El 10 de noviembre de 2001 tuvo lugar el partido homenaje al astro Diego Armando Maradona. Cientos de miles de aficionados llenaron La Bombonera bonaerense para ver por última vez al Pelusa. De ese día quedaron momentos inolvidables, como aquel en que el ’10’ habló de sus pecados y dijo que “la pelota no se mancha”. No obstante, más allá de los primeros planos, se escondía otra historia poco conocida.
La relación del Diego con Cuba había comenzado muchos años antes, en 1987, cuando el argentino vino al archipiélago a recibir el premio al mejor deportista latinoamericano, galardón que otorga la agencia Prensa Latina mediante una encuesta anual. Desde entonces, su vínculo con la nación antillana fue bastante cercano y, a principios de este siglo, cuando tocó fondo debido a su dependencia de las drogas, tuvo a bien considerar a este país como su segunda casa.
Corría el 2000 cuando el atormentado genio de Fiorito aterrizó en La Habana para someterse a un tratamiento que le permitiera superar su adicción a la cocaína y otros estupefacientes. Fue internado en el centro de salud conocido como La Pradera y allí inició un largo calvario contra el ‘veneno’ que llevaba años consumiendo y también contra sí mismo, quien, a fin de cuentas, era el principal culpable de todo aquel enredo.
A esas alturas de la vida, el campeón del mundo de 1986 se había separado de su esposa, Claudia Villafañe, y mantenía un romance bastante intermitente y tormentoso con Laura Cibilla, mesera del bar La Diosa en la capital de su país. En ese contexto, tras su enésima desavenencia con Cibilla, conoció a Mavys, una chica cubana que le robó el corazón y lo llevó a pensar en uno de los planes más descabellados de su vida.
Corría el año 2001 y se acercaba el juego para homenajear a Maradona, al cual asistirían muchas de las personas más importantes de su vida. Por supuesto que él quería que también estuviera presente la muchacha de 17 años, que hacía un tiempo mantenía un lazo sentimental con él. El problema era que resultaba muy complejo lograr que a la ella le permitieran viajar hasta Argentina, razón por la cual el genio de Boca Juniors y otros tantos equipos pensó en una jugada más increíble que el mismísimo Gol del Siglo. Como no lo dejaban llevarla por la vía normal, pues lo haría a su forma: metiéndola dentro de una maleta.
Según refleja un texto publicado por Infobae, la idea de Diego era que Mavys entrara en una valija a la que se le harían unos orificios para permitirle respirar y, por tanto, sobrevivir la travesía en la zona del avión destinada al equipaje. Todo estaba más o menos pensado así, cuando, afortunadamente, Guillermo Coppola, por ese entonces representante del “Diez”, puso algo de sentido común al asunto y logró que la joven recibiera el permiso necesario de la parte cubana para poder trasladarse a Buenos Aires de forma legal y sin riesgo alguno para su integridad física.
Una vez en la capital albiceleste, se cuenta que la apretada agenda de Maradona impidió que ambos pudieran estar juntos demasiado tiempo. Hospedada en el Hotel Hilton, el mismo en donde se quedaron Claudia y Laura Cibilla, Mavys mantuvo un perfil bajo en medio de todo el show mediático que rodeó el duelo amistoso que significó el adiós oficial de Diego a las canchas de fútbol. Lo más cerca que estuvo del foco de atención fue cuando el crack hizo que sus amigos exhibieran unas sombrillas con la inscripción “Mavys, te amo”.
Después de ese suceso, el affaire entre Maradona y la chica, oriunda de Matanzas, se mantuvo vivo por un par de años. En ese lapso, fueron notables algunos hechos, como la celebración del cumpleaños número 18 de la mujer, cuya fiesta será recordada en su barrio posiblemente hasta el fin de los tiempos. Otro hito relevante fue la ocasión en que intentó regalarle un gatito y terminó consiguiéndole, por cuestión de errores ajenos, nada menos que ¡un cachorro de león!
Su separación sucedió en 2003 en términos que parecen haber sido bastante buenos, al punto de que, un año más tarde, ella sostuvo otro encuentro cordial con el exjugador, cuando este volvió a recaer y se encontraba internado en un centro de salud de la provincia habanera.
La estancia de Diego Armando Maradona en la Mayor de las Antillas se extendería hasta 2005. Al marcharse de Cuba, la leyenda del Napoli italiano se llevó no solo el recuerdo de Mavys, sino de otra mujer, Adonay Frutos, quien estuvo a su lado durante ese mismo período y declaró a EFE, en 2004, que había tenido un embarazo gemelar de Diego.
Además de ello, se presume, de acuerdo a declaraciones de su abogado, Matías Morla, publicadas por Infobae, que Maradona tiene en nuestro país hasta tres hijos, cuyas edades actuales deben oscilar entre los 20 y 22 años. También se supo sobre la posibilidad de que el estelar argentino, fallecido en 2020, haya tenido contacto con ellos y los haya reconocido como tal.
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