De la risa al asombro: La historia de cuando nadie creyó en el sueño hollywoodense de Ana de Armas

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Ana de Armas durante su paso por El Internado. Foto: Atresmedia.

Hay momentos en la vida que marcan un antes y un después, decisiones que parecen descabelladas pero que terminan siendo visionarias: en 2009, Ana de Armas, entonces una joven actriz hispanocubana, entró al despacho de los guionistas de El Internado para anunciar que abandonaría la exitosa serie de Antena 3 para perseguir un sueño que a muchos les pareció utópico: conquistar Hollywood.

Laura Belloso, la guionista principal de la serie en aquel momento, recuerda con una mezcla de nostalgia y asombro aquella conversación en un texto que publicó recientemente el diario El independiente. El equipo se encontraba en plena preparación de la sexta y penúltima temporada de la serie, un thriller sobre misterios escolares que había cautivado a la audiencia española y también internacional. En medio de guiones ajustados y rodajes contra reloj, la noticia cayó como una bomba.

«La gente estaba encantada con ella. Era una chica lista y una actriz que nos encantaba», rememora Belloso, quien confiesa que la declaración de Ana sobre marcharse a Hollywood provocó sonrisas entre el equipo. «Nos hizo gracia lo de ‘Me voy a Hollywood'», admite la guionista, en lo que hoy suena como una premonición invertida.

De Armas, consciente del impacto que había tenido su personaje de Carolina en la audiencia, no quería irse sin más. Con la madurez profesional que ya la caracterizaba, pidió «una salida bonita» para su personaje, algo que hiciera «llorar» a los espectadores. El equipo de guionistas, que originalmente había planeado un final feliz para Carolina, como el resto de los personajes, tuvo que reescribir su destino.

La petición de Ana demostraba su compromiso con la serie y el gran respeto que sentía por sus seguidores, pero también una clara visión de su futuro profesional. En una época donde las producciones españolas se realizaban con márgenes estrechos y se «estiraba el chicle lo máximo posible», como describe Belloso, la decisión de De Armas parecía un salto al vacío.

Lo que entonces provocó sonrisas incrédulas, se ha convertido hoy en una historia inspiradora dentro de la industria del entretenimiento. Ana de Armas no solo llegó a Hollywood: arribó a su cima. Su trayectoria posterior ha incluido papeles protagónicos junto a estrellas de primera línea, nominaciones prestigiosas y el reconocimiento internacional que soñó aquella tarde en el despacho de El Internado.

La historia de esta cubana sirve como recordatorio de que los sueños, por improbables que parezcan, pueden hacerse realidad con determinación y talento. Su transición de estrella de la televisión española a figura internacional del cine demuestra que, a veces, las decisiones que provocan más escepticismo son precisamente las que marcan los mayores triunfos.

Hoy, aquella sonrisa incrédula de los productores se ha transformado en una anécdota que ilustra perfectamente cómo el talento, combinado con un objetivo claro y la valentía de perseguir los sueños, puede desafiar todas las expectativas. A veces, los sueños más «graciosos» son los que terminan cambiando vidas.

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