Jorge Goliat, el cubano que asegura curar con un machete: «Vienen y salen satisfechos»

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Jorge Goliat. Foto tomada de Cuballama.

Abelardo, a quien hemos decidido llamar así para proteger su privacidad, tenía varios problemas de salud, que incluían lo que él llama “estar trancado de pipi y caca”, además de cierta afección en la próstata que influía en que no se sintiera bien. Según nos contó, fue al médico varias veces, pero, al ver que la solución demoraba más de lo que él estaba dispuesto a esperar, decidió recurrir a un método menos ortodoxo.

Alguien le había hablado de Jorge Goliat, un hombre residente en el reparto Abel Santamaría, en el capitalino municipio de Boyeros, que podía curarlo en cuestión de minutos. El único tema complicado era que el susodicho usaba como herramienta de trabajo uno o varios machetes y cero anestesias. No obstante, Luis le tenía más miedo a no poder ir al baño con frecuencia y entonces decidió ir a verlo.

“Me dijeron que fuera desde la noche anterior, porque se hacían tremendas colas, y así hice: me fui con mi esposa y mi hija, y a la mañana siguiente estuvimos entre los primeros. Poco a poco fue llegando la gente y se llenó más de lo que imaginaba.

“Vi cómo las personas de la cola iban saliendo de sus problemas hasta que llegó el mío. Lo vi afilar el machete, meter las manos en agua caliente y ponerlas en la pared, mientras insistía a sus ayudantes que le mantuvieran el agua en una temperatura alta”, contó en exclusiva a Cubalite.

Cuando le tocó pasar, aún con cierta incertidumbre, Abelardo fue palpado y contestó varias preguntas de diferente índole ante este curandero, vestido completamente con ropas de color verde, bastante similares a la que usan los cirujanos y el resto del personal hospitalario. A continuación, fue pasado por un “somatón”, consistente en una vela y un papel, mediante el cual Goliat le dijo que tenía, además de problemas en la próstata, gastritis y un quiste benigno en la cabeza.

“Me pidió que me bajara los pantalones y el calzoncillo, y luego me dijo que me aguantara el miembro. Entonces, en el espacio entre los testículos y el ano metió el machete, sacó una cosa y se la enseñó a la gente que estaba ahí con nosotros. Después de terminar, me recomendó unos brebajes que él vendía ahí mismo y me mandó regresar la otra semana.

“Cuando volví, con los mismos papeles que él me había dado antes, me dio unos golpecitos en la cabeza y con una pinza me sacó algo esa zona, me vendó y me dio nuevamente los brebajes, además de pedirme que no me quitara las vendas hasta después de las doce de la noche”, relata Abelardo.

Luego de todo aquello, regresó a ver a su urólogo, quien lo examinó y le hizo algunas pruebas, tras lo cual le dijo que le veía la próstata como debería tenerla alguien de su edad. Igualmente, lo encontró sano en términos generales y le indicó que siguiera haciendo su vida normalmente.

Esta de Abelardo es una de tantas historias que cuentan muchos que, por disímiles razones, han visitado a Jorge Goliat. Lo que no queda demasiado claro es si realmente este hombre lo curó de verdad o simplemente practicó el enésimo de sus embustes, a la manera de aquel Clavelito que “sanaba” a la gente a través de la radio.

“Aquí vienen y salen satisfechos. Aquel que no se puede mover, se mueve, y aquel que no levanta un brazo, logra levantarlo. No dejo a nadie desamparado porque sé que la vida está dura”, declaró en una entrevista realizada en 2021.

Por si fuera poco, este pintoresco personaje tiene hasta su propia receta para evitar problemas con la mismísima Covid-19: “traten de usar una bolsita con alcanfor encima de ustedes. De vez en cuando la huelen y, aunque sea, tomen ron una vez a la semana y verán que dentro del alma de ustedes no va a entrar la pandemia”, se le ve decir a decenas de pacientes que esperan fuera de su establecimiento.

De acuerdo a diferentes testimonios y fuentes, los honorarios de Jorge son bastante bajos, pues cobra únicamente 50 pesos por la consulta, más 150 —o su equivalente en especie— por el equipamiento, o sea, el machete, las velas y el papel que usa para trabajar con las personas. Además de ello, vende bebidas herbáceas, cuyas botellas cuestan alrededor de 80 pesos.

Sus colaboradores han asegurado que la mayor parte del dinero que ganan es usada para pagar transporte, pues, además de en Abel Santamaría, es conocido que Jorge tiene consultas en San Miguel del Padrón, Cotorro y otros puntos de La Habana.

Aunque muchos salen de su casa feliz, llorando de alegría por haber resuelto alguna complicación, varios expertos indican que la función de Jorge Goliat tiene un efecto placebo, o sea, que sus curas dan aliento al paciente sin dañarlo, pero poco más. Por tal razón, los galenos aconsejan no depender de sus rituales y métodos para buscar soluciones definitivas, pues estas pueden ser halladas únicamente al ponerse a disposición de personal científico altamente calificado.

Asimismo, hay varios testimonios que hablan de gente que ha salido peor luego de pasar por las manos de Goliat, quien también ha prestado sus servicios lejos de la capital, específicamente en territorios situados sur de la provincia.

Si bien sus métodos y técnicas se sitúan peligrosamente en un área turbia y dudosa, hay quienes —obviamente, incluido él mismo— aseguran que varias veces ha sido inspeccionado por las autoridades sanitarias y de la ley, sin haberse encontrado jamás recurso alguno para acusarlo de algo ilegal y/o perjudicial.

El quid de esta cuestión debería radicar en el hecho de que una persona, sin conocimientos contrastados por entidades de salud, realiza procedimientos de este tipo, en ambientes poco preparados y con utensilios cuya asepsia no está del todo verificada. Pero a veces, la esperanza hace que una determinada cantidad de personas ponga en un segundo plano estas y otras condicionantes.

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