Retrospectiva: Versiones de "Los buitres"

La primera vez que escuché el nombre del famoso grupo fue en boca de mi abuelo, un hombre que dedicó muchos años al trabajo agrícola y cuando reunió un poco de plata se mudó al pueblo. Por tanto, no se le podía pedir que chamusqueara un poco el inglés ‒no creo que la United Fruit haya pasado por Consolación del Sur‒ y menos que conociera mucho de música foránea, pero, de alguna forma, él sabía que Los Buitres eran cuatro jovencitos que estaban sonando fuerte por esa época.

Con el paso del tiempo ‒estaba yo terminando la primaria‒ me encontré con algunos coterráneos mayores que tenían alguna música original de ellos en dos o tres disquitos de 45 revoluciones por minuto. Cuando los escuché, reaccioné de pronto “¡Pero esas son las canciones de Roberto Jordán!” No fue hasta muchos años después que comprendí en toda medida por qué se rieron de mi aquellos adolescentes y jóvenes consolareños. Por aquella época, nuestra radio tenía un, digamos, modus operandi, de que siempre que existiera la versión de una canción en español se optaba por esta y no por la original en inglés. Me imagino que para facilitar la comprensión de las letras por parte de los oyentes.

No cabrá dudas de que Jordán, cantante mexicano del que hace muchísimo rato no se habla, resultó una suerte de tabla de salvación para los DJ-Beatleros de nuestras emisoras e, irónicamente, uno de los difusores iniciales de los “Buitres” en Cuba. Y ahora me pregunto… ¿No habrá oído mi abuelo el nombre dicho así, en alguna emisora, como forma de minimizar o estigmatizar a los Picapedreros de Liverpool?

Lo cierto es que eso sucedió hace mucho tiempo, y poco a poco se fue haciendo más común oír sus éxitos. Entre mis favoritos estaban Yesterday ‒una de las primeras canciones que aprendí en la guitarra y en inglés, con forros, como es lógico‒ Hey Jude, Penny Lane, St Pepper´s Lonely Hearts Club Band y The Fool on the Hill. Pero es igualmente cierto que, más allá de los mencionados temas, los Beatles, a pesar de su indiscutible lugar en la historia de la música, no me daban ni frio ni calor y prefería los temas de otras bandas quizás menos revolucionarias.

Y si en alguna medida el «fenómeno Beatles» entró a mi casa traído por mi hermano menor, las conversaciones no trascendieron más allá de que él se quedaba con Lennon mientras yo prefería a McCartney and the Wings, musical y conductualmente. Curiosamente, él ha ido a dos conciertos de McCartney; a uno llevó a sus dos hijos y está dispuesto a pagar lo que sea por ver de nuevo al querido septuagenario derrochando energía de adolescente durante casi tres horas.

Una vez más me doy cuenta de que no soy lo suficientemente rockero, pues sigo pensando que la trascendencia de la obra del famoso cuarteto está en las versiones y arreglos contemporáneos que han hecho otros, incluyendo a Roberto Jordán y a La Colmenita, más que en las producciones que bajo la tutela de George Martin se generaron en los estudios de Abbey Road. Vale decir, no obstante, que no todos los intentos de revivir a los clásicos han sido exitosos; prueba de ello es el musical cinematográfico St Pepper´s Lonely Hearts Club Band, con el que el productor británico Robert Stigwood intentó superar, nuevamente con los hermanos Gibb y ahora con Peter Frampton, su anterior éxito de taquilla, Saturday Night Fever.

Aquí van, solo unas cuantas de las buenas versiones en las que el talento y legado de The Beatles se transmite de público a público y de generación en generación.

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