Esta cubana abandonó una prometedora carrera en su país y triunfó en telenovelas extranjeras

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Raquel Olmedo. Foto tomada de Spotify.

Siomara Anicia Orama Leal nació en Cuba en 1937 y se destacó como cantante de ópera, también sobre las tablas e incluso llegó a la televisión. Mientras, Raquel Olmedo surgió en México en la década del 60 y se convirtió en primera figura de telenovelas, publicó álbumes como solista y durante casi dos décadas mantuvo un espectáculo de corridos y rancheras. Ambas eran la misma persona.

“Yo, en la vida, jamás pensé ser actriz ni trabajar como tal. Estaba en el Conservatorio de Música de La Habana y estudiaba declamación, pero solo para tener soltura dentro de la ópera, que era mi mundo. Desde el punto de vista de escenario, era donde únicamente tenía yo interés”, confesó en una entrevista.

No obstante, uno de los directores de la ópera le comentó que en la sala Hubert de Blanck estaban buscando muchachas y así empezó en el teatro. Sin tener idea de qué era, llegó y le dieron su primer libreto. A los tres meses del debut, apareció en una serie de televisión y en muy poco tiempo acumuló una ascendente trayectoria artística en una Cuba cambiante, debido al fin de la época republicana.

Mientras actuaba en una obra de teatro en la capital, un afamado escritor mexicano que se encontraba de visita, quedó impactado por su desenvolvimiento y escribió en un diario de su país sobre ella, a quienes pronto quisieron conocer en ese territorio.

Llegó a dicha nación en el mismo 1959 y no volvió a regresar hasta poco más de cuatro décadas después, cuando viajó al archipiélago para vacacionar. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en tierra azteca y allí ha logrado varios hitos.

Trabajó en cine junto a Mario Moreno, Cantiflas. De la relación con este reconocido actor, contó en el programa de entrevistas de Maxine Woodside, que fue difícil, y más aún cuando actuaba en filmes dirigidos por él. Hubo un día en que dieron un paseo en helicóptero y ello casi les costó la vida. “Yo me senté y al lado debía sentarse Don Mario, que entró y haló la puerta, pero tenía dos manijas y solo puso una. Cuando subió el helicóptero, se abrió la puerta y quedamos prácticamente suspendidos en el aire. Yo me agarré de la parte frontal del helicóptero y Don Mario de mi cintura, hasta que el piloto pudo inclinarse hacia el otro lado y logramos acomodarnos”. Ambos compartieron escenas en la comedia Conserje en condominio (1974).

Durante 18 años fue actriz exclusiva del productor y director Ernesto Alonso, conocido como «El Señor Telenovela» y trabajaron en conjunto en obras como El maleficio (1983).

También ha incursionado en el teatro, desde obras musicales como El diluvio que viene, hasta otras que permanecieron más de dos años en cartelera, como El violinista en el tejado, o la célebre Entre mujeres, que se mantuvo ininterrumpidamente durante seis años, con 13 funciones a la semana y el mismo elenco (cinco actrices, entre ellas la cubana).

En el ámbito musical, Corridos y romances fue un espectáculo a dúo entre Ignacio López Tarso y ella, mediante el cual ambos estuvieron de gira durante 19 años por México, Europa y América del Sur. Ha grabado varios discos y ha escrito también libros de poesía.

“Cuando yo hago cine, teatro y televisión, estoy interpretando un papel que alguien escribió; cuando yo canto, elijo lo que me está tocando en serio. Cantando tengo un desfogue a nivel anímico, a nivel espiritual, a nivel de alegría o tristeza, que no tengo cuando actúo”, expresó en una ocasión.

La canción Mitad mujer, mitad gaviota ha sido catalogada por la propia Raquel como un «trancazo». Al momento de grabarla la rechazaban, pero a ella no le importó y no solo la cantó, sino que también le puso ese nombre al disco y dicho fonograma no paró de ganar premios.

Pese a su gran amor por la música, ha sido en la televisión donde su carrera ha alcanzado mayor relevancia. Estuvo en La sombra del otro (1963) y en La casa de las fieras (1967).

Los setenta fueron años prolíficos para su carrera. Participó en obras como La Cruz de Marisa Cruces (1971), la primera telenovela larga de la historia mexicana; Las gemelas (1972), Cartas sin destino (1973), Domenica Montero (1978). En las décadas siguientes continuó en pantalla con otras producciones que engrandecieron su leyenda de cara al público. Apareció por última vez en una telenovela en 2018.

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