Alain se ha despojado de sus formas, manías y hábitos para entrar en la piel de personajes bien distintos como Erick (Enigma de un verano), Dairon (La cara oculta de la luna), Mandy (U.N.O), Cheo (L.C.B: La otra guerra) y otros tantos que faltan y los que están por venir.
Sin inspiración cercana, pues, “en realidad, en mi familia no existe nadie dedicado a ninguna rama del arte”, este actor nos confiesa que, desde pequeño, siempre le gustó mucho la música.
Siguiendo su pasión, a inicios de la década del 90 decidió estudiar esto último. “Después de terminar la secundaria, me presenté en la Escuela Nacional de Arte (ENA) para optar por la especialidad de percusión, pero en ese momento las plazas estaban cerradas. Me explicaron que lo único que había disponible era teatro, algo que también me llamaba la atención, aunque menos”.
Así, sin proponérselo, se presentó a las pruebas de aptitud y quedó seleccionado “entre los quince alumnos para ese curso, me eligieron de último”, precisa y se ríe, quizás por todo aquello del viejo refrán: los últimos serán los primeros.
A partir de entonces, la actuación lo sedujo. “Se convirtió en mi profesión”, dice alguien feliz de amar lo que hace. “Estudié los cuatro años de la ENA y, antes de terminar cuarto, comencé a trabajar en la televisión”.
“Mi primer rol llegó en la serie juvenil Enigma de un verano, con el personaje de Erick, ‘El colorao’, bajo la dirección de Roly Peña. Luego estuve en el programa juvenil A Moverse, como conductor, y después en la segunda parte de Enigma…, Coco Verde”, así resume Alain sus primeras apariciones, a inicios de la primera década de este siglo.
Estos dos audiovisuales tuvieron elencos conformados, mayoritariamente, por actores muy jóvenes. Todas las travesuras de estos adolescentes transcurrían durante las vacaciones escolares: descubrían el amor y algunas historias, acentuaban sus valores humanos y se los veía inmersos en el cuidado del medio ambiente. Sobre esta etapa, rememoró hace un tiempo en una entrevista para la agencia ACTUAR, a la cual pertenece desde que pasaba su servicio social: “rodábamos en la Ciénaga de Zapata y ese mundo en contacto directo con la naturaleza nos era ajeno, allí tuvimos que atravesar pantanos, internarnos en el monte…”
Las series Por deporte y por amor y Los tres Villalobos; las novelas Latidos compartidos y Entrega; los policiacos Tras la huella, Patrulla 444 y UNO y algunas obras de teatro (El grito, del grupo Pálpito, y Baseball, de Vital Teatro) son muestras de su talento. En cada una ha interpretado personajes muy diversos, pero si se le pide escoger los que más lo han marcado, Aranda lo tiene claro: “sin duda, el que más me marcó fue ‘El Colorao’, de Enigma de un verano y Coco verde. Todavía hoy me llaman así por la calle. Otros han sido Dairon, en La cara oculta de la luna, y Mandy en U.N.O”.
A este último lo menciona por el reto que representó: “En el momento de rodar aquel policiaco, me encontraba fuera de peso, con unas cuantas libritas de más, y para desarrollar el personaje tuve que bajar 30 kilos en tres meses. Por otro lado, me encantó la preparación para el papel: conocí el procedimiento real de la policía y hasta llegamos a trabajar con ellos en algunos casos. Hice muy buenos amigos”.
Alain se ha definido a sí mismo, quizá por ser el medio donde más ha desarrollado su carrera, como un actor de televisión. Aunque también ha hecho teatro, no ha incursionado en el cine. Ese está entre sus asuntos pendientes.
Comenta que la situación generada por el coronavirus no frenó ninguno de sus planes. “Casualmente, había terminado de grabar LCB: La otra guerra II, y en el momento más duro de la pandemia no estaba trabajando. Este tiempo ha sido muy difícil para todos y más para los que tenemos que ver con el arte. Desgraciadamente, los equipos de realización necesitan muchas personas para llevar a cabo cualquier obra. La situación ha mejorado algo y ya me encuentro en la preparación de varios trabajos. Espérenlos muy pronto”. Así se despide.
Hace poco, pudimos disfrutarlo en la retransmisión de la telenovela La cara oculta de la luna. Él mismo estuvo como espectador esta vez y nos contó: “me dio mucha alegría volver a verla y me gustó ver la tremenda aceptación del público tantos años después. Sentí nostalgia por aquellos grandes actores y actrices que hoy no se encuentran entre nosotros, que nos dejaron un gran legado. Para mí fue una experiencia única e irrepetible el hecho de haber compartido escena con ellos y que me enseñaran a ser mejor actor y persona”.
Recientemente lo hemos visto en la telenovela Los hijos de Pandora como Reinaldo, uno de los cuatro hermanos que protagonizan este audiovisual, y muy bien han hablado sobre su rol varios especialistas y televidentes.
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