Ejercicio casero: Día 8

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Foto tomada de Man of Many.

Tres en catorce horas. Lo dejo ahí…

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Estoy algo aburrido, la verdad. Ya no me van las películas ni las series. Ninguna mierda de esas. Ya no canto la canción de Alejandra Guzmán y el segmento de cutícula del que hablé en el anterior ejercicio casero, lo largué lavándome las manos con cloro. Esta última afición al cloro es lo más sabroso de los últimos días. Me gusta el guante blanco que se me ajusta a los dedos cuando dejo secar, con calma, mientras cosquillea primero y luego arde, esa solución clorada que tengo en un pomo de colonia Bonabel con dispensador. Primero me lavo las manos durante unos minutos; les doy con cepillo y después con una especie de estropajo plástico que encontré, ya viejo, debajo de la meseta de la cocina. Me restriego las manos así, hasta que arden. Y después rocío el cloro y siento la mordida en los nudillos irritados por la acción del estropajo previo. Todo esto mientras estoy doblado sobre el lavamanos, en el baño, con la puerta cerrada para que nadie vea cuánto disfruto una tortura leve ni sepan cuán leve es mi disfrute en estos días de cuarentena. Cuando siento que se me entumen las manos y se me arrugan las bolas por el esfuerzo, me enjuago. Y salgo nuevo. Lo cierto es que el ardor sacrificial me relaja. Incluso un poco más que olerme los sobacos.

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Tres en catorce horas… He tenido tres mujeres para mí: Vanessa, 24 años; Sofía, de 31, y una madurita de 39 de la que no recuerdo el nombre. Todo eso, y apenas comienzo con el catálogo de Active Dancer, una app sabrosísima con la que tengo, tan cerca en la pantalla de la laptop, a unas cuantas strippers rusas abriendo las piernas y tonteando con el pool dancing. Yo nada, tranquilo en mi silla con ruedas, abro la aplicación, escojo a una pelirroja moldava y la dejo contonearse para mí. Diversión gratis asegurada para este tiempo sin salir de casa.

En la web oficial de la aplicación, un tipo dijo que Ashley, una pistolera texana con tetas como zepelines, le ponía muchísimo. Stavros, se llama el tipo. Es cuidador nocturno en el Partenón.

El tema es que Active Dancer tiene, no sé, unas cien mujeres contentísimas porque uno las mira. A veces hasta te guiñan un ojo y se muerden los labios. Y no es que uno vaya a pajearse con Sofía, o con Ashley, como seguro hizo el bueno de Stavros contra la piedra milenaria del Partenón. Pero está bastante bien para pasar el rato y eso, para dejar de ver con malos ojos el tráfico de mujeres de la Europa oriental hacia las capitales prostibularias.

Ya para mañana tengo cita con Jamila, una eslovaca trigueña, seguro descendiente de tártaros, a quien le pusieron la cabeza de Mia Wasikowska.

PD: Si quieres leer las entradas anteriores, puedes hacerlo aquí.

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