La lista de personajes célebres que pensaron en algún momento de sus vidas dedicarse al deporte cuenta con varios integrantes de peso. Ahí están los españoles Antonio Banderas y Julio Iglesias, quienes querían ser futbolistas de éxito durante su juventud, pero terminaron cambiando el balón por el mundo del espectáculo a causa de respectivas lesiones. También el estadounidense Kevin Costner soñó con ser pelotero en sus años mozos y aunque luego se dedicó a la actuación, sí dejó clara su pasión por este deporte al protagonizar al menos tres filmes que giran en torno al diamante (Field of Dreams, Bull Durham y For The Love of The Game).
Pero, ¿qué nos diría si le contáramos que varias veces corrió la leyenda de que, entre todas las figuras importantes de la historia mundial contemporánea, el mismísimo Fidel Castro estuvo —supuestamente— a punto de ser contratado por organizaciones de Grandes Ligas?
Todos conocen al menos un poco acerca de la gran afición juvenil del Comandante por la práctica atlética. En sus años de estudiante del Colegio de Belén destacó como un basquetbolista notable, de lo cual hay testimonio fotográfico suficiente como para confirmar sus aptitudes. No obstante, existe el mito de que contaba además con un poderoso brazo que llamó la atención de varios cazatalentos a finales de los pasados años 40 y principios de los 50.
Al borde de la primera mitad del siglo XX, Cuba era un sitio adonde venían asiduamente los scouts de las Mayores en busca de nuevas promesas del deporte de las bolas y los strikes. Aquí ya habían encontrado a jugadores de enorme calidad y eso les animaba a pensar que en cualquier momento podrían dar con la siguiente estrella de la pelota caribeña.
En Cuba radicaba, entre otros, el renombrado Joe Cambria, quien como representante de los Wahington Senators había conseguido firmar para el club capitalino algunas perlas como Conrado Marrero, Camilo Pascual y Julio “Jiquí” Moreno, entre otros.
Coincidentemente, en esa etapa, Fidel estudiaba en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, institución en donde, a la par de lo académico, existió desde siempre un activo e importante movimiento deportivo. Por ahí comienza a tejerse el relato de la veloz recta del espigado holguinero, quien de pronto se convirtió, presuntamente, en objeto de deseo de varias organizaciones de las Mayores.
Al respecto, el periodista David Truby escribió un texto en donde declaraba que el scout Horace Stoneham, de los New York Giants, estuvo tras la pista de un estelar lanzador de apellido Castro que formaba parte del equipo universitario por ese entonces. Sin embargo, poca o ninguna evidencia palpable había en esa pieza, que más que periodística parecía literatura de ficción.
Otro de los hechos que se citan para hablar de la posibilidad de que Fidel realmente haya despertado el interés de la MLB, es su enfrentamiento con el bateador Don Hoaks, atleta de calidad mediocre que militó en varias franquicias de la élite.
Pues bien, el tal Hoaks dio una entrevista en 1964 y declaró que mientras jugaba el torneo invernal cubano en la temporada 1950-51, un grupo de jóvenes opositores entró al terreno. Hoaks confesó que, en medio de la algarabía, uno de los muchachos —según él, el propio Castro— se subió a la lomita y le hizo algunos lanzamientos off the record. De cualquier manera, esta anécdota jamás tuvo sostén en la realidad probable y fue desacreditada por varios historiadores y seguidores serios del béisbol de la época.
Entre la lista de elucubraciones existentes, también se cuenta la que involucra a Alejandro “Alex” Pompez, dueño de los New York Cubans de las Ligas Negras. Según dice esta versión, Pompez, amplio conocedor del potencial beisbolero inherente a la Isla, redactó un scouting report con fecha del 7 de junio de 1950, en el que recomendaba el contrato de un joven derecho llamado Fidel Castro. Resulta que en ese tiempo los Cubans habían pasado a formar parte del sistema de granjas de los Giants, y Alex quería ganarse unos puntos con sus nuevos jefes. Sea como fuere, lo cierto es que no existen pruebas irrefutables de tal suceso, así que tampoco podemos hacerle demasiado caso.
En 2015, Lenny Flanks publicó en el Daily Kos un trabajo referido al tema. En ese artículo, publicó varias historias diferentes, entre las cuales se incluye una en la que Fidel tenía “mucho entusiasmo, pero no demasiado brazo”, y por tanto se le sugirió buscarse la vida “en otro negocio”.
También ahí Flanks dice que, en una práctica de bateo, Castro logró ponchar nada menos que a Hank Greenberg, futuro miembro del Salón de la Fama, y que tal logro le ganó una invitación a sendos tryouts con los Pirates, Senators y Yankees, en los cuales no logró pasar del primer corte.
Por último, el reporte refiere una tercera modalidad del relato, en la que el susodicho «prospecto» sí aceptó la propuesta de los Giants, la cual terminó por rechazar más adelante, alegando su deseo de finalizar sus estudios de Derecho y dedicarse posteriormente a la política.
La imaginación de la gente llegó tan lejos, que para los años 90, la empresa Topps creó hasta una tarjeta ficticia con la imagen de Fidel Castro, para ilustrar la portada de la revista EFQ. En la postal, fechada en 1953, el futuro líder revolucionario aparece con barba y vistiendo el uniforme del equipo de Washington, motivo por el cual queda desacreditada de inmediato, pues basta con mirar la fecha para saber que en ese momento Fidel no estaba para calzar spikes, ocupado como estaba en la planificación de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
En un texto de la National Public Radio de Estados Unidos, firmado en noviembre 30 de 2016, se desacreditan prácticamente todas las historias que rodean a Fidel y los Yankees. En ese artículo, se cita la investigación Playing America’s Game: Baseball, Latinos and the Color Line, del profesor Adrian Burgos Jr. de la Universidad de Illinois, quien deja claro que jamás hubo un tryout para los Mulos de Manhattan, pues ellos en esa época no tenían ningún scout en Cuba. Burgos dice que, en todo caso, pudieron haber sido Senators o Giants los que le probaran, pero tampoco ofrece demasiados datos sólidos al respecto.
Visto lo visto, hay que decir que todo lo que rodea a Fidel Castro y su posible vínculo como atleta con las Grandes Ligas del béisbol estadounidense son puras fantasías. Sí es cierto que el líder cubano fue siempre un gran seguidor y hasta practicante aficionado del deporte de las bolas y los strikes, pero de ahí a atreverse a colocarlo como posible ligamayorista, va un tramo bastante largo.
Nota:
En la redacción de este artículo fue vital el texto Fidel Castro and Baseball, escrito por Peter C. Bjarkman. Está disponible en inglés en la web de la Society for American Baseball Research (SABR).
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