Desde el estreno de The Nevers, serie de HBO que salió al aire hace un par de semanas, las críticas le han dado con todo a la creación de Joss Whedon (quien posteriormente sería despedido debido a temas de acoso laboral). Vistos los dos primeros episodios, la realidad es que, ciertamente, el show merece los señalamientos, pero a la vez, algo nos hace pensar que, detrás de un guion demasiado disperso, hay potencial suficiente como para darle forma a algo decente.
La historia se desarrolla en el Londres de finales del siglo XIX, sitio en donde un extraño suceso ha dotado a varias mujeres con habilidades sobrehumanas conocidas como “toques”. En ese contexto, el gobierno no se pone de acuerdo en cómo tratar el tema, mientras varias de estas “súper féminas” unen sus esfuerzos en una especie de instituto para jóvenes dotadas (para los nuevos: referencia a los X-Men) en el que aprenden a lidiar con sus dones y, de paso, se protegen de los extremistas que desean usarlos para su propio provecho.
Si hay un argumento que han usado los críticos para desacreditar la serie es el hecho de que existan demasiadas tramas abiertas. El hecho de intentar abarcar tanto ha sido visto como motivo de confusión, lo cual pudiera, en consecuencia, despertar el desinterés de la audiencia. Si me lo preguntan, esa no es razón alguna para decir que la serie es mala. Es innegable que luego del capítulo inicial quedan demasiadas interrogantes en el aire, pero ¿no es eso algo positivo de cara a la temporada que está por delante? En cualquier caso, es preferible no tener la más mínima idea de qué pasará antes que imaginarse el final desde ahora.
A pesar de lo dicho anteriormente, tampoco es falso que debemos estar atentos con tal de ir captando las diferentes historias que convergen desde el principio.
De un lado, tenemos a Amalia True (Laura Donelly) y Penance Adair (Ann Skelly), principales encargadas de la escuela de “mutantes”, quienes, además, se encargan de reclutar (no sin meterse en algunos problemas) a nuevas muchachas con increíbles capacidades. Luego aparece su benefactora, Lavinia Bidlow (Olivia William) y su “raro” hermano, Augustus (Tom Riley), el cual, a su vez, tiene en Hugo Swan (James Norton) un aliado bastante inusual. Paralelamente, aparece el detective Frank Mundi (Ben Chaplin), quien trabaja en el caso que involucra a Maladie (Amy Manson), una villana con un pasado bastante confuso.
Después de analizar un poco el tercio de temporada que ha salido al aire, se nota la mano de Whedon (para bien y para mal) en este relato de mujeres independientes y poderosas, tal y como hizo décadas atrás con su exitosa Buffy, la cazavampiros. Sin embargo, a diferencia de aquella estudiante de preparatoria que luchaba contra asesinos chupasangre, estas protagonistas deben hacerlo contra una sociedad machista que le teme más a la posibilidad de que ellas modifiquen el statu quo que a los increíbles poderes que ahora tienen.
En términos formales, la producción es un lujo. El diseño del programa es algo que no podemos reprochar en lo absoluto, y eso incluye no solo la dirección de arte, sino también las escenas de acción y los efectos especiales, factores que condicionan favorablemente lo que se cuenta.
Si lo de antes está bien, luego de ver las interpretaciones del elenco y analizar la calidad de los diálogos que nos encontramos por el camino, pues encontramos dos valores más para agregar a la lista de aciertos de esta serie, que bien podría ser descrita como una visión mucho más luminosa, y sobre todo ligera, de esa aclamada pieza que es Penny Dreadful.
A la hora de apuntar los defectos, que más se perciben hasta el punto en cuestión, es justo mencionar el ritmo vertiginoso del storytelling, uno que nos impide asimilar los sucesos y personajes nuevos que se nos presentan de una forma normal. Al parecer, el tiempo de metraje que puso HBO a disposición de los creadores, los hizo querer apresurar demasiado las cosas en vez de tomarse el tiempo prudencial para poner todo en contexto de una manera más pausada.
Esto último también repercute en el desarrollo de los caracteres, quienes, a pesar de estar excelsamente representados por cada actor, resultan vacíos debido a la carencia de trasfondos necesarios. A ratos sí se intenta contar un poco del pasado y mostrarnos alguna nueva dimensión de cada uno, pero entre la velocidad del relato y la cantidad de personas, todo eso termina por ser, de nuevo, un intento insuficiente.
The Nevers no es material de Emmy ni de Globos de Oro y eso debe quedar claro. Por otro lado, la calidad de la propuesta en términos interpretativos y visuales, más las sorpresas que aún le quedan por dar, hacen que dedicarle poco más de cuarenta minutos semanales no sea una total pérdida de tiempo. Vamos, que si hemos aguantado todos los bodrios que nos ha tirado Netflix en este último año y medio, darle una oportunidad a esta propuesta de HBO es casi un acto de justicia televisiva.
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