Escasos han sido los pitchers que a lo largo de la historia de nuestras Series Nacionales han trascendido por su condición de ambidextros. El arte de lanzar a las dos manos y llegar a dominar a los rivales de igual manera no es algo que, lógicamente, se vea todos los días. Son conocidos por algunos los casos del cienfueguero Leovel Cardoso y de Frank Nodarse, capitalino que lució la franela de Metropolitanos. Pero existe un tercero, y ese es Rafael Castillo González, pelotero nacido en Granma en 1952, quien defendió durante buena parte de su carrera los colores de Holguín, y fue, además, el primero –que conozcamos– con estas características en debutar en el principal campeonato cubano.
Hace unos años, contó en una entrevista a Jit que había descubierto esa habilidad mientras jugaba con varios niños en su barrio y se tiraban semillas con tamaños parecidos a los de pelotas de béisbol. En ese instante se dio cuenta de que tenía la misma efectividad con ambas manos. Comenzó habitualmente a lanzar a la derecha y a la zurda y logró la destreza requerida sin proponérselo, dijo.
Durante su tránsito por los principales certámenes de ese deporte en Cuba, integró los equipos de Mineros, Orientales, Serranos y también el de Holguín, elenco en el que lo recibieron con muchísimo cariño.
Antes, llegó a jugar en su provincia natal, pero se le aplicó una “medida por una indisciplina que no cometí, y eso me disgustó mucho”, contó al semanario del INDER. En el momento de la sanción, confesó que ya se sentía atraído por Holguín, y una vez que le propusieron venir, aceptó sin poner pegas.
Fue, durante largo tiempo, el pitcher más mediático que existió en ese territorio. Algunos aficionados que lo vieron jugar comentan que por aquella época se debatió mucho el hecho de si podría lanzar con ambas manos ante un contrario en un mismo turno, o en un inning. No hemos podido conocer si en Series Nacionales o Selectivas llegó a pitchear con la llamada “mano equivocada”. Sus salidas las efectuaba a la derecha, pero…
…por varios especialistas y aficionados es conocida la anécdota siguiente, que da cuenta de la habilidad que había desarrollado para enviar las bolas hacia el home con la siniestra y cómo esta maestría fue utilizada por uno de los mánagers más polémicos que ha dado nuestro pasatiempo nacional.
El mentor le había dicho, luego de dar a conocer los nombres de aquel conjunto, que solo llevaría seis pitchers, porque Rafael sería el sexto y el séptimo, debido a la gran calidad que poseía también como zurdo. Así la narró para Jit:
“Cada vez que integraba un equipo me entregaban dos guantes, uno para cada mano (…) Recuerdo que, en los Juegos Panamericanos de Puerto Rico, en 1979, Servio Borges, director del equipo (…), un día antes del partido frente a Canadá, con una alineación de muchos zurdos, me indicó que le lanzara al equipo nuestro durante varias entradas en una sesión de entrenamientos para que me adaptara a la zurda, porque una de sus opciones era que tirara a esa mano. Sin embargo, abrió Jesús Guerra y casi en los finales del partido lo relevé, pero a la derecha”. En ese certamen se anotó el triunfo de cuatro carreras por una ante la selección de Colombia.
Durante su periplo con la selección nacional, que pudo haber sido mayor, participó, además, en la Copa Intercontinental, celebrada en La Habana en 1979, y en la que tuvo lugar dos años más tarde en Edmonton. También incursionó en algunos partidos amistosos contra rivales del área.
En 14 Series Nacionales finalizó con 110 triunfos e igual número de descalabros, ponchó 1029 veces, otorgó 610 boletos, sus rivales le batearon para .238 y dejó su promedio de limpias en un excelente 2.94.
Luego de su retiro trabajó como entrenador en la provincia que lo acogió. Fue uno de los que aportó muchísimo en la conformación del cuerpo de pitcheo de la escuadra holguinera, dirigida por Héctor Hernández, que levantaría el cetro de la Serie Nacional en 2002. Antes, prestó colaboración técnica en El Salvador y Brasil.
Años más tarde, se convirtió en profesor del área de lanzadores en el Combinado Deportivo “Fernando de Dios”, luego de pasar buen tiempo como entrenador en la academia provincial.
En noviembre de 2019, de acuerdo con una entrevista publicada en el periódico Ahora, se encontraba alejado del béisbol debido a problemas con la tensión arterial, según escribió el periodista Nelson Rodríguez.
Un pelotero que estuvo bajo su égida fue Miguel Pérez Sanamé, quien luego se convirtió en profesional y disputó el torneo rentado nicaragüense. De él, nos dijo hace unos meses: “en Holguín no estábamos ni cerca de los mejores de Cuba, pero sí entrenábamos como si lo fuéramos. Recuerdo que Rafael Castillo cogía una bicicleta y nos sacaba a correr al mediodía. Ahí cogíamos carretera bajo el sol y nos pasábamos entre 45 minutos y una hora corriendo. Era duro, pero nadie se quejaba”.
Sobre Castillo, comentó el gran Aroldis Chapman a ESPN: “fue el que me dijo: ‘este año vamos a lanzar 100 mph’. Ese hombre me lo dio todo. Yo era vago, pero gracias a él comencé a trabajar y entrenar duro (…) Se me metió dentro de la cabeza y entonces todo funcionó de forma automática”.
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