El nombre es uno de los rasgos que nos identifica entre tanta gente, una marca que llevamos desde que nacemos y que escucharemos de boca en boca todos los días de nuestra vida. Pero, qué pasa si nos hacemos llamar de otra forma. ¿Nunca te ha sucedido que conoces a alguien por un nombre y solo con el tiempo llegas a saber que en realidad no se llamaba así? Estos casos suelen ser más comunes en los artistas e intelectuales.
Precisamente, a la acción de utilizar otro nombre en lugar del propio para representar actividades de diferente índole se le llama pseudonimia. Hay seudónimos de todo tipo: desde más musicales y pegadizos hasta los más formales que, por lo general, incluyen los apellidos. Los llamados “nombre falsos” se emplean en situaciones éticas, legales o de peligro, en las cuales es preciso proteger la identidad real de la persona. Sin embargo, los seudónimos no siempre pretender ocultar algo, pues en muchas ocasiones funcionan como nombres artísticos.
Ahora que sabes qué son, te sorprenderás cuando conozcas la verdadera identidad de algunos iconos de la cultura cubana.
- Plácido, así firmaba sus escritos Diego Gabriel de la Concepción Valdés (1809-1844). El poeta habanero fue uno de los exponentes del criollismo en la Isla y representó a la cultura afrocubana en su lírica.
- Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (1829 1862) fue conocido como El Cucalambé (palabra referida a cierto baile de negros). El poeta dedicó su obra fundamentalmente a la poesía popular.
- A Compay Segundo (1907- 2003) lo conoce todo el mundo en Cuba, pero no todos podrían decir que Máximo Francisco Repilado Muñoz es su “otro yo”. El intérprete de famosos temas como Chan Chan, Sarandonga, Son del monte y Lágrimas negras asumió el identificativo Compay Segundo porque hacía la segunda voz en el dúo Los Compadres, que fundó con Lorenzo Hierrezuelo.
- Cantante, pianista y compositor excepcional, ese fue Bola de Nieve (1911-1971), un «eufemismo» que no eclipsa a Ignacio Jacinto Villa Fernández. Dicen que el apodo fue inspiración de Rita Montaner en una de aquellas noches habaneras en las que la artista acompañaba a Bola en el piano.
- El Indio Naborí es también Jesús Orta Ruíz (1922-2002), poeta y decimista cubano que mereció el Premio Nacional de Literatura en el año 1995.
- El amor idílico de muchos cubanos, Rosita Fornés (1923- ), nació como Rosalía Lourdes Elisa Palet Bonavia. La cantante y actriz de películas y telenovelas aparece en producciones como El deseo, Piel Canela, No me olvides nunca y Se permuta. Adoptó su nombre artístico después de un concurso auspiciado por la emisora radial CMQ en 1938.
- La diosa de las guarachas Juana Bacallao (1925- ), en realidad se llama Neris Amelia Martínez Salazar. En su debut en el teatro Martí de La Habana, cantó Yo soy Juana Bacallao, canción que le dio el nombre por el cual la conocen en la Isla.
- Al humorista villaclareño Antolín el Pichón pocos lo llaman Ángel García (1953- ). El protagonista del espacio televisivo de comedia, No quiero llanto, casi fue rebautizado con su personaje. Alberto Luberta fue quien le dio ese nombre
- Nadie diría que el cantautor Polo Montañez (1955-2002) se llamaba Fernando Borrego Linares. El guajiro natural, famoso por sus candorosas tonadas, interpretó canciones inolvidables como Un montón de estrellas, Flor Pálida, Si te enamoras de mí y Dónde estará que lo descubrieron ante el mundo como una de las voces más puras de la música cubana.
Si te parece interesante la idea de un seudónimo, tal vez te gustaría conocer varios tips para crear un nombre falso que se ajuste a tus gustos y profesión.
- Antes que nada debes saber que no es obligatorio buscar un nombre diferente al tuyo. En lugar de eso, puedes acortarlo, utilizar solamente las iniciales o emplear alguno de los identificativos de otros miembros de la familia.
- Debe ser fácil de pronunciar. Si quieres un seudónimo es para que funcione y lo uses, por tanto, no te compliques la vida con ideas estrafalarias de las que después te avergüences. Los nombres no se pueden estar cambiando todos los días, ni siquiera cuando son falsos.
- Empieza por las cosas de tu preferencia: escritores, actores, cantantes, pintores o políticos a los que admires y quieras homenajear. También pueden ser especiales los nombres de ciudades, plantas o especies de animales que posean una habilidad particular que desees dejar entrever con el seudónimo.
- Debe reflejar la profesión o la actividad en la cual utilizarás el seudónimo. Por ejemplo, sería extraño y confuso que un poeta firme como Chocolate MC.
- Si son melódicos y fácil de recordar, mucho mejor. Para esto es preciso que te auxilies de varias estrategias como la aliteración (o sea, repetir uno o varios sonidos dentro de una misma palabra) o la rima entre el nombre y el apellido.
- Evita los nombres comunes. Y antes de decidirte por un seudónimo definitivo, rastréalo en Google para comprobar que no sea muy recurrido.
- Repítelo varias veces en voz alta para que ver que no haya ningún sonido extraño en la pronunciación.
- Por último, para estar totalmente seguro de que es el seudónimo perfecto, entonces debe ser tu favorito.
OTRA ALTERNATIVA: En el caso de que todo lo anterior te dé igual y no seas de los que piensan tanto en una misma cosa, aquí te dejamos el enlace de dos sitios web en el que puedes encontrar de forma rápida nombres aleatorios: www.tregolam.com o www.behindthename.com
Si se te ocurre algún seudónimo y quieres compartirlo con nosotros déjanos saber en los comentarios.
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