Probablemente una de las aventuras que más en vilo ha mantenido a los cubanos en los últimos 60 años haya sido El capitán Tormenta, dirigida por Erick Kaupp y transmitida en vivo en 1974 en el popular espacio dedicado a este tipo de dramatizados.
En dicha producción, basada en la obra literaria homónima escrita por Emilio Salgari y adaptada para la TV por Amado Cabezas, según confesó este último en su blog, el suspenso entre la audiencia se mantuvo hasta el episodio final… pero lo mismo ocurrió dentro del reparto.
«Recuerdo que en el último capítulo se descubría la identidad del personaje misterioso llamado El Guante Blanco. Era tal expectación, que el director, mi gran amigo Erick Kaupp, y yo, nos pusimos de acuerdo para mantener la intriga, incluso entre los cinco actores que eran los sospechosos, recuerdo los nombres de tres de ellos, Rogelio Blain, Agustín Benítez y Rodolfo Valdés Sigler», escribió el guionista.
«Erick y yo escribimos la página donde se revelaba la identidad del personaje y la mantuvimos oculta hasta el final. En el ensayo los cinco actores ensayaron el capítulo completo y ni ellos mismo lo sabían. Cerramos el estudio para que no hubiera filtración y cinco minutos antes de la escena, Blain recibió la hijuela y supo que él era El Guante Blanco», sentenció.
En la trama, la protagonista fue María Cristina Piñeiro Obín, quien se colocó sobre la piel del capitán Tormenta, joven dispuesto a asumir la defensa de la ciudad de Famagusta, en Chipre, la cual sufría el asedio de las tropas bajo el control de sultán de Constantinopla. Este «muchacho» en realidad era la Condesa de Eboli, quien se marchó hacia el teatro de operaciones y fue capaz de mostrar su destreza en el combate cuerpo a cuerpo, con la cual pudo doblegar al León de Damasco, interpretado por Tony Delgado. Otros actores que intervinieron en aquella serie fueron Pastor Felipe (Mustafá), Norberto Blanco (El Kadur), Fidel Pérez Michel, Luis Fundora, Blanquita Contreras, Rebeca García y Rogelio Leyva.
En una entrevista en 23 y M, Obín confesó que jamás ha podido despegarse de ese personaje que marcó a quienes disfrutaron de él. En su opinión, ese fenómeno se debe a que el hecho de trabajar para niños significa que los pequeños arrastrarán ese recuerdo con el que irán creciendo.
Pese a que siempre será recordada por aquel rol, la nacida en Holguín en 1950 también integró los repartos de la teleserie Doña Bárbara, el filme Polvo Rojo, algunas entregas de Teatro ICR, cuentos y otros dramatizados.
Durante varios años de la década de los 90 vivió en Venezuela, donde pudo trabajar como actriz, y volvió a Cuba a inicios de los 2000. Retornó con la intención de continuar trabajando en los medios, pero, según confesó, regresó enferma y ello le impidió unirse a diferentes proyectos artísticos, aunque sí hemos podido verla en obras como el corto No somos nada, dirigido por Eduardo del Llano (2014), y la telenovela La otra esquina, bajo la égida de Ernesto Fiallo (2015).
Paralelamente comenzó a publicar libros orientados hacia el público infantil y explicó a Edith Massola que aquel deseo de escribir vino a partir de «la ternura que me provocó ser abuela, la ternura que me han provocado los niños» y esa mezcla la llevó a la poesía infantil. Después incursionó en la narrativa.
Ha publicado volúmenes como Canciones para contar, Casa de tela, De papel, Otro ratón Pérez, Un sombrerito mambí, Desconcierto en el concierto, Pescando un sueño, Dice la luna, Granos de arena, La novia de Elpidio y Cuentos ciertos.
Desde 2022 reside en Estados Unidos.
👉Si quieres recibir en tu WhatsApp los artículos que publicamos habitualmente sobre temas cubanos o la actualidad de personalidades dentro y fuera del país, únete a nuestro grupo:
0 Comentarios