«The Peripheral», un relato ciberpunk con buen gancho y demasiadas fintas

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La obra de William Gibson, pionero de ese subgénero de la ciencia ficción conocido como ciberpunk, es una de las que menos éxito ha tenido a la hora de dar el salto al audiovisual. Llegaron al cine Johnny Mnemonic (1995) y New Rose Hotel (1998), inspiradas más o menos en su universo de Sprawl, y otras más sin demasiada notoriedad. Igualmente, durante los últimos años, el director Vincenzo Natali ha intentado llevar a la pantalla su novela cumbre y la primera parte de Sprawl, Neuromancer (1984), pero se ha quedado con las ganas.

Sin embargo, el último 21 de octubre aterrizó en Prime Video, plataforma de streaming de Amazon, una nueva adaptación de los textos de Gibson llamada The Peripheral. Basada en el libro homónimo de 2014 y desarrollada para la televisión por Scott B. Smith, la primera temporada contará con ocho episodios y se extenderá hasta el próximo 2 de diciembre.

Una parte de la trama sucede en 2039 y tiene como grandes protagonistas a Flynne (Chloe Grace Moretz), joven con una capacidad extraordinaria para desenvolverse en videojuegos de realidad virtual (VR), y su hermano Burton (Jack Reynor), exmiembro de la unidad élite Haptic Recon, perteneciente al Cuerpo de Marines de los Estados Unidos.

Ambos intentan cuidar de su madre enferma y obtener dinero extra haciendo diferentes trabajos y ganando premios en el mundo más allá de las pantallas. Todo parece irles con más penas que glorias hasta que Burton trae un nuevo dispositivo VR en fase beta y le pide a su superdotada hermana que lo pruebe.

Una vez dentro de la interfaz, Flynne tiene una experiencia increíble en la simulación, aunque poco después ambos descubrirán que esta maravilla hiperrealista viene con un set secundario que incluye ¿viajes en el tiempo?, realidades alternativas y, por supuesto, muchos enemigos peligrosos.

En el (otro) futuro -Londres de 2099-, está Wilf Netherton (Gary Carr) y Aelita West (Charlotte Riley), dos sujetos con agendas diferentes, pero un pasado común, quienes tratan de arreglar lo que ha quedado del mundo, luego de una serie de sucesos medianamente catastróficos que han dejado al planeta en manos de tres facciones que luchan por controlar la sociedad.

Esta suerte de historia de dos ciudades (y tiempos) se mueve entre la simpleza de un pueblo rural en Carolina del Norte y una versión de la capital británica, en donde la bruma de siempre se mezcla con el neón y los edificios-estatua para darle un toque poco ortodoxo y un aura inquietante.

Vistos los primeros cuatro episodios de este show distópico, se nota la intención de Smith y de los productores ejecutivos, Jonathan Nolan y Lisa Joy, creadores de Westworld, de armar un relato que está a medio camino entre la acción y el thriller tecnológico con elementos del misterio.

De esta mezcla surge un argumento que engancha desde el mismo comienzo, gracias a su tono directo y la presentación de varias subtramas, personajes y conceptos que poco a poco deben ir revelándose más.

Ahora bien, si por una parte el hecho de que existan muchos elementos interconectados a través del espacio y el tiempo hace que la construcción del mundo tenga muchísima sustancia y profundidad, también logra que nos confundamos.

En esta primera mitad de temporada sentimos constantemente como si cada nuevo feature del mundo en cuestión fuera lanzado ante nosotros sin demasiada intención de ser explicado. A veces da la impresión de que los guionistas hubieran tirado un LEGO de miles de piezas al suelo delante de nuestras narices y dicho: “ahí tienen todo. Por el camino les vamos diciendo cómo funciona esta cosa”.

Tener tanto que asimilar en tan poco tiempo solo consigue que, pese a tener un ritmo intenso, la progresión de The Peripheral resulte ser una batalla complicada de librar. El batido tiene ingredientes sabrosos, pero está tan mal agitado que cuesta degustarlo correctamente como un producto sólido y elegantemente construido desde el punto de vista dramatúrgico.

Sobre la base de lo anterior, es recomendable hacer acopio de paciencia para ir captando todo lo que nos ofrece la serie, que no es poco. Hay que destacar la mirada que nos propone sobre el colapso capitalista, desde el comienzo del fin en 2039 hasta la reversión que se aprecia décadas después.

El puzzle que se nos coloca enfrente es tan innecesariamente enrevesado que nos incapacita a ratos para disfrutar ese delicioso viaje, que consiste en tratar de desenredar la madeja por nosotros mismos.

Aquí, igual que cuando hacemos trámites burocráticos, uno agradecería que de vez en cuando aparezca alguien y nos dé un tutorial mínimo de por dónde van los tiros, a ver si luego podemos llegar al final del trayecto con algo de sanidad mental.

Pero no deje usted que las complicaciones generadas por Smith y sus colegas lo desesperen. Piense, igual que hacemos nosotros, que The Peripheral esconde un premio valioso detrás del desafío que nos presentan sus showrunners.

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