Nos atrevemos a decir que no muchos en Cuba conocen la historia de Estelita Rodríguez, una actriz que triunfó en Estados Unidos en un género sin tradición en cuanto a producciones en su país natal. De Guanajay llegó a Hollywood y no en cualquier etapa, sino en los gloriosos años 50, casi al finalizar la llamada «edad de oro» de ese cine «institucionalizado».
Nació en 1928 y con nueve años ya cantaba en clubes nocturnos de La Habana. Tiempo después su madre, Antonia Santuario, impulsora de su carrera artística y quien también ejerció como su manager, llegó a conseguirle un contrato con la prestigiosa compañía Metro-Goldwyn-Mayer, pero la jovencita de solo 14 años no llegó a grabar nada con esta.
Más adelante la mujer tomó la decisión de partir hacia Estados Unidos con el fin de lanzar a la joven a la fama. Dejó en Cuba al resto de la familia: sus cinco hijos y su esposo, quien se desempeñaba como oficial de policía.
El debut de Estelita llegó en 1945, en el musical Mexicana, dirigido por Alfred Santell y protagonizado por artistas como Tito Guízar, Constance Moore y Leo Carrillo.
Con menos de 20 años empezaba en el mundo del arte y ya estaba embarazada. Había contraído matrimonio, el primero de cuatro, con Chu-chu Martínez, cantante mexicano. De esta unión que más adelante se disolvió nació Nina López. La niña, según reseñó la agencia española de prensa, EFE, llegó a ser secuestrada por el padre.
En apenas una década, Estelita pasó de ser una cubana recién llegada con ganas de comerse el mundo a aparecer en grandes filmes del western. On the Old Spanish Trail (1947) fue la primera de las obras dirigidas por William Witney donde se le vio; luego estuvo en el reparto de Susana Pass (1949) y South Pacific Trail (1952).
El género musical, el cual le abrió las puertas en Hollywood, nunca lo abandonó. Hit Parade of 1951 (1950), Cuban Fireball (1951) y Tropical heat wave (1952) son algunos de los audiovisuales de este tipo en los que participó incluso como protagonista.
Más allá de lo anterior, hay dos importantes hitos en su carrera. En 1953 estuvo entre las principales figuras del filme Tropic Zone, protagonizado por el actor y más adelante presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan. Para 1959, con el personaje de Consuela Robante actuó en Río Bravo, una de las mejores películas en la historia del western. Esta estuvo dirigida por Howard Hawks y protagonizada por el célebre John Wayne. Con este último entabló incluso una relación de amistad.
“Vivaz, muy divertida y simplemente llena de vida. Ella fue el alma de la fiesta siempre”, dijo de ella Serena Burdick, autora del libro que narra las vivencias de Estelita. Esta descripción coincide con las imágenes que han trascendido de ella. En los carteles de los filmes que protagonizó, además, siempre la ilustraron ataviada con prendas coloridas y con vuelos, flecos y telas en movimiento.
En 1961, después de tres procesos distintos de divorcios, contrajo matrimonio con el que fue el último de sus esposos, el médico Ricardo Pego. Su hija Nina, quien tenía cerca de 20 años por aquel entonces, narró aquella difícil relación que se extendió a lo largo de un quinquenio. Hubo maltratos, abusos y la cubana debió huir del hogar.
Corría el mes de marzo de 1966 y Estelita vivía en la casa de una amiga en Van Nuys, California. Con 37 años se mantenía trabajando: grababa algunas escenas para la película Jesse James Meets Frankestein’s Daughter, un western de terror dirigido por William Beaudine. Este fue su último filme, pues al regresar de uno de los ensayos dijo que se sentía mal y falleció horas después. Su muerte nunca fue investigada.
A inicios de 2021, Serena Burdick publicó el libro Find Me in Havana, una novela basada en los testimonios de Nina sobre su madre. En ese texto, la autora señala que Rodríguez pudo haber sido envenenada por Pego. Nunca le practicaron la autopsia a su cadáver.
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