A estas alturas, ningún conocedor de la literatura fantástica se atrevería a dejar fuera de un top con las mejores sagas del género a las historias Andrzej Sapkowski sobre Geralt de Rivia. Publicadas originalmente —en polaco— entre 1993 y 2000, y continuadas luego con la *intercuela Estación de tormentas (Sezon burz, 2013), las aventuras de Geralt, Ciri, Yennefer y compañía se volvieron sumamente populares en todo el mundo gracias a la trilogía de videojuegos de The Witcher (TW, Assasin of Kings y Wild Hunt; 2007-2015), de la empresa CD Projekt Red.
Luego del éxito cosechado por los juegos, Netflix quiso aprovechar el envión mediático de la franquicia para adaptarla nuevamente al live action, luego del fracaso de The Hexer (Wiedźmin, 2001), serie —luego editada como película— producida en Polonia.
Por ahí surgió The Witcher en 2019, inspirado en la mencionada saga, mediante el cual se aspiraba a crear un show capaz de heredar la “corona” que poco antes había dejado vacante Game of Thrones (HBO, 2011-2019).
Si bien el material que le dieron a la guionista Lauren Schmidt Hissrich era perfecto para crear un programa de época, cuatro años y tres temporadas después es justo decir que la “magia” de los libros jamás ha llegado —del todo— a la pantalla.
La primera parte de la serie adaptó —a retazos y con ciertas libertades más o menos entendibles— elementos de los dos primeros volúmenes de la saga, o sea, las colecciones de relatos tituladas como El último deseo (Ostatnie życzenie, 1993) y La espada del destino (Miecz przeznaczenia, 1992).
El debut tuvo como punto más sólido al elenco encabezado por Henry Cavill (Man of Steel) y también por actores sumamente competentes como Anya Chalotra (Yennefer de Vengerberg), Freya Allan (Cirilla de Cintra), Joey Batey (Jaskier, el bardo), MyAnna Buring (Tissaia de Vries), Eamon Farren (Cahir), Anna Shaffer (Triss Merigold) y Mahesh Jadu (Vilgefortz de Roggeveen), entre otros.
La fórmula parecía, a priori, apuntar al éxito, pero la —innecesariamente— enrevesada narrativa, los cambios en el argumento y, sobre todo, la pérdida de la esencia del material de origen, cuyos diálogos son de un nivel extraordinario, hicieron que el debut de The Witcher no tuviera la “pegada” que la mayoría de creativos y fans esperaban.
Tras un par de años, en 2021 regresó a la carga el brujo, esta vez con una continuación que usaba cuentos anteriores y comenzaba a adaptar la novela La sangre de los elfos (Krew elfów, 1994).
En la segunda temporada se notó un diseño de producción mucho más cuidado, efectos visuales de mayor calidad y escenas de acción francamente de lujo. A nivel argumental, también se notó más claridad y todo ello hizo que se hablara de una mejoría relativa con respecto a la trama anterior.
Lo que realmente golpeó a la segunda parte fue el hecho de que los showrunners decidieran alejarse tanto de las novelas y crearan una narración prácticamente original, que funcionó más como una digresión en el arco principal que como una continuación orgánica de la historia. Esto fue tan serio que provocó la partida de Henry Cavill, fan enorme de la saga, quien renunció a participar más allá de la tercera temporada.
Otros dos años después de su última aparición, en este 2023 llegó al streaming la versión televisiva de Tiempo de odio (Czas pogardy, 1995). Ahora con muchísimo más apego al argumento de base, esa tanda logró reflejar con bastante acierto los eventos de la segunda novela de la saga y ofrecernos momentos épicos como la batalla de Thaned y (ALERTA DE SPOILER) la pelea entre Geralt y Vilgefortz al pie de Tor Lara, la Torre de la Gaviota.
Pero una vez más los productores y guionistas tomaron una decisión que resultó ser pésima. En esta ocasión, sus ideas de dividir la temporada en dos partes: una de cinco episodios (29 de junio) y otra de tres (27 de julio), rompió un poco el ritmo de la obra. En su contra también jugó el final anticlimático de la novela, que luego de una serie de escenas de lucha y momentos de alta tensión, cierra con varios capítulos que, si bien sientan las bases para lo que vendrá después, tienden a ser mucho más espesos.
Para colmo, tenemos la despedida del bueno de Cavill entre algodones, pues las últimas escenas del actor británico suceden con su personaje recuperándose de unas heridas terribles en el bosque de Brokilón. Y sí, en la historia original sucede justo de esa forma, pero bien podrían haberle dado otro giro al final para que fuera menos lenta y terminara más “arriba”, justo como debería suceder con un final de temporada digno.
Luego de lo visto hasta la fecha, The Witcher tiene confirmadas otras dos partes que adaptarán las novelas restantes: Bautismo de fuego (Chrzest ognia, 1996), La torre de la golondrina (Wieża Jaskółki, 1997) y La dama del lago (Pani Jeziora, 1999) y quizás también algo del relato corto Camino sin retorno/Algo comienza, algo termina (Coś się kończy, coś się zaczyna, 2000).
Además del show principal, Netflix ha lanzado otras dos precuelas: el filme animado The Witcher: La pesadilla del lobo (Nightmare of the Wolf, 2021) y la miniserie The Witcher: El origen de la sangre (Blood Origin, 2022).
De momento, preocupa un poco que sea Liam Hemsworth y no Henry Cavill quien interprete al brujo. Y no es que el actor australiano sea incapaz de darle buena vida al protagonista, pero luego de haber visto a Cavill en acción, cuesta creer que su colega logre estar a la altura.
No obstante, los cambios de rostro no son lo más complicado para el futuro de The Witcher. Ahora mismo, los fans están decepcionados por la partida del actor principal, pero más aún por el hecho de que una y otra vez Schmidt Hissrich y su equipo creativo hayan fallado en captar el mensaje primordial de la obra de Sapkowski.
En las novelas, los diálogos y el desarrollo de personajes son el sustento fundamental de lo contado. La profundidad, carisma, complejidad y carga emotiva de cada conversación y de cada carácter son factores fundamentales que hicieron de los libros un referente absoluto y dieron al género una vuelta de tuerca notable.
En cambio, los escritores han rebajado bastante su nivel en la serie y han priorizado a veces la acción por encima del potente mensaje antibelicista, los conflictos morales y los innumerables matices de un mundo y una forma de hacer que sentó las bases para el éxito posterior de George R. R. Martin y su Canción de Hielo y Fuego.
*Relato que amplía el lore de una saga al contar hechos sucedidos entre un episodio/novela/película de la historia principal.
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