El elemento (casi oculto) que distingue a «Promesas» de otras series cubanas

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Promesas llega cada martes, un poco tarde en la noche (tal vez cuando uno tiene demasiado sueño para reflexionar; aunque quizás el horario solo esté indicando que solo verás la serie si realmente logra atraerte). Ha presentado, con sus ocho capítulos hasta ahora, historias comunes, pero con estructuras narrativas distintas.

A algunos de los más expertos cinéfilos, con solo entender ciertas maneras de contar, empleadas en los guiones de esos audiovisuales, podría venirles a la mente Pulp fiction (1994, Quentin Tarantino), salvando muchísimas distancias técnicas, textuales y temáticas. Esta última es una obra por excelencia para ilustrar la tipología llamada “contrapunto o maestra de todos los caminos”. No es “muela teórica”, sino una forma para exponer una ficción o suceso puntual desde diferentes perspectivas; aparecen puntos de coincidencia entre los personajes y, en ocasiones, todo es un aparente engranaje de situaciones que van teniendo sentido a lo largo de los episodios. Esto aporta dinamismo al material y hace que, aunque estés disfrutando de la octava entrega, se haga referencia, por ejemplo, a la primera.

…pero, dejando a un lado esta explicación, ¿qué tiene Promesas de diferente a las producciones cubanas que habitualmente transmite la televisión nacional?

Si has visto más de una de sus partes, podrías haberte dado cuenta de esos pequeños detalles a los que hacíamos alusión. Por el contrario, si aún no te has acercado a estas, lo siguiente es para ti (¡Spoilers a continuación!).

El apagón es un fenómeno que ocurre a la misma vez para todos los habitantes del pasaje, pero ellos no lo asumen de igual forma. Danay, la protagonista de la primera historia, fue quien lo provocó (salió a la calle a perseguir la imagen de su esposo fallecido, en el momento en que un carro chocó contra un poste); sus gritos también serán leitmotivs en el resto de la obra. A Vladimir, en el segundo capítulo, el corte de electricidad le interrumpe la discusión con Mariela. Mientras que Jorge, en el tercero, aprovecha la ausencia de luz como algo romántico y continúa en la intimidad con Rachel. Julián, sin embargo, se entera de la falta de corriente al regresar del “todo incluido”… y en el más reciente, a Marlén el acontecimiento la hace salir de su letargo y ludopatía extrema.

No obstante, no es solo a este punto en común al que nos referíamos. En el primer capítulo, el hijo de Danay y otros niños le gritan “gordo” a Vladimir mientras corre por el parque. Esa escena se repetirá desde la perspectiva de Vladimir más adelante. El encuentro entre este último y Casimiro, para buscar trabajo, es común en ambas tramas (e incluso aparece en la octava). Por otra parte, Jorge y Julián también vuelven sobre una situación cuando el segundo se acerca al primero, en la construcción, para solicitarle que lo contrate.

Estos y otros puntos de encuentros entre los diferentes capítulos del audiovisual cobran mayor sentido cuando los ves desde las diferentes perspectivas: los sucesos se van enriqueciendo en la medida en que avanza la obra. Esto es algo que la hace distinta y nos deja con ganas de ver el siguiente episodio.

Debido a ese formato, difiere de propuestas televisivas cubanas transmitidas recientemente en la pequeña pantalla. Aunque es una serie con capítulos centrados en historias que difieren entre sí, aparecen esos pequeños «bocadillos» que apuestan por la homogeneidad y continuidad de una forma distinta a la que emplearon sus predecesoras. En el capítulo 4, por ejemplo, Virgilio, hijo de Julián, se tropieza con Mariela cuando iba a ver a Vladimir (personaje protagónico en el 2). Ese y otros son intentos constantes por hacernos recordar que no estamos en presencia de narraciones aisladas, sino que forman parte de un corpus más amplio.

Quizás la idea de que todos los roles convivan en el mismo espacio no sea novedosa en el audiovisual nacional (en varias telenovelas lo hemos visto), pero probablemente sí lo sea el hecho de que convivan en el mismo espacio temporal, con las mismas condicionantes que van dotando de significados constantemente a la obra: en el interior de ese sitio, construido para llevar a feliz término una promesa que no pudo consumarse, un espíritu de compromisos incumplidos se cierne sobre sus moradores, y eso, aunque quizás no lo parezca, será fundamental en el desarrollo de las tramas.

Cuando los diferentes medios anunciaron el estreno de la obra, señalaron la narración en off (con la inconfundible voz del actor Luis Alberto García) como otro elemento distintivo. Las valoraciones aportadas con este recurso nos han hecho reflexionar, incluso, sobre cuestiones que van más allá de las que aparecen en los relatos, aunque en casi todas las ocasiones perfectamente pudieran haber faltado y no pasaba absolutamente nada.

Pese a lo anterior, Promesas está todavía lejos del nivel de producciones internacionales que el público cubano lleva más de una década consumiendo a través de diferentes vías. Algunos fallos de guion, otros en cuanto a actuación y dirección de arte, además de falencias técnicas, sobreexplotación de las moralejas, poca sugestión… siguen funcionando como lastres comunes de los que no se desprenden todavía los audiovisuales del patio que llegan a una TV que debe darse cuenta de que el panorama no es el mismo de hace unos años, cuando Cubavisión era lo único que había.

PD: Los actores Yailene Sierra, Rolando Rodríguez, Luis J. Mujía, Carlos Gonzalvo, Yeny Soria, Aramís Delagado, Alejandro Cuervo y Maikel Amelia Reyes desempeñan papeles protagónicos de lujo.

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Un comentario

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  1. No será como la que sale en Netflix, pero está muy buena y siempre deja un sabor diferente en cada capítulo.

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