Cuando murió en Miami, Estados Unidos, el 29 de junio de 2024, Francisco Andrés Centurión llevaba años siendo prácticamente un desconocido en aquella ciudad donde vivía desde hacía más de 30 años. Casi nadie habló de ello en Cuba, mientras que del otro lado del estrecho sí se hicieron eco de una noticia que duró poquísimo entre los principales titulares de los medios cubanoamericanos.
Atrás, en la Isla, habían quedado sus mejores años, durante los cuales hizo carrera como fonomímico y ventrílocuo y llegó a tal nivel de éxito durante los años 70 y 80 del siglo XX, que llegó a convertirse, a ojos de muchos, en el comediante más célebre de esa etapa en el país.
Sus imitaciones de personajes famosos de la farándula, las cuales realizaba acompañado de su muñeco, llamado Francisquito, hicieron las delicias de muchos por televisión. Su influencia fue tal, que un presentador de calibre como Carlos Otero ha dicho que este hombre se cuenta entre sus mayores ídolos del mundo del entretenimiento.
En los años 90, ya despojado de su “pegada” entre el público, en parte por el paso de los años y también por los cambios generacionales, Francisco se fue a Estados Unidos. En aquel lugar jamás volvió a dedicarse a la actuación. Allá cambió a Francisquito por un traje y consiguió trabajo como agente de bienes raíces en el área de Miami-Dade.
Lo último que se supo de él tuvo lugar hace más de una década, cuando en febrero de 2014 fue arrestado bajo la acusación de estar asociado a la red conocida como Flames and Floods, cuyos integrantes —todos cubanos— usaron como cubierta la firma Nationwide Adjusters LLC para cobrar hasta siete millones de dólares de nueve compañías aseguradoras, luego de provocar daños intencionados a viviendas en el sur de la Florida.
En aquel entonces, Francisco, nacido el 21 de agosto de 1942 en Jaruco, hoy Mayabeque, fue detenido durante varias horas y se le impuso una fianza de 20 mil dólares, la cual se negó a pagar, alegando su total inocencia.
Por entonces, la fiscal estatal Katherine Fernández-Rundle dijo a Diario de las Américas que la investigación llegó a documentar 17 casos de estafa en una complicada investigación que tardó siete años. Según publicó el sitio web Arrajatabla, el supuesto vínculo de Centurión con este grupo de inescrupulosos, se dio porque una de las viviendas relacionadas a sus triquiñuelas era propiedad del otrora humorista.
Eventualmente, la no culpabilidad del artista sería comprobada, luego de que las fuerzas del orden analizaran a varios presuntos implicados y decidieran sacarlo de su lista de sospechosos, con lo cual lo libraron de enfrentarse a una pena que pudo haber llegado hasta los 30 años de cárcel.
Su partida de este mundo llegó poco antes de celebrar sus 82 años, el 29 de junio de 2024. Desde el momento de su fallecimiento hasta la fecha, nunca se ha sabido el motivo de su partida física, aunque ya con esa edad la lógica apunta al natural desgaste de la edad.
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