La historia de Denis sería un guion perfecto para una película al más viejo estilo hollywoodense. El típico prospecto que es dejado fuera de una selección por alguien incapaz de interpretar sus cualidades en el terreno de juego; luego, con muchos sacrificios recorre cientos de kilómetros en una noche turbulenta para llegar a la hora de cerrar las puertas definitivas al campo del equipo rival y logra integrar la nómina en el último minuto; más tarde, en el campeonato, se convierte en el mejor lanzador, derrota convincentemente a los que no lo quisieron, y se llena de gloria participando en el Juego de las Estrellas.
A grosso modo, esa es la historia de Denis Castillo, un joven avileño que ahora está próximo a cumplir los 25 años, vive en Italia y sueña con regresar al box del estadio Latinoamericano con la chamarreta azul para la venidera Serie Nacional.
Desde que tiene uso de razón, este muchacho nacido en el municipio Ciro Redondo está metido en un terreno de béisbol. Integrante del equipo Cuba en la categoría 9-10 años y miembro de las preselecciones nacionales en la de cadetes, juveniles y de menores de 23 años; en su primera incursión en el campeonato doméstico estuvo discutiendo hasta el último momento el novato del año con sus tres victorias e igual número de juegos salvados.
Debido a la buena forma deportiva en que se encontraba, no pudo encontrar las razones por las que quedó excluido del equipo de Ciego de Ávila para la serie número 57.
“A solo días de comenzar la Serie, para sorpresa mía, me dejan fuera del equipo de Ciego. Le pregunté a Roger Machado las razones, pero no tuvo una respuesta convincente, solo me dijo que me daría la carta de liberación por si quería irme para otra provincia”, declara a Cubalite.
Después de sentir que el mundo se abría bajo sus pies, de llorar abrazado a su madre durante largos minutos; a alguien se le ocurrió llamar a Víctor Mesa, por aquellos días recién nombrado director de Industriales.
“Hablo con Víctor y él me dice que fuera para la Habana, que si reunía los requisitos exigidos, él me dejaba dentro del equipo de Industriales».
Al otro día se daría a conocer oficialmente la nómina del equipo capitalino y la única opción de Denis era viajar en ese mismo instante para poder estar a primera hora de la mañana en las puertas del gran estadio del Cerro.
Exhausto por el viaje, y cargado por los entrenamiento de los últimos días en su Ciego natal, llegó a tiempo para la prueba.
“Me pidieron lanzar más de 88 millas por hora y dominar a los tres bateadores de una entrada. En esos días la máxima mía era de 86”.
A los bateadores los retiró lanzando rectas que detuvieron los aparatos de medición en las 89 millas por hora. Quizás fue su ángel de la guarda o alguno de los ustos dioses beisboleros que le tendió una mano, pero lo hizo, y se convirtió en uno de los abridores del equipo azul para la el torneo que se avecinaba.
Denis fue el mejor lanzador de la primera vuelta del campeonato con un promedio de limpias de 1.33 por cada nueve entradas de actuación, con 4 victorias sin derrotas. Además fue líder en lechadas propinadas, lanzando tres consecutivas. La última de ellas contra su antiguo equipo de Ciego de Ávila, permitiendo solo cinco imparables durante nueve entradas completas.
“El día antes del juego contra Ciego estuvimos los dos equipos juntos en el hotel y discutí un poco con Yander Guevara, el lanzador contrario. Él decía que iba a dar lechada y esas cosas, pero como yo era en ese momento el visitante, me retiré y me fui a dormir temprano. La última palabra la dijo el terreno. Yo estaba seguro que había entrenado bien y tenía buena preparación. Estaba confiado que me iban a salir bien las cosas ese día, tenía la mente muy positiva. El juego fue caminando y en el octavo mi velocidad había mermado mucho y me sentía débil. Víctor quiso sustituirme para no empañar el trabajo, pero le pedí la oportunidad de terminar y me dio el voto de confianza. Al final, el público después de haberme gritado tantas ofensas durante el partido, se levantó de sus asientos y me aplaudió».
Pero desgraciadamente la vida no es una película de Hollywood. Los finales felices no duran para siempre y para lograr el éxito hay que tener una batalla eterna contra los demonios del mundo.
Hace un año, en los entrenamientos previos a la Serie, Denis Castillo se levantó un día con dolores abdominales y vómitos y lo tuvieron que operar de urgencia por una apendicitis, perdiendo así la posibilidad de participar en la campaña pasada bajo el mando de Rey Vicente Anglada.
Ahora, invitado a Italia por su esposa, y completamente recuperado, se mantiene entrenando con un equipo de Milano, haciendo también funciones de entrenador.
“Mi anhelo es estar presente en la próxima Serie Nacional. Espero que no exista ningún problema por haber venido acá a Italia. Quiero hacer mi carrera en Cuba y poder dar mi aporte al béisbol”.
El joven atleta, siempre ha sabido crecerse ante las dificultades y se mantiene optimista:
“Si me llaman estaré listo para agosto. Pienso retornar a mi país lo más pronto posible”.
Que historia tan mal contada, Dinis Castillo, un «Prospecto» que se pasaba la vida en el Ditu tomando Cerveza, no entrenaba, y además no pasa las 85 millas sin tener control tan si quiera, y además no hizo equipo en Ciego por falta de respeto con los entrenadores. Cierto es que cointra ciego en su etapa en Industriales le jugó relatibamente regular pe3ro hasta ahí. Si no preguntenle a cualquiera de Florencia en la serie provincial, los home run se los avisaban desde el circulo de espera. Mi criterio, No apto para ser un tigre.