Los que ya rozamos la treintena y aquellos que la sobrepasaron hace algunos años, se acordarán seguramente de aquella etapa en que la televisión cubana transmitía programas musicales infantiles con bastante frecuencia. Durante la programación de verano o fuera de ella, era usual ver en la pantalla de nuestros televisores diferentes espacios en donde jovencísimos niños interpretaban temas que, eventualmente, se quedaron en la memoria colectiva.
De ese lapso, que va fundamentalmente desde finales de los 80 hasta principios de los dos mil, aún recordamos canciones como Patato, perro sato o Abuela, ¿qué pasaría?, ambas relacionadas con una muchacha que, aupada por la tradición familiar y su propio talento, se ganó el cariño del público y dio origen a una carrera que llega hasta la actualidad.
Jessie Riffá Beci, nieta de la cantante y compositora Lourdes Torres y del también intérprete Miguel de la Uz, e hija de otra figura de la escena como es Lourdes Libertad, venía de serie con la música en el ADN, desde que abrió los ojos en La Habana el 29 de agosto de 1982.
Jessie, quien según refleja su perfil en Facebook, aún vive en Cuba y ha trabajado como especialista de marketing y publicidad en la Revista Primavera, contaba unos pocos años cuando apareció en Arcoíris Musical junto a su abuela, interpretando este éxito del cancionero infantil:
Después de aquel tierno debut en TV, y a pesar de su corta edad, continuó creciendo como artista, gracias a sus participaciones en el espacio humorístico Ajiaco (1990) y luego, en 1993, como una de las protagonistas en la primera edición del concurso Cantándole al Sol, en donde mereció nada menos que los galardones en las categorías de Calidad Vocal e Interpretación.
Par de años más tarde, con solo trece abriles llegaría a grabar seis temas que estarían en el álbum llamado Un rayito de luz, en el cual participaron, además, la profesora Carmen Rosa López junto al Coro Infantil de la Escuela de Arte Alejandro García Caturla, Magda Rosa Galbán y Juan Antonio Leyva, entre otros.
Aunque podríamos decir que el éxito le llegó bien temprano, esta chica sabía que, capacidad aparte, debía crecer en muchos sentidos para convertirse en una artista completa. Decidió, entonces, matricularse en la carrera de Música y Dirección Coral en el Conservatorio Manuel Saumell. Luego, estuvo en la Escuela de Artes Plásticas de El Vedado, estudió arte dramático con dos “monstruos” como José Antonio Rodríguez y Raúl Eguren y, por si fuera poco, hizo un curso de Etnología y Folclor en la UNEAC, bajo la tutela de la doctora Natalia Bolívar. Todo lo anterior lo complementó con conocimientos de locución, animación y fotografía.
A la altura de 1998 debutó como actriz en el conocido policíaco Día y Noche y también estuvo en el teleplay LoveStore. Tras conseguir su evaluación para dedicarse al arte de forma profesional, en 2002 contó con el apoyo del reconocido compositor y cantante, Jorge Luis Rojas, “Rojitas”, para grabar el single Tengo la vida y estrenar el videoclip en el popular programa Piso 6. Paralelamente a la parte dramático-musical, durante ese tiempo desarrolló serios trabajos como fotógrafa, locutora y modelo, que le permitieron participar en la VIII Bienal de La Habana, ser la anfitriona de Mezcla en Radio Metropolitana y convertirse en una de las caras de la marca Miss Sixty.
Sin embargo, uno de los lapsos más importantes de su carrera tuvo lugar a partir de 2007, cuando se sumó a la compañía teatral Hubert de Blanck y se terminó de formar a lo largo de cinco años, en los que fue dirigida por grandes de las tablas como como Berta Martínez, Amada Morado, Fabricio Hernández o Pancho García. Precisamente ahí llegó a ser nominada a un premio de Actuación Caricato, gracias a su trabajo en el rol principal en la obra La travesía de Byron.
La unión junto a su madre y abuela en la peña Peligrosamente juntas fue otra gran satisfacción que le dio la vida. Desde 2009, y por varios años, cada tercer sábado del mes, estas tres mujeres se citaron en el Museo de Artes Decorativas para regalar su música, acompañadas de algún invitado ocasional. Tuvo tanto impacto esta combinación familiar que llegaron a presentarse durante una temporada en Miami en 2016.
En lo adelante, su currículo siguió sumando hitos, como la participación en el disco 100 sones cubanos, producido por Edesio Alejandro y nominado al Grammy Latino en 2010 en la categoría Mejor Álbum Tropical Tradicional (también fue candidato en el mismo apartado en la 53 entrega de los Grammy), y su vínculo con Alfonso Menéndez en el Anfiteatro de La Habana para montar El fantasma de la ópera, así como con el grupo Mefisto Teatro, en donde fue directora musical e integrante del elenco en Réquiem por Mercedes y Vaselina (Grease).
A lo largo de varias décadas, Riffá ha compartido escenario con leyendas como Omara Portuondo, Huberal Herrera, Elena Burke, Los Zafiros, Luis Carbonell, Rosita Fornés o César Portillo de la Luz, y ha llevado su talento hasta Tailandia, España, Colombia, México y los Países Bajos.
Jessie, además de actriz y cantante, es madre de Diego. Más allá de su actual rol en el marketing digital, sigue vinculada al mundo artístico al igual que su madre, quien ahora vive en Estados Unidos. Ambas continúan el legado familiar y honran la memoria de Lourdes Torres, desaparecida físicamente en 2017.
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