De Norberto Collado interesan muchos hechos. Algunos podrían centrarse en 1943, cuando ayudó a hundir el único submarino nazi derrotado en todo el Caribe durante la Segunda Guerra Mundial; o en 1956, y la destreza que demostró al conducir el yate Granma desde México hacia Cuba, en medio de condiciones meteorológicas difíciles. Lo cierto es que detrás de este hombre hay mucho más.
Al parecer, desde su nacimiento en 1921, en la comundiad marítima del Surgidero de Batabanó, el destino de Norberto Abilio Collado Abreu estaba decidido. El hecho de nacer en un puerto pesquero y las precarias condiciones económicas, lo llevaron a vincularse a la pesca desde muy joven.
Cuando solo tenía 17 años y toda la adrenalina que caracteriza a un muchacho de esa edad, decidió que no pasaría el Servicio Militar Obligatorio. La única alternativa que encontró fue ingresar a la Marina de Guerra. A partir de aquí, algunos libros de historia solo se centrarían en la carrera naval de Norberto.
En un período marcado por el inicio de la Segunda Guerra Mundial, pasó su entrenamiento en la escuela de reclutas de la Marina, ubicada en El Mariel. Ahí comenzó a destacar y fue enviado a Estados Unidos para ampliar sus conocimientos y manejar las mejores técnicas y equipamientos.
Un reconocimiento auditivo de rutina lo señaló como poseedor de una cualidad esencial para la campaña antisubmarina. Norberto era capaz de escuchar el silbato para llamar a los perros. Para entender la magnitud de esta capacidad solo basta mencionar que este instrumento es conocido como silbato silencioso, debido a que para un humano común emite un sonido imperceptible.
A su regreso a Cuba, en 1943, convertido en todo un técnico experto de sonar, se incluye en la tripulación del Cazasubmarinos C-13, desde el cual hundió el submarino alemán U-176. Este hecho se produjo frente a Cayo Mégano, en la costa norte de Cuba. Debido a la proeza que realizó, fue condecorado por el Congreso de Estados Unidos y considerado veterano de la II Guerra Mundial.
Su actuación reviste una significación esencial, pues según se narra, el objetivo de la marina de guerra alemana era activar un plan para comenzar a operar en aguas del mar Caribe y, con ello, cortar las fuentes de abastecimientos hacia Estados Unidos. Varios buques mercantes fueron hundidos en este período por torpedos alemanes.
Posteriormente, estuvo al frente de la Policía Marítima del puerto de La Habana, cargo que recibió como premio a sus méritos, hasta el 10 de Marzo de 1952. En esta etapa se vinculó a la clandestinidad. Por sus acciones, relacionadas principalmente con la recogida de armas, fue acusado por el Servicio de Inteligencia Militar y condenado a seis años de prisión en la Isla de la Juventud. En esta estancia comienza su contacto con Fidel y el resto de los asaltantes del cuartel Moncada. Luego de la amnistía en 1955 se reúnen en México. Fue seleccionado como timonel del Yate Granma.
Una vez conducida la expedición, fue capturado junto a otros compañeros, acusado, juzgado y, una vez más, condenado al Presidio Modelo en la Isla de Pinos. En estos predios permaneció hasta el triunfo de la Revolución.
Luego de enero de 1959, como no podía ser de otra manera, el hombre que condujo el yate Granma se incorporó a la Marina de Guerra Revolucionaria, donde alcanzó el grado de Capitán de Navío. Quizás su labor más memorable la haya realizado luego. Desde fines de la década del 70 e incios del 80, hasta su fallecimiento en 2008, se mantuvo a cargo del cuidado y la conservación del Yate Granma que se halla en el Museo de la Revolución.
Poco antes de morir, su hijo adoptivo recuerda que estuvieron trabajando en una réplica de cartón donde, lamentó el capitán del navío, “la proa era más alta”.
Buen trabajo vale la pena aclarar que Norberto Collado también fue tripulante de un Buque Destroyers Escolta para que conjuntamente con otros buques, limpiaran las costas de Guadalcanal de posibles submarinos enemigos. Posteriormente lo enviaron de regreso a Cuba como especialista de esta materia. Recibió la Medalla del Congreso de Estados Unidos de Norteamérica, la más alta distinción que otorga ese país por meritos relevantes. Además se le entrego a cada uno de los tripulantes de casasubmarino 13 (CS 13) una carta de reconocimiento, enviada directamente de la Casa Blanca por el presidente de los E.E.U.U, entonces Harry Truman, con firmas y cuño personales. Saludos