Tres días faltan para que concluya un Campeonato Mundial de atletismo que se adelantaba como uno de los más extraordinarios de la historia y terminará entre los más controversiales por diversos motivos. Pero en el plano competitivo, la calidad y el espectáculo no han faltado y muchos de los favoritos para el título han cumplido con las cábalas. Uno de ellos fue el discóbolo sueco Daniel Stahl, con nueve de las diez mejores marcas del año en su poder. Sin estar a tope en la final, conquistó el oro con envío de 67.59 metros.
El único que le podía hacer resistencia al nórdico era, precisamente, el ocupante de la medalla de plata con 66.94 metros, el jamaicano Fedrick Dacres. En la competencia del disco, el matancero Jorge Yadián Fernández disfrutó del genuino liderazgo de Stahl, pero realmente pudieron haber sido dos discóbolos nacidos en la Isla los que compitieran en Doha y tuvieran de cerca al cuarto hombre en el escalafón de todas las épocas.
Lois Maikel Martínez es uno de los antillanos que representa a España y de haber sido por la marca exigida para intervenir en la justa del orbe, el habanero hubiese acudido. Se pedían 65 metros y Lois Maikel disparó el disco hasta 67.98 metros el 14 de julio pasado, en el Campeonato de Euskadi disputado en Durango. El registro que le permitió ganar ese evento constituyó su marca personal —conseguida a los 38 abriles— y dejó atrás su anterior récord de 67.45 metros, logrado hace 14 años en La Habana, también en julio, mientras competía por Cuba.
Sin embargo, esa no es la única trascendencia del disparo de Martínez. Además de cumplir con lo pedido para acudir a Doha, también sobrepasó la mínima requerida para participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, de 66 metros. Además, ahora mismo es el cuarto de la lista mundial de esta temporada y segundo en el ranking español histórico, solo por detrás del mejor discóbolo ibérico de todos los tiempos, Mario Pestano, quien llegó hasta 69.50 metros hace once años, casualmente, en julio.
A pesar de todos esos méritos, el integrante del club Playas de Castellón no viajó a la capital catarí y se perdió la oportunidad de estar en su tercer Campeonato Mundial, pues en 2003 representó a Cuba en París y en 2015, ya como exponente del equipo español, no se incluyó en la final de la prueba en Beijing.
Los técnicos de la Federación de su país determinaron no incluirlo en la delegación porque su forma deportiva en las lides más recientes no fue convincente. En el Campeonato Nacional de Alicante, el 2 de septiembre, lanzó 58.31 metros —casi 10 metros menos— y en El Match —primer enfrentamiento entre atletas de Europa y de Estados Unidos, acontecido en Bielorrusia, el 11 del propio mes— volvió a ser incapaz de sobrepasar los 60 metros, esta vez con 58.89 metros. Verdaderamente, con esos pobres registros, el oriundo de Boyeros, pero criado en Alamar, poco tenía que hacer en Doha.
Ante la imposibilidad de competir en el Mundial, hace cinco días publicó en Facebook sentirse motivado para la magna cita multideportiva del año próximo, que sería su tercera —Atenas 2004 y Río de Janeiro 2016. En España vive desde 2007 y la nacionalización la tuvo en 2015 mediante el procedimiento ordinario. Compitió en certámenes internacionales en defensa de la bandera ibérica junto al también cubano Yennifer Frank Casañas.
Por su país de origen el resultado más relevante ocurrió en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003, donde quedó con la medalla de bronce y tres años atrás culminó sexto en el Campeonato Mundial juvenil de Santiago de Chile.
Puede que algunos no sepan que el capitalino lleva la pasión por el disco en su sangre, pues su padre, Juan Martínez Brito, terminó sexto en esa especialidad en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y séptimo en el primer Campeonato Mundial de la disciplina, en Helsinki 1983. Con marca de 70.00 metros está en el segundo lugar del ranking de Cuba —el primero es el guantanamero Luis Mariano Delís— y en el 25 del mundo de por vida.
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