Yuniesky Gurriel: “Fue difícil llevar el apellido de mi padre, la afición me exigía mucho y mi calidad no daba para tanto”

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Los hermanos Gurriel. Foto tomada del perfil de Yuniesky Gurriel en Instagram (@yuni_gurriel51).

“Es muy difícil, hermano, pero yo estoy extremadamente orgulloso de mi padre. Fue complicado, la afición me exigía mucho y mi calidad no daba para tanto. Vivo orgulloso de mi papá y de todo lo que rodea al apellido Gurriel”, son las palabras finales de una conversación de aproximadamente dos horas con Yuniesky, el mayor de los tres hermanos Gurriel, uno de los apellidos de más historia en el béisbol cubano. Se refería a llevar en el dorsal durante 16 Series Nacionales, equipos Cuba y dos temporadas en la Liga Can-Am, el apellido de su progenitor Lourdes.

Le digo que con frases cortas me hable de su padre, de Yuliesky y de su hermano menor. Al primero lo ve como el espejo que lo ilumina todo el tiempo para seguir adelante; al dos veces campeón de la Serie Mundial, a pesar de ser más joven que él, lo considera su guía; mientras Yunito, el menor, “es el espíritu que me hace ser mejor persona cada día para apoyarlo, pues ahora es que está empezando”.

El 4 de agosto de 2016 llegó a Estados Unidos. Siempre ha vivido en Miami desde ese entonces. Al salir de Cuba atravesaba su mejor momento deportivo, tenía 34, y reconoce que “fue difícil dejar el béisbol cuando mejor yo estaba”.

“Antes de que mis hermanos se quedaran en la Serie del Caribe, en República Dominicana, en 2016, la gerencia de los Capitales de Quebec estuvo en La Habana. Nos reunimos, salimos a cenar, hablamos sobre los planes para la próxima temporada. Mis hermanos se quedaron y yo seguí jugando la Serie en Cuba. Pasó el tiempo, no me llamaban e hice mis averiguaciones y me enteré de que ya no tenía contrato en Canadá. Pregunté y me dijeron: «los Capitales no te quieren ya». Lo asumí con toda la responsabilidad del mundo y después vine para Estados Unidos”.

Asegura el espirituano que llegó a territorio estadounidense un poco cansado, y con completa franqueza dice que él no era ese gran pelotero para llegar con treintipico de años y buscar una firma. Pero eso no implicaba un divorcio vitalicio con el deporte que encumbró a varios miembros de su familia. Le gustaba la idea de ser entrenador de bateo y comenzó a estudiar sus interioridades.

Más de 10 meses después surgió una oportunidad de trabajo en una universidad, a través de un señor puertorriqueño que él no conocía. Aprobó la entrevista y permaneció en esa institución estudiantil durante dos años, con muy buenos resultados. Entonces decidió abrir su propio negocio: una escuela de bateo que hasta hoy ha recibido a varios jugadores firmados por organizaciones de Grandes Ligas.

Yasiel Puig es uno de los que ha confiado en el trabajo de la academia de bateo dirigida por el mayor de los hermanos Gurriel. Foto tomada del perfil en Instagram de Yuniesky Gurriel (@yuni_gurriel51).

“No le puedo pedir más a la vida”, afirma quien ha tenido bajo sus enseñanzas a sus hermanos, además de los cubanos Alfredo Rodríguez, Yusniel Díaz, Léster Madden, Miguel Antonio Vargas, Jorge Luis Oña, Lázaro Armenteros, Harold Díaz, Roberto Baldoquín, Yasiel Puig, el dominicano Luis Almanzar, entre otros.

“Mi academia de bateo es con peloteros a partir de 14 años. He tenido a varios adolescentes de high school que he llevado a firmar con universidades. No esperaba que los frutos se vieran tan rápido. Es fácil entrenar con alguien cuya trayectoria como bateador ha sido grande. Por lo general, si bateaba, tiene que ser bueno, dirá la gente, pero no es fácil cuando no has contado con una carrera destacada con el madero.

“Gracias a Dios, los muchachos que he tenido me han respondido con buenos resultados. Han sido recíprocos con la preparación adquirida en mi academia aquí en Miami. Les agradezco a todos mis alumnos por depositar su confianza en alguien que no fue mejor bateador que muchos de ellos. Por supuesto, sin la ayuda de mi padre no creo que haya conseguido lo que hoy tengo como entrenador”.

Al unísono de sus labores como coach, el número 51 está inmerso en proyectos de la tienda Piña Power, marca patentada en Estados Unidos. La gente le dice que está pendiente de muchas cuestiones a la vez en un país no muy conocido para él y Gurriel responde que tiene energía y voluntad para trabajar y hacer cosas nuevas, “prefiero esforzarme, caer y levantarme, antes que estar sentado, esperando que algo me caiga del cielo”.

Esta etapa después del retiro ha cambiado bastante su vida. Si antes jugaba “caliente” la pelota, ahora es más tranquilo. Prefiere mantener un perfil bajo, cuidar de su familia y seguir de cerca las carreras de sus hermanos.

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Yuniesky Gurriel durante su etapa en los Capitales. Foto tomada de OnCuba.

Si hacemos un flashback en la entrevista, recordaremos que Yuniesky nos contó que en 2016, cuando pretendía jugar su tercera temporada con los Capitales de Quebec, en la Liga Can-Am, recibió la siguiente respuesta: “los Capitales no te quieren ya”. La respuesta, per se, responde poco, más bien da pie a otras preguntas. Sobre todo cuando en la contienda precedente, la de 2015, terminó con el impensable premio de champion bate del desaparecido circuito norteamericano, con .374 de average.

Agradece la interrogante que no pocos aficionados se hicieron en su momento cuando él, primero que todos, se insertó en la Can-Am League en 2014, año en que era incipiente el fenómeno de las contrataciones bajo la venia del Inder y la Federación Cubana de béisbol. Entonces, ¿cómo llegó Gurriel a los Capitales?

Lourdes tenía un fanático canadiense de su época de jugador del team Cuba. A menudo, esa persona le decía al mayor de los hermanos que él podía jugar con el club de Quebec. Cuando se enteró que Yuliesky firmó con un equipo japonés, le preguntó al exjardinero de los Gallos si le interesaba desempeñarse con los Capitales y este dijo que sí. Luego la gerencia del conjunto se fue muy satisfecha con lo visto y ocurrió su debut profesional.

Afirma haberse adaptado rápido al circuito y la presencia de otros cubanos en 2015 favoreció mucho a su título de bateo. Con el lanzador yayabero Ismel Jiménez compartía la casa y los días en que Ismel no trabajaba, se dedicaba a explicarle a su coterráneo cuestiones del pitcheo. “A veces tienes que pensar como pitcher”, le decía. También con su padre hablaba a diario por teléfono. Lourdes le indicaba que hiciera pesas en las mañanas y, a pesar del cansancio de las jornadas anteriores, a la 7.00 a.m. cumplía el ritual de los ejercicios físicos.

Comenzó a rendir con el madero y se incluyó entre los primeros bateadores de la liga, algo que en Cuba nunca ocurrió. “En la Serie Nacional yo era un pelotero de .280, .270, un año de .300, pero hasta ahí; tal vez me conformé con ser más fildeador”. En Canadá se creó una expectativa de que sí podía colarse entre los punteros y al terminar el torneo aventajó en 37 puntos a los dos jugadores que concluyeron en el segundo puesto.

Su papá estuvo un mes con él allá y le agradece por los consejos que le permitieron recuperar el liderato. También le fue muy importante el respaldo de compañeros de equipo como Ismel, Yordan Manduley y Alexei Bell.

Quizás pocos recuerden que su primera vez en un equipo nacional de mayores aconteció en agosto de 2007, durante un tope contra elencos italianos en esa nación europea. Aquel conjunto, que no era el principal de nuestro país, fue dirigido por Lourdes Gurriel.

Indudablemente, la cumbre en su carrera deportiva fue conformar la selección cubana a la primera edición del Premier 12, a finales de 2015. Así lo reconoce: “eso fue lo más grande que me pasó. Yo recibí muchas cosas lindas del béisbol, si digo algo diferente soy un mentiroso. Anhelaba estar en un Juego de Estrellas, y cuando estuve, ahí estaban mis hermanos; anhelaba llegar al equipo nacional, y cuando llegué, ahí estaban mis hermanos. También coincidí con ellos y mi padre en el conjunto de Sancti Spíritus. Pero el Premier 12, ni hablar.

“¿La presión de estar en el equipo Cuba? Imagínate, primera vez con el team Cuba grande. El público la emprendió con Víctor Mesa porque Yuniesky estaba en ese equipo, aquello fue terrible. La presión que me cayó encima fue muy grande, no podía hacer quedar mal a Víctor y le agradezco infinitamente la decisión de llevarme. Tengo una anécdota con él muy curiosa. Salí en sustitución del center field y en dos turnos conecté un sencillo. Después él me dijo en el hotel «vas a jugar mañana, acuérdate de que no eres regular en este equipo, tienes que dar dos hits para volver a salir al terreno». Entonces, de casualidad, doy par de imparables en ese juego. Me volvió a decir lo mismo en el mitin y así lo hizo durante casi todo el evento. Estoy seguro de que él no se imaginó cuánto me ayudó eso, qué bien me vino”.

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Yuniesky Gurriel Castillo fue considerado un excelente jardinero central mientras jugó, pero que numerosos aficionados y especialistas lo incluyan en un selecto grupo de los mejores en esa posición, para él no es lo más importante. “Me esforcé mucho por ser un atleta efectivo para mis equipos y mis managers, prefiero estar en un lugar donde pueda admirar a esos grandes del center field que me inspiraron”, agrega.

Desde que debutó en la temporada 2000-01 hasta que salió de Cuba en 2016, se mantuvo sucesivamente por 16 campañas en la Serie Nacional, divididas en 13 con su provincia natal y el resto con Industriales, al trasladarse con su familia a residir en la capital.

En su segundo torneo logró el subtítulo de Cuba con los Gallos, víctimas de los Cachorros holguineros en aquella inolvidable final de 2002. Recuerda que entregaron todo, absolutamente todo lo posible por ganar ese campeonato, y considera que quizás a su conjunto le faltó un poco más de suerte, “hubo jugadas que pudieron ser decisivas. El doble de Reinier Yero, la bola picó y salió del terreno, y entonces se dejó de anotar una carrera que hubiera sido muy importante”.

Yuniesky no quita ni un ápice del mérito que en aquel momento mereció Holguín, un equipo que en nómina no parecía capaz de llevarse la semifinal ante Villa Clara y luego doblegar por la corona al favorito plantel espirituano.

La llegada de los Gurriel a la capital generó más de una polémica. Foto tomada de Swing Completo.

Es consciente de que la llegada de los hermanos Gurriel a Industriales en la contienda 2013-14 provocó cierta tensión en la afición capitalina. “Todo el mundo quería al Yuli en su equipo, pero no todos querían a Yuniesky y a su otro hermano”, por eso fue un poco complicado al principio.

Dice el expelotero que poco tiempo después lo que ellos vivieron con los jugadores de Industriales y su fanaticada fue algo inolvidable.

Aroche le preguntaba si tenía donde sentarse y al instante le exigía que ocupara un puesto a su lado; Stayler le decía que calentara con él, pues no tenía aún pareja para entrenar; Tabares lo ayudó siempre, pese a que Gurriel podría representar una amenaza para él en el jardín central. A Malleta, a Rudy y al resto de sus compañeros durante esas tres campañas les está eternamente agradecido, también al público, a Lázaro Vargas y a Javier Méndez.

“Estar bajo las órdenes de mi padre y coincidir con mis hermanos Yuli y Yunito en la Serie Nacional fueron momentos bellos. Sin embargo, a la vez fue duro, pues no te imaginas las cosas que tuve que escuchar en un terreno de pelota, porque ahí todo se escucha. Las cosas que debí aguantar, tragar en seco y seguir.

“Una vez un pelotero amigo mío me dijo: «brother, lo tuyo no ha sido fácil, yo soy tu socio desde que empezaste y he visto todo lo que has pasado. Hay que ser fuerte». Precisamente eso fue lo que tuve que hacer para poder mantenerme durante 16 temporadas: ser fuerte”.

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