Gelliset Valdés: “Felipa, Beruco… mis personajes tienen nombres de gente real: son homenajes a mi pueblo”

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Gelliset Valdés. Foto tomada de su perfil en Instagram (@gellisetvaldes_actriz).

Hoy la podemos ver interpretando a Elda, la esposa del Chispa, a quien espera con la escoba en la mano en el programa A otro con ese cuento. Hace más de diez años era Tonita, la chismosa del barrio; Felipa, con sus ojos tapados; y Beruco, con su voz ronca y varios negocios en Deja que yo te cuente.

Lo cierto es que la historia de Gelliset Valdés y la manera en que se convirtió en lo que es, bien pudiera servir como ejemplo de superación. A inicios de los 2000, una joven de 17 años, recién llegada a La Habana, paseaba por 23 y M. Había cola para entrar como público a un programa humorístico dirigido Julio Pulido y se quedó para ver la magia de la televisión. Años después, empezó a formar parte de ese programa. Allí escribía, sugería, actuaba.

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“No tuve una infancia ligada al arte. No vengo de una familia de artistas, soy de un pueblito bien chiquitico, en un campito de Pinar del Río. Se llama Buena Vista y pertenece al municipio San Luis. Lo más cerca que estuve de algo artístico fue cuando le dije a mi mamá que me pusiera en un grupo que había de clases de gimnasia. Ella tenía tremendo interés en que me desarrollara. Me llevó varias veces, pero se nos hacía muy difícil llegar por el tema del transporte y tuve que dejarlo. El resto fue soñar, cantar en el patio de mi casa, coleccionar recortes de periódicos, hacer piruetas, pararme de manos, jugar a vestirme y hablar como otras personas. Ahora me doy cuenta de que yo estaba tratando de interpretar”.

Luego arribó a La Habana y llegó ese amor a primera vista con la televisión. “Me daba mucha curiosidad y al entrar me quedé impresionada con aquello que nunca soñé ver. Allí conocí a varias personas que me hablaron de un grupo de teatro en la Casa de la Cultura de Calzada y 8. Fui a ver a la profesora Ana María Paredes y matriculé en el Grupo Avellaneda. Comencé a asistir varias noches en la semana a las clases de teatro”.

Pese a ello, no tenía claro a qué quería dedicarse. Todo era muy confuso. Le gustaba bailar, pero le daba pena hablar en público. Sentía inclinación por las ciencias y los idiomas. “Nunca supe qué quería hacer, pasé la secundaria y el pre sin saber… hasta un día”.

Este momento decisivo ocurrió encima de un escenario, en uno de los ensayos de la obra de teatro que presentaba. “Estaba interpretando un personaje que se llamaba La Caperucita Amarilla, una versión libre y bien cubana del clásico. Yo era la principal y, parada en el centro, miré hacia abajo y percibí una sensación maravillosa: fue un frío en el estómago, algo que por primera vez sentí y me hizo darme cuenta de que eso era justamente lo que yo quería hacer el resto de mi vida”.

Luego de aquello siguió trabajando profesionalmente como actriz. Formaba parte de la agencia ACTUAR cuando “en el 2007 sacaron un curso de dos años, para graduarse de actuación en teatro y lo pasé. Gracias a esto, muchos actores empíricos que aún no habíamos tenido una formación profesional de escuela, la obtuvimos”.

Es inevitable identificarla como una actriz cómica. Su relación con el humor se dio “metiendo la cuchareta”.

 

“A ese género llegué porque conocía a Nelson Gudín -es el padre de mi hijo. Alrededor del 2000, él trabajaba en el programa de Julio Pulido como guionista y actor. Leía mucho los guiones que escribía y un día comencé a proponerle ideas, sugerirle detalles. Le fue gustando la cuchareta que yo metía y un día me dijo que me atreviera a escribir un guion, que veía en mí posibilidades. Me indicó cómo se hacía y me atreví. Escribí el primero, el segundo, el tercero… los demás fueron apareciendo poco a poco. Pasé un curso de dramaturgia en la escuela de capacitación de la televisión y me contrataron como guionista en ese espacio”.

Entonces “propuse crear a Yumisisleidys, la novia de El Primo, guajiro que siempre estaba metiendo la pata en Para no salir de casa. El director me dio la oportunidad y ese elenco grandísimo de actores me ayudó y me guio. Fue mi estreno en el humor y en la TV”.

Si ese fue creado y pensado por ella, los siguientes vinieron por la necesidad o las circunstancias. “En el caso de Beruco, en el programa Deja que yo te cuente, nos tocó a los actores interpretar roles del sexo opuesto y Tonita tuvo que hacer de hombre. Me pusieron un bigote y una gorrita. Estaba embarazada y recuerdo que la camisa ni me cerraba bien. Era como un sueño y no hablaban, pero fuera del set le puse voz a ese tipo ronco, guapo, que intentaba siempre ʿmeterle el pieʾ a los demás. A todos les gustó y dijeron que se podía quedar fijo. Luego le creamos una historia. Por otra parte, Felipa surgió porque en la Campiña, sección que yo escribía, debíamos buscarle una familia a Fernández. Felipa era su hermana y tenía la misma característica de él: ambos pedían que les mirasen a los ojos, pero estos no se les veían.

“Intento siempre ponerle nombres de personas reales que han vivido o viven en el pueblo donde yo nací. Es una manera de homenajear ese terruño mío, que adoro y extraño cada día y del que tengo los mejores recuerdos. Felipa, Beruco, Elda, incluso Pura, el último que creé, son inspirados en la gente de allá”.

Sobre cada uno resalta detalles. De Felipa cuenta que es con la que hace cabaret, incluso a dúo con Arturita (Yerlín Pérez), su amiga. “Es el más alegre que tengo, el más libre y extrovertido y me da más posibilidades para interactuar con el público”.

De Elda, dice: “¿cuántas mujeres no hay en su situación, sufriendo y luchando con un esposo con problemas de alcoholismo? En el mundo hay muchas así, que viven el día a día junto a alguien que no la considera, son víctimas de esos entornos y cambian su manera de ser.

“Para mis personajes trato de buscar un porqué, cómo surgen, qué necesidad tengo como actriz de idearlos y trato de vincularlos con la realidad que me rodea. Poner los pies sobre la tierra creo que es la mejor manera para que el público se identifique con ellos, pues se ven reflejados en los problemas y los conflictos y establecen una conexión”.

Durante la entrevista aporta un dato que, a primera vista, pudiera parecer insignificante, pero permite darnos cuenta de todo el pensamiento, el trabajo riguroso y el nivel de detalle que hay en cada una de sus actuaciones: “Elda y Beruco son hermanos, por eso tienen la voz parecida y un carácter fuerte”.

“Ahora estoy trabajando con Pura en A otro con ese cuento, una señora solterona, pero muy alegre. Tiene la esperanza de encontrar el amor. Siempre está al tanto de lo que pasa en el barrio, en las colas…”.

Sobre el reto que entraña la actuación, Gelliset resume: “es muy difícil intentar ser una persona que no eres y siempre hay mucha improvisación. Empiezas trazándoles una línea a cada rol y ellos van creciendo por el camino. La Felipa de los años 2008 y 2009 no tiene nada que ver con la de hoy, porque ha ido evolucionando como mismo he evolucionado yo como ser humano. Van creciendo mientras van rodando, como una bola de nieve”.

“Los voy sintiendo cuando me voy vistiendo”. Dice que, en ocasiones, fuera de escena, pero vestida de Beruco, se ha descubierto haciendo poses de este. “Cuando me voy poniendo la ropa incorporo su sicología. Esa transformación se va haciendo de manera inconsciente”.

Ante la pregunta de cuánto hay de la persona en cada caracterización, responde: “todos tienen mucho de mí y yo tengo de ellos, aunque intento esconderme detrás para poder decir y hacer, porque hay cosas que hacen que yo nunca haría. Creo que no soy capaz, como Gelliset, de hacer ni decir la mitad de las cosas que hacen. Hablan por mí, me dan valor y fuerza”.

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“Me gusta más actuar que escribir. Soy hiperactiva y sentarme a dedicarle horas a una idea me cuesta más trabajo, pero el proceso lo disfruto muchísimo”. Estuvo a cargo del libreto en cuatro episodios de El atracón, proyecto en el que también escribieron otros grandes del género en Cuba.

Sobre esto menciona el tema de la censura. “De pronto tienes un guion estructurado y dicen NO, no podemos hablar de esto, o este chiste no puede ir, y eso dificulta el proceso, aunque censura hay en todas partes”.

De las particularidades, apunta: “el escritor debe dar voz a muchas personas y adaptarse y adueñarse de la sicología de cada una. Debe estudiar el tema, pues hacer reír es bien difícil. No solo es colocar el chiste, también se trata de generar la situación graciosa”.

En cuanto al trabajo en tiempos de pandemia, destaca el hacer reír y “sacar una sonrisa al público en momentos tan feos. Tengo esa posibilidad y se la agradezco al universo cada día. Es un privilegio. A veces subo videos a las redes sociales, con escenas de mis personajes, y las reacciones son muy satisfactorias: algunos dicen que es lo mejor de su jornada, que les he arreglado el día, y entonces siento que estoy cumpliendo mi objetivo. Es lo más lindo que tiene lo que hago.

“Se me reconoce como humorista, pero no porque yo lo haya decidido así, sino porque la vida me ha llevado a eso. Me di a conocer en un espacio de ese tipo y a partir de entonces me etiquetaron, y eso está mal, porque te encasillan y es un problema de todos los actores que hacen humor. En algún momento de nuestras vidas estamos limitados a interpretar otros roles y eso no debería ser, porque los ejemplos sobran para demostrar que se pueden hacer humor y dramatizados con todo lo que llevan”. Menciona a Yerlín Pérez, Omar Franco y otros.

“Quiero enfocarme en eso último, es una necesidad que siento como actriz porque ya creo que llegó el momento de demostrar que puedo hacer otras cosas”. En su trayectoria, acumula algunas actuaciones ʿseriasʾ. “Una profesora en Fotos, también Laura en A solas, ambos teleplays dirigidos por Delso Aquino. Estoy en la pre filmación de otro, que se va a lanzar en el verano en el espacio Una calle mil caminos; se llamará Por ahí, y seré Malena, una mujer muy compleja que estoy disfrutando mucho hacer, pues no tiene nada que ver conmigo”. Allí también estará de la mano de Delso Aquino, su esposo. “Participé también en la más reciente temporada de Tras la huella, gracias a Loysis Inclán. Hice algo pequeño, pero lo defendí como si fuera protagónico”.

De eso último va la vida de Gelliset: de aferrarse a las oportunidades y salir a buscarlas. Ya ha demostrado, de sobra, que el humor es su medio. También ha hecho doblajes: en la serie animada de Yesapín García da voz a la maestra y a otros. A ocho años de su primer papel dramático, quiere más. Tiene fe en que el universo se lo concederá.

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