Para la 45ta. edición de la Serie Nacional de Béisbol, Granma parecía más o menos el mismo equipo de antes. A la altura de 2005, los del oriente tenían una escuadra de respeto en cuyas filas se notaba claramente una mezcla entre la experiencia de jugadores como Ciro Silvino Licea, Víctor Bejerano y Misael López, con el talento de jóvenes promesas como Alfredo Despaigne, Yoenis Céspedes y Yordanis Samón.
Sin embargo, al equipo que entonces era guiado por Marcos Fonseca, tampoco le venía mal un refuerzo en la lomita. A sabiendas de que su defensa no era un punto fuerte del plantel (de hecho, su promedio colectivo de .963 sería el peor de toda Cuba en la etapa clasificatoria de la serie), el mánager conocía que un brazo seguro era la mejor garantía para sumar victorias.
Entre los muchachos con más perspectivas de la provincia granmense, estaba Alberto Soto La O. El nacido el 18 de junio de 1988 en Cauto Cristo tenía un brazo derecho privilegiado, capaz de lanzar rectas por encima de las 90 millas por hora. Con esas condiciones, no importó demasiado el hecho de que sólo contara 16 años en las costillas para que lo incorporaran a la selección que esa temporada defendería los colores rojo y azul en la máxima categoría de la pelota cubana.
Durante su primera serie, Soto obtuvo 10 victorias para los suyos, quienes terminaron la etapa regular con récord de 51 sonrisas y 38 derrotas, válido para acceder a la postemporada como segundos de la zona Este. Ya en la segunda parte del campeonato, terminaron cayendo en semifinales por barrida (0-4) frente a Santiago de Cuba, pero lo cierto es que la decisión de sumar a Alberto al plantel resultó posiblemente una de las mejores noticias para los Alazanes a lo largo de esa competencia. En aquella ocasión fue elegido como Novato del Año.
A partir de ese momento, el granmense siguió cosechando éxitos individuales con su plantel, aunque a nivel colectivo no les fue tan bien como esperaban. En las cuatro temporadas siguientes, tanto Soto como sus compañeros debieron sufrir tiempos aciagos, en los cuales terminaron en los lugares 10 (2006-07), 12 (2007-08), 15 (2008-09) y 11 (2009-10).
Afortunadamente, en la serie número 50, todo volvió a salir bien para los rojiazules del Oriente, y con marca de 53 y 37 escoltaron a Ciego de Ávila rumbo a los playoff, instancia en donde primero superaron en siete juegos al elenco de Guantánamo, y después cedieron frente a los muchachos de la Piña en seis encuentros. De esta forma, lograron repetir el cuarto puesto en el cuadro final, tal y como habían hecho poco años antes.
El rendimiento de Soto durante el curso 2010-11 logró que al final de la temporada fuera convocado para la selección nacional que participó en el Copa Mundial de Béisbol. En el torneo, que tuvo como sede a Panamá, el Cuba terminó siendo subcampeón, al caer frente a los Países Bajos (entonces Holanda) con cerrado marcador de 2-1.
El trabajo del alazán con el equipo de las cuatro letras siguió semanas después, cuando también formó parte de la escuadra que viajó a Guadalajara para intervenir en el torneo beisbolero de los Juegos Panamericanos. En tierra tapatía, los de la Mayor de las Antillas cayeron nuevamente en el partido «bueno», y así Soto y sus colegas tuvieron que conformarse con el premio de consolación que fue la medalla de bronce.
La temporada que le siguió a aquel verano de fracasos fue bastante buena. Otra vez Alberto y los suyos llegaron a la postemporada, y otra vez repitieron un cuarto escaño con el que parecían estar encaprichados. Sin embargo, para la 2012-2013 todo se torcería para él.
El paso por la fase clasificatoria no fue bueno para Granma, que terminó en el noveno puesto con marca de 19 y 26. Por suerte, Alberto fue elegido como refuerzo santiaguero para la segunda etapa, aunque su continuidad se vería afectada poco después. Mientras jugaba su segundo partido como «fichaje» de las Avispas, un dolor inesperado le indicó que algo andaba mal. Tras un envío que terminó siendo conectado de hit por el mayabequense Dennis Laza, Soto supo que su hombro de lanzar estaba dañado.
La gravedad de la lesión fue tal que, justo cuando pensó que volvía a estar bien, a inicios de la próxima campaña, regresó la incomodidad, y sólo pudo trabajar 16 entradas y un tercio en la serie número 53.
Hasta 2015 no le volvimos a ver sobre un terreno en partido oficial, aunque esa vez tampoco su físico lo acompañó como en otra época. Aquella recta dura y sus engañosos rompimientos no eran los de antes, y eso se notó en la grama.
A pesar de los contratiempos, en el año 2016 Soto hizo el grado para integrar el combinado provincial una vez más. La parte curiosa fue que no entró en el staff de pitcheo, sino como jugador de cuadro (primera base) y bateador emergente. En 29 turnos al bate conectó solo cuatro hits, entre los que se incluyó un cuadrangular en solitario con el que remolcó la única anotación de su carrera.
Más allá de la parte sui géneris de su temporada, ese período 2016-17 fue para Alberto, probablemente, el más feliz en sus más de diez años como pelotero de las Series Nacionales. Esa vez estuvo ahí con Granma, cuando los Alazanes obtuvieron el primero de sus dos títulos consecutivos, un premio merecido para quien luchó contra sus lesiones con tal de seguir vistiendo la camiseta de su equipo del alma.
Por el momento, el paso de Alberto Soto por la élite de la pelota cubana puede resumirse de la siguiente forma: lanzó en 198 partidos, de los cuales salió por la puerta ancha en 55, en 62 terminó cabizbajo y salvó los muebles 17 veces para su causa. Trabajó para un promedio de carreras limpias de 4.69 y un WHIP de 1.51. Además, propinó 422 ponches y regaló 245 boletos de libre tránsito a lo largo de 2405 innings.
En su palmarés individual destaca el hecho de haber sido parte del Todos Estrellas defensivo de la campaña 2011-12, gracias a su efectividad los sus lances para poner out a los rivales desde el box.
En junio de 2017, comentó en una entrevista que su sueño era volver a lanzar en un campeonato nacional.
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