
La televisión cubana ha recibido una grata sorpresa con el estreno de Regreso al corazón, la telenovela que debutó el pasado lunes en Cubavisión y que, además, marca el retorno a la pantalla chica de un querida y respetada actriz: María Cristina de las Mercedes de Castro Palomino y Farrés, conocida artísticamente como Cristina Palomino, y por sus más allegados como Paloma.
La noticia de la participación de Palomino en esta nueva producción comenzó a filtrarse a finales del año pasado, cuando miembros del reparto compartieron en sus redes sociales imágenes donde aparecían acompañados de la experimentada actriz durante las grabaciones. Estas publicaciones generaron inmediatamente expectativa entre los seguidores de la TV, quienes recordaban con cariño sus anteriores interpretaciones y esperaban ansiosamente su regreso al medio.
La presencia de Cristina Palomino en la obra que dirigen Loisys Inclán y Eduardo Eimil representa el reconocimiento a una carrera que ha abarcado múltiples facetas del arte escénico cubano durante más de cinco décadas.
Nacida el 22 de enero de 1950, Palomino llegó al mundo en una fecha que parecía predestinar su futuro: precisamente el mismo día en que se celebra el Día del Teatro Cubano. Esta curiosa coincidencia se convertiría en una especie de augurio de lo que sería su vida.
En los últimos años, la actriz ha mantenido su vínculo con la formación artística, desempeñándose como profesora de actuación en la agencia de modelos Euphoria Glam, transmitiendo su experiencia y conocimientos a las nuevas generaciones. Paralelamente, ha permanecido activa como pieza fundamental del proyecto socio-cultural comunitario La Cobija, en el capitalino municipio de Centro Habana.
La trayectoria artística de Palomino comenzó en 1965, aunque no sin obstáculos. En una entrevista concedida al periódico Tribuna de La Habana, recordó los desafíos de sus primeros años en la Escuela Nacional de Arte (ENA): «Cuando empecé la carrera era el año 1965, todo era muy diferente, salí embarazada a los 19 años y no pude graduarme. Fue una frustración por esa parte, pero una inmensa suerte por la otra, pues tuve a mi primera hija».
Esta experiencia, lejos de alejarla del mundo que la apasionaba, la fortaleció en su determinación. Como ella misma relata: «Cuando mi niña tenía como tres meses se abre una convocatoria para formar actores en el ICRT y mi esposo, que era músico, me dijo que me lanzara o me volvería loca, no por la maternidad, pues eso no fue un problema, sino por llenar el espacio que la actuación me había dejado».
El destino la llevó entonces a la Escuela de Formación de Actores, donde tuvo la oportunidad de formarse bajo la dirección de figuras legendarias del teatro cubano como Alejandro Lugo y Alden Knight. Allí, además de recibir las herramientas necesarias, pudo conectar con la tradición teatral cubana más auténtica.
A inicios de los años setenta, Palomino encontró en la radio su primer gran escenario profesional. Su debut se produjo en Radio Liberación, desde donde comenzó a construir una sólida reputación. Posteriormente, su talento la llevó a Radio Progreso y finalmente a Radio Arte, donde consolidó su prestigio en el medio radial.
La radio representó para Palomino una escuela fundamental, ya que este medio exige del actor una capacidad especial para transmitir emociones y crear atmósferas utilizando únicamente la voz y la interpretación sonora. Esta experiencia enriqueció enormemente su registro actoral y le proporcionó experiencias que después aplicaría con gran éxito en televisión y teatro.
En el ámbito televisivo, Cristina es especialmente recordada por su interpretación de Cacha en una de las historias de La cara oculta de la luna, telenovela que se transmitió por Cubavisión durante la primera década de este siglo y que se convirtió en un fenómeno de audiencia. Su personaje en esta producción, que compartía escenas con otros como los defendidos por Blanca Rosa Blanco y Enrique Bueno, demostró su enorme capacidad para conectar emocionalmente con el público cubano.
Sin embargo, su presencia en la televisión nacional, aunque escasa, no se limitó a esta exitosa producción. Anteriormente había formado parte de los elencos de otros célebres dramatizados como La joven de la flecha de oro y Las ilusiones perdidas, trabajos que contribuyeron a establecer su reputación como una de las actrices más confiables y talentosas de su generación.
A pesar de sus éxitos en radio y televisión, el teatro ha permanecido como una constante en la carrera de Palomino. Su participación en el grupo Rompe tacones demuestra que, incluso en esta etapa de su carrera, mantiene viva la llama de la interpretación teatral, ese arte que considera fundamental en la formación de cualquier actor completo.
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