El nombre de Miguel Giró no está entre los más mediáticos del béisbol cubano, pero sin lugar a dudas es uno que continúa inspirando respeto en los verdaderos conocedores de esta disciplina, sobre todo en el oriente de nuestro país.
Falleció al filo del mediodía del pasado domingo 22 de mayo, a los 84 años de edad, tras casi toda una vida dedicada al deporte de las bolas y los strikes.
Nació el 11 de febrero de 1938 en el pueblo de Cuatro Caminos, perteneciente al municipio santiaguero de Songo-La Maya, y doce años después, al mudarse junto a su familia hacia Santiago de Cuba, descubrió su pasión por el béisbol.
De acuerdo con datos del historiador Norton Lorenzzi Véliz, Giró se formó como jardinero y durante su etapa de atleta llegó a convertirse en un seguro defensor de la pradera central. En la categoría juvenil integró el elenco del Reparto Sueño y en el ‘59 disputó la primera categoría con el barrio Los Olmos.
Tras un paso que podríamos catalogar como breve por el deporte activo, se hizo militar y fue en ese período donde comenzó a cosechar sus primeros éxitos como entrenador. En 1962 pasó a ser director del equipo del Ejército Oriental y en el ‘64 empezó a desempeñarse como técnico de la novena del Minint en la cabecera provincial. Su triunfo con este último plantel en la lid municipal fue una de las razones que le merecieron el llamado para ocupar un puesto como coach de los Orientales en la IV Serie Nacional, torneo que tuvo lugar entre 1964 y 1965.
Pasó el resto de los años 60 como integrante fijo del cuerpo técnico en ese equipo hasta que en la siguiente década le llegó la oportunidad de probarse oficialmente como mánager en el principal campeonato cubano.
Según el archivo del estadístico Arnelio Álvarez de la Uz, Giró debutó como timonel de dicho conjunto en la edición número XI (1971-72) del torneo nacional y los llevó a cerrar en el octavo puesto de la tabla general, con marca de 24 victorias y 48 derrotas.
Para el curso siguiente estuvo al mando de Mineros, aunque sus resultados no fueron mejores, pues terminaron en el onceno puesto (32-45).
Su recorrido más largo lo hizo con Holguín, elenco al cual comandó durante su primera participación en el clásico cubano, después de la División Político-Administrativa de 1976.
Al mando de los Cachorros estuvo seis temporadas en dos etapas. La primera parte cubrió cuatro campañas, desde la XVII (1977-78) hasta la XX (1980-81), mientras que la segunda fue desde 1983 hasta 1985, entre las Series XXIII y XXIV.
Durante ese tiempo al frente del elenco de la Ciudad de los Parques, la mejor ubicación que alcanzaron fue la octava en dos oportunidades: en la justa XIX (1979-80) y en la XXIII (1983-84).
Además de desempeñarse como mentor de los holguineros durante el tiempo referido, también estuvo con ellos durante muchas más temporadas como parte del colectivo de dirección de esos combinados. Cuenta Lorenzzi que Giró estuvo hasta en 20 Series Nacionales como entrenador principal o en roles secundarios.
Indican los números de Álvarez de la Uz que, en funciones de manager, a lo largo de ocho campañas en las que comandó a tres escuadras diferentes, su récord fue de 205 victorias y 289 derrotas, válidas para un promedio de .415.
Además de lo anterior, el santiaguero aportó su experiencia y conocimientos en varias oportunidades más allá de las fronteras domésticas. Estuvo en Italia gracias a un intercambio de colaboración en 1972 y seis años más tarde participó como asistente del equipo nacional que se proclamó campeón en el certamen del orbe de la categoría juvenil.
Hubo una época en que se volvió un asiduo en las llamadas formaciones Cuba B que asistían a varios torneos foráneos. En 1991 viajó a la Copa Intercontinental de Barcelona y luego, en 1993 y 1995, fue incluido como entrenador auxiliar de los conjuntos que asistieron a las Universiadas organizadas en las ciudades de Buffalo, Estados Unidos, y Fukuoka, Japón, respectivamente.
En 1997 estuvo presente también en el duelo amistoso entre peloteros cubanos y sus homólogos profesionales de México, mientras que a la altura de 2010 fungió como asesor técnico de los niños que acudieron al torneo planetario 11-12, con sede en Venezuela. Un año después se acogió al retiro.
Tras su fallecimiento, se decidió que su cuerpo sería cremado.
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