La Serie Nacional de Béisbol (SNB) es un tema que tal vez ya no tenga la misma relevancia de antes. El bajón de calidad de nuestro deporte nacional, más el inexistente sentido del espectáculo, ha provocado que la afición deportiva del país haya retirado parte de su apoyo a esta disciplina.
No obstante, la pelota no se ha convertido en una atracción menor. Es cierto que los resultados internacionales no han sido nada buenos desde hace más de una década y que el torneo local deja mucho que desear en varios sentidos, pero la verdad es que el béisbol sigue siendo el rey en la Mayor de las Antillas.
Muchas son las historias de jonrones, fildeos y ponches que se han escrito en tierra cubana desde que el 27 de diciembre de 1874 se jugara el primer choque oficial en el Palmar de Junco de Matanzas. Olvidar ese pasado glorioso sería fatal no solo para el deporte en sí, sino para la cultura e identidad nacional de un archipiélago que vive en clave de bolas y strikes.
Sería bueno, entonces, colocar en su sitio ciertos elementos que bien pudieran ayudar a sacar a nuestro pasatiempo favorito del “coma profundo” en que ha estado viviendo durante más tiempo del que merece.
Precisamente por eso, aquí en Cubalite queríamos proponer una serie de cambios vinculados a los principales premios individuales de la SNB. La idea es tomar como referencia sistemas de condecoraciones existentes en otras ligas, que emplean figuras relevantes del pasado para nombrar las distinciones que cada año otorgan a quienes destacan.
- Mejor lanzador: Conrado Marrero
Conocido como “el guajiro de Laberinto”, este hombre es uno de los símbolos más poderosos a la hora de referirnos a los grandes del montículo nacidos en Cuba. Estelar con el Almendares en la Liga Cubana y también en la Serie de Caribe, este hijo de Sagua la Grande llegó a Grandes Ligas convertido en un veterano, lo cual no fue impedimento para que demostrara su calidad. Luego de su retiro activo, trabajó durante muchos años en la formación de futuros “monstruos” de la lomita, y siguió “dando guerra” hasta el 24 de abril de 2014, fecha en la que falleció, a sólo tres días de cumplir los 103 años.
- Mejor bateador: Antonio Muñoz
El Gigante del Escambray es famoso por haberse convertido, no sin algunos contratiempos, en uno de los bateadores más temibles de todo el país. Su talento para discriminar lanzamientos y su inteligencia en escoger el momento adecuado para castigar al pitcher, llegaron a hacer de él uno de los jugadores que más costaba sacar fuera en una comparecencia al rectángulo de bateo.
- Jugador Más Valioso: Agustín Marquetti / Pedro José “Cheíto” Rodríguez
Hablamos de un pelotero espectáculo, uno que es recordado por su oportunidad en los momentos más complicados del campeonato. Consideramos que ambos, Marquetti y Cheíto tienen un palmarés lo suficientemente relevante como para este galardón sea nombrado en su orden. Al fin y al cabo, no todo el mundo es capaz de botarla en el Latinoamericano para definir una campeonato.
- Mejor relevista: Orestes González
El “apagafuegos” de Viñales fue un hombre casi único en su especie a lo largo de su carrera con los pativerdes del extremo occidental. Este humilde lanzador vueltabajero fue recordista en juegos salvados en la SNB, honor que se ganó con su paciencia en el box y con el trabajo diario. Aunque actualmente se halla en el quinto puesto de la lista histórica, hemos optado por él, puesto que consiguió excelentes resultados en una época en la que la especialización no había calado completamente en el béisbol nacional.
- Novato del año: Omar Linares
Un prodigio pinareño que desde la adolescencia llegó a formar parte de los equipos provinciales de su natal Pinar del Río. Ya como un jugador hecho y derecho, “El niño” fue uno de los grandes espectáculos a lo largo de varias décadas (1982-2002), durante las cuales llegó a acumular marcas que lo colocaron entre los más grandes que han pisado un terreno cubano. Su tacto, poder al bate y solidez defensiva, hacen que esté entre los mejores antesalistas de la historia.
- Líder jonronero: Orestes Kindelán
Dueño de unas poderosas muñecas, este sonriente slugger marcó una época en los torneos locales, donde consiguió disparar más vuelacercas que nadie (487). Con aluminio o madera, su fuerza quedó refrendada en enormes conexiones que solían superar frecuentemente el techo del jardín izquierdo de su “casa”, el Guillermón Moncada de Santiago de Cuba.
- Premio al jugador más mejorado: Santiago “Changa” Mederos
Conocido por haber llegado a convertirse en uno de los zurdos más dominantes de todos los tiempos, también es verdad que al comienzo de su carrera, al número “26” de los Industriales le costó bastante trabajo llegar a controlar sus lanzamientos. Luego, Changa llegó a ser el pitcher que iniciaba mal el partido, pero que después de la primera entrada era casi imposible de batear. Es por esa razón que pensamos en su nombre para designar al atleta que más crecimiento demuestre de una serie a la otra.
- Mejor entrenador: Jorge Fuentes
Si hubiera que darle un mérito a este flemático mánager sería, principalmente, el de haber convertido a los hasta entonces tímidos equipos pinareños en verdaderos elencos campeones. También le ayudó tener a figuras como Luis Giraldo Casanova, Omar Linares, Rogelio García o Juan Castro, pero su trabajo en el banquillo vueltabajero dio grandes frutos, al punto de que Fuentes llegó a liderar a los suyos a un total de cinco títulos (1982, 1985, 1987, 1988 y 1997), cifra que lo posiciona como el director que más veces ha llevado a sus elencos a la corona.
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