La llegada de un expelotero cubano a Estados Unidos hace algunos meses escapó del radar de medios dedicados a cubrir béisbol. Con una trayectoria de más de 10 Series Nacionales con equipos de la desaparecida provincia Habana y Metropolitanos, Michel Ford Ortiz arribó al país norteño a inicios de abril y, poco a poco, se ha ido vinculando a su deporte.
De acuerdo a publicaciones en su perfil de Facebook, el oriundo de Artemisa se dedica al entrenamiento de niños menores de 10 años, con los que ha participado en competiciones en Atlanta y Savannah, en el estado de Georgia. Hasta el momento, sus enseñanzas han dado frutos, pues sus discípulos llevan dos triunfos consecutivos importantes.
El exjugador de 48 años intervino en 13 temporadas con planteles de los Vaqueros habaneros (seis) y Metros (siete). Acumuló 2355 veces al bate y average de .274, con 645 hits, 109 tubeyes, ocho triples, 91 jonrones, 368 carreras empujadas, 200 boletos y 457 ponches. Su average defensivo quedó en .958.
En cuatro campañas disparó diez o más jonrones y su mejor campeonato fue el de 2001-2002, cuando debutó con Metropolitanos. Bateó .311, con 88 incogibles, 26 dobles, 16 bambinazos y 55 impulsadas. En todos esos apartados consiguió sus mejores números de por vida.
“Esa Serie la jugué con Metros e integré uno de los conjuntos al Juego de las Estrellas, conecté 16 jonrones y fue mi mejor contienda. El equipo ganador de ese partido acudió a Venezuela y yo no fui, porque dijeron que mi visa nunca llegó. Tampoco viajaron José Ibar y Javier Méndez”, dijo en una entrevista con Cubalite hace cuatro años, la cual puedes leer aquí.
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Sobre su traslado hacia el segundo equipo de la capital, explicó que “mi padre vivía aquí —en La Habana— y yo no me veía progresando con los Vaqueros. Rigoberto Blanco decidió dejarme fuera en el 2000, cuando el año anterior yo era el quinto bate en el playoff contra Pinar del Río, además de que en la Serie Provincial fui líder en jonrones, en remolcadas y de los bateadores. Tenía 25 años, estaba entero y cuando dan a conocer la preselección mi nombre no estaba, siempre le caí mal a Blanco”.
Antes de salir de Cuba, Michel vivía cerca del «estadio de la curva», dos paradas después de la popular Cuevita, en San Miguel del Padrón.
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