Nació en Jaruco, actual provincia de Mayabeque, y murió en Manhattan, Nueva York. Oribe Canales alcanzó fama mundial y en Estados Unidos tocó la cima. Si se busca su nombre en Google, aparece en imágenes acompañado de divas como Jennifer Lopez, Cindy Crawford, Penélope Cruz… la lista es larga y llega incluso hasta la realeza británica (Megan Markle). Este cubano hizo feliz a todas aquellas personas que pasaron por sus manos. Fue peluquero de profesión y llegó a ser bautizado como el estilista de las estrellas.
En la revista Hola, al momento de su fallecimiento en 2018, lo reconocieron como “una de las figuras más icónicas de los 90, al trabajar la personalidad y el cuerpo del cabello en la emblemática era del exceso”.
Oribe nació a fines de la década del 50 del pasado siglo y murió a los 62 años, víctima de cáncer. Cuando tenía menos de 30 ya su nombre sonaba entre la élite artística. De acuerdo con la revista Vogue, comenzó “su andadura en el mundo de la moda, entre otros, a través de la colaboración con el fotógrafo Steven Meisel y el maquillador François Nars, fundador de NARS Cosmetics”. Más adelante trabajaría como estilista en los desfiles de las grandes casas: Versace, Chanel, Louis Vuitton, Dolce & Gabbana.
Además, participó en sesiones de fotos con modelos para portadas de revistas, preparando a las artistas antes de salir al escenario, e incluso arregló los cabellos de varias celebridades en ocasiones especiales, como los días de sus enlaces matrimoniales.
Sus padres llegaron a Estados Unidos y le impregnaron a este el espíritu incansable del inmigrante y las enormes ganas de salir adelante. Casi al concluir la década de 1980, Canales abrió su primer salón en el Upper West Side de Nueva York, un pequeño espacio que más adelante creció, no solo en tamaño, sino también en popularidad. Luego inauguraría otro en La Quinta Avenida de Manhattan.
El cubano fue más allá y llegó a organizar eventos y talleres. Oribe Backstage reunía a más de 600 peluqueros en diferentes espacios, donde se hacían demostraciones, se promocionaban productos, nuevas maneras de trabajar y se exhibía todo el saber hacer de este genio.
Con el paso de los años, creó su propia línea exclusiva, Oribe Hair Care, en la que incluyó champú y acondicionador, crema para peinar que aporta brillo e hidratación, dry texturizing spray (tratamiento para dar volumen), laca termoprotectora y otros tantos para el cuidado capilar.
Para Vanitatis, el éxito del cubano radicaba en que su talento iba más allá de la peluquería. Se decía que en su salón, “hasta el último momento circulaban confidencias entre lavado, corte, tinte y secado”. Lograba “sacar lo mejor de quien se dejaba peinar. Escuchaba, miraba y a partir de ahí cada peinado, corte, tono de pelo y look suyo era como una nueva creación con sello propio”. Por todo lo anterior, quienes depositaban tal confianza en el estilista, pasaban de ser sus clientes a considerarse amigos.
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