A las 5:20 pm sale un tren desde el Downtown de Miami. Un hombre muy corpulento fuma. Otro, menos robusto, viste traje de security guard y le dice que ahí no se puede fumar. Entonces, varios pasajeros quizás esperen algún altercado. En el momento en que el oficial va a sacar por la fuerza al fumador, le suena el teléfono.
Lo llama una mujer, su agente (él tenía una carrera como modelo y había hecho algunos castings). Ella le dice: “agarraste el papel de la película de los carros”. En ese momento quería cambiar de aires, pero tampoco tenía idea de cuál sería el filme donde trabajaría.
A las 5:20 pm, el tren ha regresado a su punto de salida. En la oficina de atención a los guardias de seguridad, el hombre dice que dentro de quince días dejará de trabajar. Comenzará un rodaje que ocupará tres meses de su tiempo.
Esos fueron los que Roberto ‘Sanz’ Sánchez, nacido el 4 de enero de 1965, ha definido como los 20 minutos que cambiaron su vida.
La anécdota, que parece sacada de la más dramática de las telenovelas, le sucedió a un cubano, pero lo mejor no quedó ahí.
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Cuando Roberto tenía cuatro años y su hermano mayor cerca de 18, su familia decidió que era momento de dejar atrás su ciudad natal, La Habana, y poner rumbo a otras tierras. El padre era judoca del equipo nacional y estaba próximo a marchar hacia España para asistir a un torneo internacional. La madre y los hijos llegaron antes a la nación europea y quedaron a la espera de un reencuentro familiar que no sucedió en ese momento, pues el atleta se vio imposibilitado de salir. Allí estuvieron durante un año hasta que llegaron a Estados Unidos. El reencuentro se pospuso durante más de década y media.
En ese país, su adolescencia y juventud las pasó vinculado al baloncesto y las artes marciales. Luego se alistó en el ejército, donde permaneció 11 años, y al final de ellos se le reconoció como un veterano de la Operación Tormenta del Desierto, acontecida en la Guerra del Golfo.
En el Show de Dante contó que también se desempeñó como “boiler technician” (técnico de calderas) y después como policía de playa. Resaltó este último como uno de los mejores trabajos de su vida, pues andaba en shorts, camiseta y manejando una motocicleta.
Nunca abandonó el deporte y siendo todavía miembro de la armada jugó algunos partidos semiprofesionales en Europa, e incluso llegó a formar parte de la Brigada de Baloncesto All-Navy.
De un momento a otro decidió cambiar el rumbo de su vida, apostó por el modelaje y con 29 años se fue a Atlanta. Lo siguiente fueron sesiones de fotos, algunos llamados para comerciales y… la escena en el tren antes descrita.
Tenía dos niños pequeños, escaso conocimiento de actuación, dos trabajos paralelos y un importante historial militar cuando participó en una audición que lo llevó a debutar en el cine.
“No sabía qué esperar hasta el primer día que filmamos en Miami, en el restaurante Versalles. Allí había policías y cientos de personas tratando de ver a los actores; fue entonces cuando concienticé que eso iba a ser tremenda película. Trabajé tres meses y me cambió la vida”.
El cubano llegó a la segunda entrega de la célebre saga Rápido y furioso (2 Fast 2 Furious), sin haber visto la primera. Tampoco sabía de qué iba el filme. Según recoge su perfil en el sitio IMDb, fue John Singleton, multipremiado director fallecido en 2019, quien lo encontró.
Corría el año 2002 y Sanz se encontraba junto a Paul Walker en el rodaje. Se había convertido en Roberto, un maleante que trabajaba para el narcotraficante Verone, archienemigo del protagonista Brian O’ Conner. Con este rol tuvo varias apariciones en el filme y escenas en carreras de autos junto a las estrellas principales.
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Después de aquella cinta se fue a Los Ángeles y continuó en el show business. Integró repartos en series de TV como Superespías, El distrito, Esposas desesperadas, Terminator: Las crónicas de Sarah Connor, Navy: Investigación criminal, La unidad, Sin rastro, entre otras.
Destacan también su apariciones en la cuarta temporada de la famosa serie Prison Break, la séptima de Bones y la sexta de NCIS: Los Angeles. Por otro lado, filmes como Meeting Spencer (2011), Lake Los Angeles (2014) -por su actuación en este estuvo nominado a los Premios Imagen-, El complot (2016) y Ojos negros (2019) figuran en su historial.
También se le ha visto sobre las tablas. Allí se transformó y cambió todo lo que habíamos apreciado previamente de él con el personaje de Larry-Lola, una cantante travesti, en la producción Hollywood & Levine. En ese ámbito se convirtió en el primer «no afroamericano” en participar en Rooftop, una obra de Stephen Adley Guirgu.
Sobre la diversidad de roles ha dicho que toma como referencia las experiencias que ha tenido en su vida. “Fui policía, estuve en el ejército y hasta fui delivery milk, facetas que me han ayudado a hacer papeles diferentes. Las claves están en ir entendiendo que no siempre se pueden hacer los mismos personajes, aunque en ocasiones Hollywood solo ve a los latinos de la misma manera”.
En 2018 se estrenó como guionista y director con The terms of us, un corto de dieciséis minutos. Entre 2020 y 2021 actuó en más de diez obras y el 2022 le augura éxitos con varios audiovisuales en postproducción.
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