10 de marzo de 2009. Segundo Clásico Mundial de béisbol. Cuba busca ante Australia su segunda victoria en la llave B. En el estadio Foro Sol de Ciudad de México transcurre el octavo inning y los australianos ganan por una carrera. Con un triunfo los cubanos clasifican a la siguiente fase. Dos outs en la pizarra y Yuliesky Gurriel es el único en circulación, cuando le toca empuñar al tunero Joan Carlos Pedroso, sustituto a la defensa de Alexander Malleta. El relevista Rich Thompson tiene la faena de “matar” la entrada.
Thompson, a la sazón, era un pitcher derecho de 24 años, sin ninguna apertura en Grandes Ligas y saldo de 3-4 en seis temporadas con dos organizaciones. Se mantuvo diez contiendas en Ligas Menores, lanzó en República Dominicana y en el circuito profesional de su país. También perteneció al equipo aussie que perdió el título contra Cuba en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Un lustro después, Rich tiene en frente a Yosvany Peraza, bateador emergente por Pedroso. El corpulento slugger pinareño es la mejor opción en el banquillo del mentor Higinio Vélez para poner delante a su país.
Thompson lanza y el Gordo Peraza produce una línea que en escasos segundos supera la barda izquierda del Foro Sol. La pelota, desde el mismo instante en que hizo contacto con el madero, viajó más de 320 pies con la palabra cuadrangular incrustada en el cuero. La vista no miente y la fuerza todopoderosa de un tipo como Peraza tampoco. El batazo del pinareño, en resumidas cuentas, devino delirio para Cuba y su afición. Del resto se encargó el diestro espirituano Ismel Jiménez. 5-4 anunció el marcador final favorable al plantel caribeño.
Esa soberbia conexión se traduce en el principal pedazo de gloria de Yosvany Peraza con el uniforme de la selección nacional. Antes de ese Clásico Mundial, compitió aproximadamente en ocho eventos fuera de Cuba, pero, como su gesta de marzo de 2009, ninguna. Ni siquiera aquella triple corona en el Campeonato Mundial juvenil de 1997 en Moncton, Canadá. Peraza en las categorías inferiores fue visto siempre como un portento.
Sin embargo, hacerse de la titularidad en la receptoría con Pinar del Río en la Serie Nacional no fue coser y cantar. En el momento de su estreno, tenía delante a cátchers establecidos dentro del campeonato cubano como Lázaro Arturo Castro y Yosvani Madera. Además, en el primer partido a ese nivel fue retirado cuatro veces por la vía de los strikes.
Pero la lógica terminó cayendo por su peso y el nacido en San Juan y Martínez logró que su nombre fuera habitual en las alineaciones vueltabajeras. Yosvany se convirtió en una figura vital en las pretensiones de los Vegueros y su falta de piedad al bate bastante la sufrieron los equipos rivales.
El tiempo pasó y en julio de 2008, cuando el Gordo estaba en el apogeo de su carrera, recibió la sorprendente noticia de que no era parte del equipo olímpico antillano que compitió en Beijing. Quedó fuera en el último corte. También un legendario como Osmani Urrutia y el matancero Yoandy Garlobo. La exclusión del pinareño, recuerdo claramente, fue una decisión criticada en aquel entonces sobre el director de la escuadra, el santiaguero Antonio Pacheco. Cuba en Beijing quedó segunda, perdió en la final 2-3 ante Corea del Sur y si algo quedó demostrado es que el poder del número 46 hizo mucha falta.
Ese, indudablemente, fue uno de los peores momentos como pelotero del cubano. No obstante, algo más grave parecía sacudir su vida en 2015. Pocos días después de coronarse con su elenco Vegueros en la Serie del Caribe de Puerto Rico, diferentes publicaciones digitales informaron que el recio slugger era separado de la Serie Nacional 54 por un causa que le podría costar más de 10 años de prisión. Aunque ningún medio oficial se pronunció al respecto, al menos que yo recuerde, Peraza era acusado de tráfico de personas, concretamente de peloteros.
Una acusación de ese tipo en nuestro país siente fuerte el peso de las leyes, por lo que cuando se conoció la información, el sentido común no atinaba más que a apuntar el fin de la carrera del jugador pinareño. Se habló de que estaba en detención domiciliaria hasta que concluyeran las investigaciones del caso. Mala vibra alrededor del Gordo, quien desapareció abruptamente del panorama beisbolero cubano. Muchos lo asociaban con la acusación, hasta que un día…
En los primeros meses de 2016, el receptor y bateador designado vueltabajero apareció en Italia, súbitamente, para sorpresa de muchos, con la intención de retomar su trayectoria beisbolera. ¿Peraza estuvo implicado en el tráfico de peloteros en definitiva?, es una pregunta que se impone. Si nos guiamos por lo que ha sido de su vida desde 2016 hasta la fecha, parece ser que no se le probó nada, pues aparte de salir de Cuba hace tres años, ha ingresado al país en varias ocasiones y se le ha visto en el Capitán San Luis.
Desde que llegó a Europa ha jugado con el club Castenaso y, al igual en Cuba, ha sido uno de los bateadores más fieros de la liga. El pasado 9 de febrero cumplió 40 años y ahora participa por cuarta temporada consecutiva con su equipo inicial, solo que el Castenaso ascendió a la Serie A1 —circuito principal— este año. En sus tres primeras contiendas —siempre en la segunda división— evidenció que si no fue el bateador más ofensivo del campeonato en ese período, estuvo entre los tres primeros.
En otras palabras, el segundo nivel del béisbol bambino al pinareño le quedó chiquito. Su average desde 2016 hasta el año anterior fue de .432 (172 imparables en 398 veces al bate), con 22 tubeyes, 26 jonrones, 131 impulsadas, 94 boletos y 26 ponches —uno cada 15 oportunidades—.
En la Serie Nacional cubana permaneció durante 18 temporadas, quedando a solo dos puntos de los .300 de average. Produjo 1327 incogibles, 176 tubeyes, 883 remolques y 249 vuelacercas, que lo ubican en el puesto 23 en ese departamento. Su hubiese seguido jugando en la Isla, al menos siete posiciones habría mejorado.
En una entrevista concedida en julio de 2017 dijo “extraño a mi provincia y a toda la afición en general, pero en Cuba no juego más”. ¿Por qué será?
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