Momentos inolvidables del deporte cubano (I)

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Cuba es un país en el que se respira una gran pasión por el deporte. Sus fanáticos siguen a los atletas en cuantos eventos participen y, además, conocen de historia y estadísticas tanto o más que muchos colegas de los medios. A lo largo de los últimos 60 años, con el establecimiento de un sistema deportivo que ha proporcionado grandes resultados al país, han existido numerosos instantes de gloria que nunca podremos olvidar.

Como aquí en Cubalite también somos fanáticos al deporte, hemos decidido recopilar algunas de las actuaciones y sucesos más memorables que han tenido lugar durante las últimas seis décadas. Aquí les va una primera parte:

El primer Clásico Mundial de Béisbol (2006)

Que los peloteros cubanos jugaran contra los mejores profesionales del planeta era un sueño que venía desde hacía décadas. Lo que hasta entonces parecía solamente una utopía se hizo realidad hace 13 años, cuando sucedió la primera edición del Clásico Mundial, torneo donde la selección nacional del archipiélago se midió con verdaderos “trabucos” como Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela.

Ante todas esas estrellas de Grandes Ligas, el elenco antillano demostró la calidad de nuestro deporte nacional, y se dejó, como dijo una vez el jardinero Carlos Tabares, “la piel en el terreno”. Al final de todo, la novena que tenía a hombres como Yadel Martí, Eduardo Paret, Yoandri Garlobo, Pedro Luis Lazo, Yuli Gurriel y Michel Enríquez, entre otros, finalizó en un fantástico segundo lugar, que quizás podría haber sido mejor con un manejo más adecuado desde el dugout.

Sotomayor, el amo de las alturas (1993)

Javier Sotomayor es, sin dudas, el mejor saltador de altura de todos los tiempos. El nacido en Limonar, Matanzas, se hallaba en 1993 en el momento más dulce de su carrera, pues solo un año antes había ganado el oro olímpico en Barcelona. En tierra española volvería a dejar su marca en la historia del atletismo. El 27 de julio del ’93, en Salamanca –la misma ciudad donde había implantado su plusmarca universal de 2.43 metros en 1988-, “el Soto” se convirtió en el ser humano en llegar más alto con el impulso de sus pies. Aquel día rebasó con éxito la varilla colocada a 2.45 m del suelo, e impuso un récord que parece estar destinado a durar hasta el final de los tiempos.

Las “espectaculares morenas del Caribe”, reinas del voleibol (1992, 1996 y 2000)

De la mano del gran Eugenio George, nuestro voleibol femenino escaló hasta el sitio más alto posible y se mantuvo ahí durante años. Tras cosechar varios éxitos en los ’80, la siguiente década sería todo un show para las bien llamadas “espectaculares morenas del Caribe”. Primero fueron reinas en la Ciudad Condal, y cuatro años después repetirían la sonrisa en Atlanta. Llegó Sydney 2000, y cuando parecía casi imposible que extendieran su racha, las chicas de Eugenio remontaron un 0-2 en el partido final ante Rusia, y se colgaron al cuello un nuevo título, consiguiendo por el camino una hazaña que difícilmente vuelva a repetirse.

El “doblete” olímpico de Juantorena (1976)

La elegancia de Alberto Juantorena sobre el óvalo siempre fue un factor que todos señalaban al hablar de la forma de correr del santiaguero. Sin embargo, el también apodado como “El Caballo” era un hombre de un corazón enorme cuando había que competir contra los mejores. De aquello dio prueba en Montreal ’76, cuando venció en la prueba de 800 metros a dos monstruos como el belga Ivo Van Damme y el estadounidense Rick Wolhutter, por ese tiempo dueño del récord del orbe.

Ese día, con menos de 24 horas de recuperación tras la semifinal, el espigado medio fondista destrozó todos los pronósticos, e implantó una nueva plusmarca planetaria de 1:43.50 minutos. Solo tres jornadas más tarde volvería a ascender a lo más alto del podio luego de su triunfo en los 400 lisos, prueba en la que logró su mejor tiempo personal de todos los tiempos (44.26 s).

¡Barcelooona! (1992)

Después de dos Juegos Olímpicos sin participar (Los Ángeles ’84 y Seúl ‘88), la representación cubana llegó a la principal urbe de Cataluña con ansias de recuperar los años y medallas perdidas, un objetivo que los nuestros consiguieron superar con creces. Un total de 31 preseas, divididas en 14 de oro, seis de plata y 11 bronces, fue el saldo conseguido en Barcelona, válido para quedar en el quinto puesto del medallero general y certificar la mejor actuación histórica de una delegación de Cuba en una cita bajo los cinco aros. De entonces quedan en el recuerdo las hazañas de Maritza Martén (lanzamiento del disco), Javier Sotomayor (salto de altura), Héctor Milián (lucha greco) y el equipo de béisbol.

El regreso de Ana Fidelia (1995)

Corría el año ’93, y Ana Fidelia Quirós parecía no tener rivales sobre las pistas. Su carrera se torció tras un accidente doméstico en el que sufrió quemaduras graves que dañaron gran parte de su piel. Su vida peligraba y en el deporte todo parecía terminar, pero Ana tenía alma de fénix. Renacida de aquel terrible obstáculo, la veloz hija de Palma Soriano estuvo lista a tiempo para ganar una plata en los Juegos Centroamericanos de Ponce 1993, aunque su gran regreso tendría lugar en la ciudad sueca de Gotemburgo. Dos años más tarde, en el Estadio Ullevi de esa urbe nórdica, la “Tormenta del Caribe” volvió a reinar en una lid del orbe y, con tiempo de 1:56.11 minutos, dominó los 800 metros, por delante de la surinamesa Letitia Vriesde y de la británica Kelly Holmes.

El Curro repartió “azúcar” en Santo Domingo (1969)

“¡Azúcar, abanicando! ¡Cuba campeón mundial!”. Con esas palabras cerraba Bobby Salamanca la narración de aquel partido en que el equipo de las “cuatro letras” reconquistó en Santo Domingo la corona mundial de béisbol. Esa noche la figura fue Gaspar “El Curro” Pérez, quien además de lanzar las nueve entradas, impulsó la carrera del empate y anotó la de la victoria frente al equipo de Estados Unidos, que en lo adelante se convertiría —por varias razones— en el gran rival del “team” Cuba en la mayoría de los eventos internacionales.

La Habana, capital mundial del boxeo (1974)

Desde la época de Kid Chocolate, el pugilismo cubano se había ganado una reputación importante en la arena internacional, hecho que la Asociación Internacional de Boxeo Amateur decidió reconocer al otorgarle a La Habana la sede del primer Campeonato Mundial Aficionado. El año fue 1974 y, el resultado, un éxito rotundo de la escuadra local, que lideró la tabla de naciones con cinco doradas, una plata y par de terceros puestos.

Muchos recuerdan a la gente amontonada frente al televisor para admirar el talento de estrellas foráneas como el boricua Wilfredo Gómez y el yugoslavo Mate Párlov. No obstante, los locales siguieron como obsesos a sus representantes, entre ellos los campeones Jorge Hernández (48 kg), Emilio Correa (67 kg), Rolando Garbey (71 kg), Teófilo Stevenson (+81 kg) y sobre todo Douglas Rodríguez (51 kg), púgil recordado con especial cariño, por haber tenido la valentía de pelear y ganar la final lesionado de ambas muñecas.

Leuris Pupo y sus gloriosos disparos (2012)

https://youtu.be/CJ-PZvFY98M

Después de la debacle de Beijing ’08, Cuba asistió a la siguiente olimpiada con la idea de cambiar su cara, y definitivamente lo logró. Cinco oros, más tres subtítulos y seis bronces hicieron que ancláramos en un meritorio 16to. escaño mundial en Londres. Sin embargo, de aquella cita estival queda un momento que la mayoría de los cubanos mantenemos como el más espectacular. La “culpa” es de Leuris Pupo, quien en la modalidad de pistola rápida consiguió la corona más inesperada de todas para la Isla, y demostró a los más incrédulos que después de tantos años de constancia y esfuerzo, un premio de tal magnitud no estaba tan lejos como uno imaginaba.

Rodolfo Falcón y Neisser Bent hacen historia (1996)

Si alguna vez una plata y un bronce fueron bien recibidos en Cuba, sucedió en el año 1996. En las piscinas del Campus Recreation Center de Atlanta, Georgia, dos hombres nacidos en nuestra nación consiguieron lo que nadie más hizo antes ni después: alcanzar el podio en un evento de natación de los Juegos Olímpicos. Los “superhéroes” de turno fueron entonces Rodolfo Falcón (54.98 seg) y Neisser Bent (55.02 seg), segundo y tercero por ese orden en la prueba de 100 metros estilo espalda, que fue ganada por el norteamericano Jeff Rouse (54.10 seg), el mejor de los espaldistas de la época.

P.D: ¿Nos comentas los tuyos?

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