Cada vez son más las historias que circulan de cubanos que han dejado atrás su país natal y, luego de mucho esfuerzo, han llegado a formar parte de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés).
Como no podría ser de otra manera, sus caminos han tenido diferentes obstáculos, pero ellos han sabido sortearlos y lograr sus metas.
Hoy te contamos sobre Antonio Macías.
Con menos de 20 años, este joven salió de Cuba. Primero se dirigió hacia Venezuela, luego hasta Ecuador, más tarde a México y desde ahí cruzó la frontera que lo separaba de Estados Unidos.
Junto a su madre, Milda Cañizares, pasaron días difíciles en Houston: durmieron en la calle, tuvieron que pedir ayuda…
De esa etapa, recordó en diálogo con Univisión: “no teníamos hogar. Íbamos a la biblioteca a buscar internet para revisar el correo, no teníamos teléfono”.
Hasta que recibieron apoyo. Milda consiguió trabajo y Antonio comenzó en la escuela. Luego del bachillerato, se fue a estudiar ingeniería aeroespacial en la Universidad de Texas, y más adelante también haría una maestría en Ciencia Aeroespacial.
Lo siguiente: por sus resultados y talento, la NASA lo contrató y ahora trabaja como investigador de esta prestigiosa institución. Mientras, el Instituto de Tecnología de Georgia lo acogerá para un doctorado.
Hoy, con apenas 25 años, el joven ha cumplido el sueño que tuvo de niño. A su corta edad, ha recibido los más altos honores en los centros educativos donde ha estado, reconocimientos por parte del gobierno y de prestigiosas instituciones. Pese a ello, no olvida a quién lo ayudó a llegar hasta donde está: “me siento muy orgulloso de mí mismo y de mi mamá, porque ella siempre me empuja mucho a salir adelante, a que yo sea mejor y sacar esa mejor versión de mí”.
Ahora forma parte del equipo espacial Europa Lander de la NASA.
Miguel Abrahantes
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