Varios objetos han marcado la vida diaria del cubano a lo largo de los últimos cincuenta y nueve años. Acá te traemos una selección de algunos de los más «notables». Si conoces los diez, pues eres… una persona experta.
- Crayolas Arcoiris: Todo un éxito de la producción local. El material de las «Arcoiris» oscilaba entre la dureza y la elasticidad, no había término medio: si eras niño, podías atragantarte con algún color o se te podían pegar en el cielo de la boca, a lo cosmonauta, como ciertas croquetas. Tuvo, dicen, más éxito que algunos tubos con óleo o acuarelas.
- Radiocaseteras portátiles: Las primas lejanas de las bocinas del «reparto» iban, generalmente, encima del hombro. Abundaban en las paradas de guaguas, en las guaguas… nada nuevo para los millennials. Ahí se escuchó de todo: Kool and the Gang, Michael Jackson, Oscar D´León, Los Van Van… hasta que se enredase el casete y hubiera que aplicar pintura de uña en medio de la Girón.
- Perfume Moscú rojo: En el sitio Cuba Material citan un artículo de Granma: «ya para los años 70, apareció el histórico Moscú Rojo, con su fuerte olor oriental, y le siguieron otros perfumes de la industria búlgara y polaca». En esa web encontramos gente que buscaba comprar, en 2013, este tipo de perfume. Apareció, también, un profesor del ISA que estaba escribiendo un libro sobre la historia del maquillaje en Cuba. Más adelante, el profesor dijo, además, que tiene «en proyecto fundar el museo del maquillaje». Dejó, incluso, su celular.
- Carrito del helado: Llegaba al barrio con su música. Era ambulante. Desapareció durante varios años: «se perdió como el carrito del helado». Vendían paleticas, helados en cajas, galones. Los de ahora son distintos. Hay algunos, de los de ahora, en donde venden bocaditos de helado y las dos caras las cubren con el bizcocho de dos pesos (hace par de años, esos bizcochos, del mismo tamaño, costaban un peso). Antes había otro nivel.
- Lavadora Aurika: Todavía las compran. Algunas piezas sirven como aspas de ventilador o para moler carne. Fue útil durante un tiempo en cuestiones marítimas. Normalmente se usaban para lavar ropa. Lo decía en el manual de usuario.
- Revista Sputnik: Era a color y eso era importante. Las hojas del otoño ruso, a color. En la cola del pan, tener las libretas de abastecimiento forradas con Sputnik podía ser un plus. En las barberías, cuando no había Candy Crush, las secciones del Sputnik eran lo máximo para pasar el tiempo. En esta que ponemos aquí, por ejemplo, aparece Miss Moscú 88 y abajo sugieren leer un artículo sobre el célebre Lavrenti Beria: la cosa estaba bastante «jorobada» ya en aquel tiempo.
- Matrioshkas: El típico regalo para cuando no había nada que regalar: la más grande para una persona, la que le sigue para otra… una familia de matrioshkas resolvía un día de las madres, ¡aaaaaaampliamente!
- Radio Selena: El automático «sube y baja» del volumen en algunos Selena era algo mágico. Debió haber personas que luego, con walkman y/o discman, subían y bajaban el volumen maniáticamente, traumatizados. Después del Selena, muchos años más tarde, llegaron aquellos radios chinos, con manivela para cargar las baterías en cualquier lugar. Demasiada energía para nada: ya la Serie Nacional no era la misma.
- Ventilador Órbita: Antes, el calor no era igual y las sonoridades alrededor del calor, tampoco. Lo peor de los Órbita era que no tenían cubierta alrededor de las aspas. Eran un peligro para niños innovadores y personas con extremidades que salían de los límites de las camas. El selector de velocidades tenía la elegancia de algunos termostatos de refrigeradores.
- Televisor Caribe: Todavía hay muchos que funcionan. Algunos hemos jugado PlayStation 1 ahí, después de adaptarlo a través de un VHS que antes adaptamos, de forma increíble, al Caribe. La estética del comején en los costados era inolvidable. Si era «descomejenizado», perdía «lo suyo».
(Para esta lista utilizamos información del sitio Cuba Material, «un archivo de la cultura material cubana y de las prácticas y significados asociados con esta»)
Realmente un viaje al pasado que no viví pero muy recordado por mis mayores. Gracias CUBA LITE.