Conozca a la soprano cubana que ha actuado junto a Luciano Pavarotti y Plácido Domingo

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Virginia Alonso. Foto tomada de la web de la Universidad Estatal de Jacksonville.

Cuando Virginia Alonso partió de Cuba el 11 de abril de 1960, no imaginó que pasarían más de seis décadas sin regresar. Sin embargo, tampoco tenía idea de que se convertiría en una mujer de éxito y en una de las cantantes líricas más reconocidas de nuestro país, quien ha compartido escenario con dos leyendas del bel canto como son Luciano Pavarotti y Plácido Domingo.

De niña, lo de artista le brotó de forma natural. De padre periodista y madre entregada a las labores del hogar, en su casa conoció a Gershwin, Saint Saens, Kodaly, Dukas, Bach y Mozart, y creció en un ambiente sumamente culto.

Por si fuera poco, tuvo una tía paterna, de quien era tocaya, que fue una cantante reconocida en los años 40 y 50, y también había participado, a la edad de 15 años, en Manuel García o El Rey de los campos de Cuba (1913), el primer largometraje producido en la Isla.

La razón fundamental para que su familia emigrara a Estados Unidos, radicó en las profundas diferencias políticas que tenían con el entonces nuevo sistema que se empezaba a implantar en la Isla.

El destino de los Alonso fue Miami, una ciudad que para la joven Virginia era bastante conocida, pues solía visitar con regularidad a una abuela que vivía en el sureste de dicha urbe. No obstante, una vez asumido el hecho de que ya no estaba “de paso”, empezó el proceso de asimilación de su nuevo hogar.

“Encontré un mundo que no sabía que existía. Era como romper la pantalla y entrar en la película. Primero, nadie hablaba español, tuve que aprender inglés ¡o morir! Luego, incorporar a mi vocabulario lo que era una ‘cheerleader’, el procedimiento parlamentario, los bailes de ‘square dance’, los juegos de football…”, contó en una entrevista de 2019.

Si una cosa la ayudó a mezclarse fue su talento natural para el canto. Una vez insertada en el coro escolar, sintió cómo esas dotes le ganaron el reconocimiento de alumnos y profesores y, además, le evitaron sufrir la potencial discriminación a la que temen tantos migrantes.

Más adelante, una maestra la llevó a un concurso en donde tuvo tanto éxito que terminó con una beca para estudiar cuatro años en la Universidad Estatal de Florida, localizada en Tallahassee.

En esa etapa participó en espectáculos como Añorada Cuba, Luisa Fernanda y Agua, azucarillos y aguardiente, y con un recorrido bastante notable para su edad, luego recibió una beca de la Ópera Metropolitana de Nueva York, como premio por alzarse con el primer lugar en las audiciones de la región sureste.

Su debut por todo lo alto sucedió en enero de 1980 en Nueva Orléans, cuando al servicio de la Ópera de Palm Beach, dio vida a Mimi en La Bohème.

Luego de su tiempo en la Gran Manzana, la soprano sería contratada en la Ópera de San Francisco, en donde conoció al padre de sus hijas.

Por entonces también empezó a colaborar con Plácido Domingo, quien la llevó a Austria, Suiza y Alemania con las obras Cosí fan Tutte y L’Elisir d’Amore. Sin embargo, en ese momento de despegue, su pasión entró en un inesperado stand-by.

“Recién casada (…), dejé por un tiempo la música porque él era muy celoso y no quería que yo continuara cantando. Después que me divorcié, reanudé mis estudios universitarios en Universidad Internacional de la Florida (FIU, por sus siglas en inglés) y, además, trabajé enseñando canto en el Miami Dade College”, relató en cierta ocasión.

En 1984, cantó junto a Domingo en el James L. Knight Center de Miami. A propósito de ese concierto, conoció a Humberto Medrano, trabajador de Radio Martí, y mediante él comenzó a trabajar en la emisora, en donde laboraría durante una década y llegaría a ser Directora del Departamento de Música.

Tras esa etapa en la radio, se mudó a Europa junto a sus hijas y su segundo esposo, Bruno Eduardo Tokarz. Desde entonces ha interpretado alrededor de 50 personajes en piezas como Nozze di Figaro, Faust, The Medium, Carmen, Eugene Onegin y Don Giovanni.

Lo mismo como solista que en compañía de otros colegas de Estados Unidos y Europa, ha compartido su talento con la Ópera Nacional de Washington, así como con las orquestas filarmónicas de Nueva York, Miami y Florida, y con las sinfónicas de Viena, Fort Lauderdale y la Nova-Tamarac.

Del otro lado del Atlántico, actuó en el show de televisión Plácido Domingo Celebra a Seville, que en 1984 ganó el Premio Primetime Emmy al mejor especial de variedades.

Entre sus galardones se cuentan también los primeros lugares en las competiciones vocales organizadas por la Mina Kaufmann Ruud, la Fundación Liederkranz, el YWCA Studio Club, la Ópera Cívica de Palm Beach, la Filarmónica de  Miami. Además fue elegida en una ocasión como cantante del Año por la Asociación Nacional de Profesores de Canto de Estados Unidos.

Como actriz, ha participado en las obras Gingerbread Lady, Una mujer muy decente, Memorias de un director, Payaso soy y María Grever, esta última creada especialmente para ella por Mario Martín.

En el cine, su único rol hasta la fecha fue el de Mary en The Cross and the Switchblade (La cruz y el puñal), filme de 1970, dirigido por Don Murray y protagonizado por Pat Boone, Erik Estrada y Jacqueline Giroux.

A la par de su carrera sobre los escenarios, Virginia se dedicó a la pedagogía. En esa línea, dedicó tres años a enseñar Apreciación Vocal y Musical en el Miami Dade Community College, y estuvo otros cuatro como directora del Departamento de Canto de la Escuela de Artes de Woodbridge, Virginia.

También lleva décadas dedicada a la investigación como genealogista, un hobby que descubrió gracias a su amor por la historia, mediante el cual se ha dedicado a rastrear las raíces de su familia hasta el siglo 15.

Por si fuera poco, esta cubana que también disfruta el country, el jazz, el tango y el rocanrol, ha incursionado en el diseño y hasta en la pintura (sobre todo al óleo), modalidad que la ha llevado a retratar a varios amigos y familiares.

“Mi patria física ya no existe en mí. Lo que queda en mí es el recuerdo indeleble de lo que fue, de lo que viví, de lo que amé. En todo momento doy vida nueva a la patria donde nací. (…) Cuando cocino, doy vida nueva a sus aromas. Llevé la receta de las papas rellenas de mi mamá a la televisión europea, donde cociné «Kubanisches Knödle» en todo su esplendor y para asombro de los televidentes. Cuando crío a mis hijas, traspaso sus costumbres. Sus esposos -uno alemán y el otro irlandés- cocinan frijoles negros, picadillo, yuca con mojo, fricasé de pollo y muchos otros platos típicos para el deleite de mis nietos. Cuando canto Cecilia Valdés, propago nuestra música al mundo. Cuando sencillamente soy, comparto y plasmo en otros lo que aprendí, lo que represento, lo que fue posible llegar a ser”, ha declarado Alonso al referirse a sus raíces.

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