“Hoy me siento estupendo. No sé por qué… Tal vez sea porque desde hace algunos días supe que inauguraron uno de esos parques de colores llenos de aparatos “biosaludables” y deslizables, con ruedas chulísimas para darles vueltas como bombos de lotería y divertirse, pensar en cosas lindas y en colores, también: morado y rosa, azul índigo, y así sacar de dentro esas ideas que a veces se le sientan a uno en el pecho: que la muerte es el final. O que las personas que mueren en las películas por causa de un beso envenenado suelen confundir el dolor de la muerte con el del amor. Y eso, de paso, también debe ser estupendo.
“Pero yo no tenía ropa deportiva, ni zapatos buenos para correr y hacer cuclillas sin que me dolieran las nalgas, la pelvis, y hasta el sudor. Entonces pensé que no me servía de nada tener un parque de colores tan cerca de la casa. Estuve triste de nuevo, y me vinieron esas malas ganas de siempre, de maltratar al tigre de peluche que mi mamá tiene en el sofá de la sala, y que le falta una oreja y tiene la risa como de una hiena […]
“Edith es mi perra pequinesa, la que parió como cuatro cachorros hace un tiempo. Y Body, el que me tocaba, lo vendí. Con ese dinero me compré los zapatos para ir al parque ese de colores, porque no es justo que teniendo un parque así, tan lindo, uno no pueda ir. Por eso hoy me siento estupendo. Además, está eso que dijo la delegada anoche, que van a abrir una Casa de la Música para la gente del barrio. Lo malo es que yo no sé bailar. ¿Tú sabes? Ah, yo ni reggaetón. Me da pena… No, y eso también que dijo la delegada, que el pintor negro, ese que vive como dos cuadras más abajo, Córdoba, va a pintar un mural grandísimo en la pared al fondo del parque de colores. Y seguro va a quedar más lindo, ¿no? […]
“Ya lo tengo todo listo para cuando pueda ir al parque, pero no por estos días, porque estuve viendo las noticias, para ver si llovía, porque Malena [su madre], que es malísima, dice que como yo nunca salgo a la calle, si me mojo me descascaro y se me cae la piel toda y de la cara también y no sé si hasta los huesos… Tiene que hacer sol, bastante, para ir al parque. En el noticiero dijeron que iba a hacer sol, pero no sé… ¿Ya tu viste el mural, el que hizo el negro Córdoba? Dicen que está de lo más lindo, ¿no? Mi tío, Javi, el del carro ese [señala un auto de turismo], va a ir a tirarle fotos al parque para que yo lo vea, porque yo no salgo aunque hayan dicho que en estos días habrá sol. Porque va y se confunden, y el que tiene razón es el tiempo ese que tiene mi tío en el celular, y ahí dice que en Oklahoma está parcialmente nublado […]
“De todas formas ya tengo los zapatos. Y hoy, y estos días, me siento estupendo”.
(En este punto la conversación continúa, pero sin relación directa con el sistema de ideas anteriores. Por eso decidí interrumpir el texto justo aquí.)
Nota:
Daniel vive en el edificio frente a donde resido. A Daniel le diagnosticaron Asperger desde que era niño. Mal o bien, vive con ello. Esta conversación fue grabada deliberadamente, y al final le pregunté a Daniel si me autorizaba a usarla. Estuvo feliz por la idea de que escribiera sobre él. La transcripción, es decir, este texto, es cien por ciento fiel a la conversación grabada; los corchetes indican interrupciones en la secuencia de ideas o de la conversación.
Buenas tardes, entiendo qla persona diagnosticada con asperger es muy iteligente, conozco más de una y son cerebros, uno es ingeniero en computación, gana muy buen dinero, maneja y está integrado a la sociedad, por eso está conversación de ese muchacho me apena,q el podía tener ayuda psicológica para que se integre a la sociedad y no esté siempre en su casa, anhelando disfrutar fuera, pero cohibido a dar ese paso.
Ojalá y pueda superar eso
Hola. ¿Seguro que el muchacho tiene Asperger? El Síndrome de Asperger está en el extremo más funcional del espectro autista, es decir, son personas funcionales que se integran a la sociedad, aunque se tilden de «raritos». Este muchacho debe tener algún tipo de autismo más grave.