nucleares. Uno de esos navíos, comandado por Valentin Grigórievich Savitsky, fue detectado por casi una docena de destructores de la Armada y el portaaviones USS Randolph.

Luego de ser identificado, el B-59 comenzó a ser hostigado por las fuerzas estadounidenses, quienes lanzaron cargas de profundidad de señalización para obligarlos a salir a la superficie y así neutralizarlos de forma no violenta.

Con la situación al límite, empeorada por la rotura del aire acondicionado y el consecuente aumento en la temperatura hacia el interior del sumergible, Savitsky convocó al capitán político, Iván Semyonovich Maslennikov, y a su segundo al mando y jefe de personal de la flotilla, Vasili Alexandrovich Arkhipov (o Arjípov), con el objetivo de decidir cómo contestarían ante tal amenaza.

En aquel entonces, el protocolo de las fuerzas navales soviéticas para detonar un arma nuclear, establecía que la orden debía ser aprobada por tres comandantes de la flota. Así, luego de una larga y airada discusión entre el trío de oficiales, Savistky y Maslennikov dieron el sí, mientras que Arkhipov se negó, decisión con la cual cortó de raíz una escalada de hostilidad que pudo haber tenido consecuencias terribles para todos los habitantes del planeta.

Tras aquellos sucesos, el bueno de Vasili no recibió crédito alguno, aunque continuó sirviendo a su nación durante varios años más. En 1975 fue ascendido a contralmirante y seis años después alcanzó el rango de vicealmirante. Finalmente, se retiró a mediados de los 80 y se fue a vivir a una localidad moscovita conocida como Zheleznodorozhny, actualmente parte de la ciudad de Balashikha.

Murió en 1998 como consecuencia de un cáncer de riñón que posiblemente haya venido gestándose desde julio del ’61. En aquel momento, cuando ejercía como comandante adjunto (oficial ejecutivo) del submarino K-19, en apoyo al capitán Nikolái Vladímirovich Zatéiev, recibió una dosis de radiación al exponerse al reactor sobrecalentado de la nave, en donde varios marineros se habían amotinado.

Su historia sirvió de inspiración parcial para filmes como Crimson Tide (Marea roja, 1995), en donde Denzel Washington interpreta a una suerte de versión estadounidense de Arkhipov durante una situación similar a la de la Crisis de Octubre; y también en la película K-19: The Widowmaker (2002), en donde Liam Neeson da vida a un oficial claramente basado en su persona.

👉Si quieres recibir en tu WhatsApp los artículos que publicamos habitualmente sobre temas cubanos o la actualidad de personalidades dentro y fuera del país, únete a nuestro grupo:
👉(Pincha aquí para unirte)

Anuncios
Anuncios
Anuncios

0 Comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

× ¡¡¡Contáctanos!!!