“El hombre va camino de la vida que soñó.
Adentro en su mochila de campaña va el amor.
En una mano el verso, en la otra su razón.
La vista en el futuro, el paso firme al sol”.
Así comienza uno de los temas más conocidos de Kiki Corona, perteneciente a la banda sonora de la serie Su propia guerra, estrenada en 1992 como parte del célebre policiaco televisivo Día y Noche.
Durante su carrera, Corona ha alcanzado muchísimo reconocimiento en diferentes líneas de trabajo, pero sobre todo en esa que va de crear música para audiovisuales de diverso formato, sobre lo cual ha dicho que se basa en un altísimo ejercicio de humildad.
Descendiente de una familia adinerada de origen santiaguero, Enrique “Kiki” Corona Rodríguez nació en La Habana el 13 de enero de 1960. Su infancia transcurrió en la casa familiar, sita en 70 y 7ma B, Playa. En ese lugar conoció y compartió desde pequeño con grandes de la música cubana como César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Chucho Valdés o Teresita Fernández.
Su padre, juez de profesión, integró en los 40 del siglo pasado los tríos Habana y Urquiza y fue su primer maestro de guitarra. Más adelante, en 1972, el muchacho entró en el conservatorio Alejandro García Caturla como clarinetista, pero eventualmente se cambió de vuelta a la guitarra y comenzó sus estudios de este instrumento con las profesoras Olga Recio y Clarita Nicola.
Para 1976, Corona ya era parte del grupo Río Negro, gracias al cual compartió escenario ocasionalmente con la estelar cantante Xiomara Laugart. También hacia 1978 estuvo en Canto Libre, en donde coincidió con excelentes colegas como Orlando “Maraca” Valle o Juan Carlos “El peje” Rojas, entre otros.
Durante esos años tuvo una formación sólida, de la mano de estelares como Leopoldina Núñez, Armando Romeu o Carlos Emilio Morales. Recordando ese entonces, comentó en una entrevista de 2015:
“Cuando miras al movimiento de la Nueva Trova desde el prisma musical, notas la fusión y el despertar de toda la cultura latinoamericana que se vio sacudida por los eventos sucedidos a inicios de los 70.
“Para nosotros, que fuimos pioneros en ese entonces y veníamos de la Nueva Trova y del movimiento aficionado, fue un proceso de mucha curiosidad y descubrimiento, que nos llevó al despertar que significó unir esa trova con el patrimonio cubano y con la música del continente”.
Durante su etapa universitaria, él formó parte del grupo Yara y desde esa época ha reconocido haberse interesado de forma obsesiva por sumar nuevos conocimientos de culturas foráneas, sin quitar nunca el foco de la poderosa tradición nacional cubana. Por ahí, a finales de los 70 nacieron sus primeras canciones, fruto de la mezcla entre la trova tradicional, el filin y la nueva trova.
“No entiendo mucho la fusión, ni creo que haya habido un movimiento más importante que la Nueva Trova, sobre todo por la honestidad y humildad, que son elementos fundamentales para cualquier artista. Para mí, que soy muy ortodoxo, fusionar es, a veces, faltar el respeto de los saberes de una tradición determinada. Ahí tiene que haber investigación, porque sin conocimiento, la experticia y el respeto necesarios, la fusión es poco más que un mal ‘maquillaje’”, declaró a Russia Today.
Gracias a esa misma necesidad de conocer, Kiki asimiló nuevas enseñanzas desde la música infantil, la campesina, la sinfónica y la coral (en este último ejemplo, mediante su participación en la agrupación Ecos, dirigida por Argelia Fragoso). De ese vínculo vino, según dijo él mismo, un cambio sustancial en sus canciones.
Inspirado por las enseñanzas y el ejemplo de Carlos Ansa, Teresita Fernández, Celia Torriente y Enriqueta Almanza, conocidos autores de música infantil, el santiaguero inició su recorrido en dicha vertiente dedicada a los más pequeños. Los resultados de esa parte de su trabajo son considerados por él mismo como los mejores juguetes que ha regalado a sus hijos y otros tantos niños.
Su carrera en ese ámbito comenzó en los años 80, cuando se desempeñaba como productor musical de programas para la redacción de Infantiles. Por ahí llegó al recordado espacio Arcoíris Musical, también en el rol de orquestador.
En esa época surgieron, fruto de muchos ensayos e ideas desechadas, no solo el tema principal del programa, sino la Nana de las mariposas, Tino el delfín, la Canción de los dientes y la Ronda del pececito. Más adelante participó, junto a Jorge Oliver, en la obra de teatro del Capitán Plin y hasta la fecha ha superado las 250 canciones para niños, sobre las cuales se niega a reclamar propiedad, pues entiende que, más que suyas, ya pertenecen al imaginario colectivo.
Otra etapa célebre de su recorrido artístico la marcó su llegada a la banda Mayohuacán en 1988.
“El grupo, gentilmente, me brindó el apoyo para realizar muchas de las bandas sonoras que escribí por entonces y que luego formaron parte de mi obra para la televisión a finales de los 80 y principio de los 90. Creí —y mis camaradas estuvieron de acuerdo conmigo— que era hora de emprender nuevos proyectos, de modo que comenzó mi aventura con Blanco y negro, grupo que me acompañó muchos años hasta que decidí salir de los escenarios y dedicarme casi por entero a la composición musical, orquestaciones y producciones musicales para teatro, cine, radio y televisión”, detalló en 2020.
Corona es conocido por haber compuesto o interpretado temas antológicos para TV, como el de las series infantiles Permiso para hablar, Hola mar, Viva el disparate, El bolsillo del duende y recientemente El escaparate de Patricia. Además, su música ha sido parte de no pocos títulos pertenecientes al espacio Aventuras y de telenovelas, como Si me pudieras querer.
“El día que tú veas una película u obra de teatro y escuches más la música que lo que están diciendo los actores, la música es un fracaso. La música es una especie de alfombra sobre la que viajas sin gravedad. La música que realmente funciona en un acto audiovisual no es la que se escucha, sino la que se siente”.
Sus álbumes Nanas para ti y Corona canta a (Manuel) Corona fueron nominados al Cubadisco 2001. Además, en 1996 realizó, junto su hermana Beatriz, la banda sonora del filme Sabor latino, coproducción cubano-mexicano-española, dirigida por el ibérico Pedro Carvajal. También fuera de Cuba trabajó en la música para dos series de TV Azteca a principios de los 90, y como parte de ese vínculo estuvo también en Brasil y Costa Rica.
Curiosamente, en su perfil oficial en Facebook, reza que en julio del año 2006 estuvo al servicio de Big Fish Games, al parecer como creador de melodías para algunos títulos de esta empresa norteamericana de videojuegos.
Según revela su perfil de Linkedin, ha producido más de 25 discos para diferentes artistas. En ese sentido, durante los últimos tiempos ha estado al servicio de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), en discos que homenajean la obra de Pepe Sánchez, José Antonio Méndez y Alberto Villalón. Asimismo, en su querida Santiago de Cuba se juntó con varios coros infantiles de la ciudad para hacer nuevas versiones de más de una veintena de sus éxitos infantiles.
En tiempos recientes, ha prestado su talento para audiovisuales como la telenovela Entrega (2019) y la comedia Al habla con los muertos (2022).
Dueño de una voz melodiosa, cálida y profunda, que aún conserva bastante bien, ha sido celebrado por muchos a lo largo del tiempo. No obstante, acerca de su desempeño como ejecutor de ese “instrumento”, ha revelado que siente más importante el hecho poder transmitir el mensaje de cada canción que hacerlo con una voz extraordinaria.
“Yo soy un heraldo, un comunicador. Si me preocupara por la voz que tengo para decir las cosas, no las diría con tanto desenfado. Es verdad que me ha acompañado un órgano vocal bueno, pero también yo descanso mucho, nunca canto por las noches y me gusta hacer las puestas de voces de los discos por la mañana. Hay gente que prefiere otros momentos, pero yo tengo una liturgia cuando me toca grabar mi voz y eso se basa en el descanso, pues respeto mucho a quien va dirigido lo que yo diré”, expresó en una ocasión.
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