«Presumed Innocent», un drama legal que está entre las mejores series de este año

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En el audiovisual, hay géneros y temáticas que difícilmente puedan ser desgastadas por el tiempo. Entre ellos, el thriller y el drama legal se han erigido desde siempre como uno de los predilectos entre los contadores de historias y realizadores.

Desde la época del blanco y negro, cuando Raymond Burr empezó a sentar cátedra con aquel abogado Perry Mason que le acompañaría durante décadas, hasta hoy, cuando series como Suits, The Lincoln Lawyer, The Good Wife/Fight o Bull han tomado el testigo, hemos visto de todo en una corte, televisivamente hablando.

Sin embargo, por muchas idas y venidas que se hayan sucedido en ese llamado salón de la ley, los buenos remixes siguen llegando para fortuna de los amantes de este formato.

Presumed Innocent es el nombre de la novela publicada por Scott Turrow en 1987 y que tres años después sería llevada al cine por Alan J. Pakula, quien condujo la puesta en escena junto a Frank Pierson. Aquella vez, el elenco estuvo compuesto por Harrison Ford, Brian Dennehy, Raúl Juliá, Bonnie Bedelia, Paul Winfield y Greta Scacchi.

Hace poco menos de dos meses, justo el 12 de junio, aterrizó en Apple TV+ el remake de ese aclamado filme de 1990, en esta oportunidad convertido en miniserie de ocho episodios y con los rostros de Jake Gyllenhaal y Ruth Negga en la cabeza del cartel.

La historia es bastante simple en apariencia: Rusty Sabich (Gyllenhaal) es un reconocido fiscal de Chicago que un mal día recibe la noticia del brutal asesinato de su colega Carolyn Polhemus (Renate Reinsve). De inmediato empieza a investigar junto con su equipo para dar con el culpable, pero eventualmente termina convertido en acusado cuando trasciende el amorío que tenía con su compañera.

Ahora sentado en el banquillo contrario y con los nuevos directivos de la fiscalía de distrito: Nico Della Guardia (O.T. Fagbenle) y Tommy Molto (Peter Sarsgaard) totalmente volcados en demostrar su culpabilidad, Sabich deberá apelar a toda su pericia y la de sus defensores, Raymond Horgan (Bill Camp), para salir ileso del juicio, todo ello mientras intenta evitar que su matrimonio con Barbara (Negga) y el vínculo con sus hijos, Jaden (Chase Infiniti) y Kyle (Kingston Rumi Southwick), se vaya a bolina luego de las nuevas revelaciones de la prensa.

Más de tres décadas después, David E. Kelley, guionista que ha sentado cátedra gracias a su trabajo en dramas legales como The Practice, Ally McBeal, Boston Public y Boston Legal, decidió volver a este relato y realizar una suerte de revisión actualizada que aprovecha el excelente material de origen para regalarnos un show con muchísimas vibras noventeras.

El de Rusty es un viaje al infierno de las culpas, pero también hacia la redención que otorgan el perdón, la familia y el sentido del deber. Sin embargo, si algo destaca en ese sentido, es la ambigüedad moral con que se abordan ciertos asuntos, algo que reafirma el interés de Kelley por ofrecernos una versión más “aterrizada” y centrada en los “grises” más que en los extremos.

La representación que nos da Gyllenhaal de un tipo que puede ser familiar y tierno, y a la vez violento, acosador y obsesionado, le da un brillo especial al show. No obstante, lo que realmente le permite subir al siguiente nivel es la dinámica de su relación con Negga, un vínculo roto pero fuerte a la vez, mediante el cual se expresa la inconmensurable complejidad de las relaciones humanas y las disímiles variantes de ese sentimiento que es el amor.

El hecho de tener alrededor de seis horas para armar su propuesta, le da a Kelley un gran margen para desarrollar toda la dimensión de sus personajes y le ofrece tiempo para brillar a un elenco que conforman, además, Renate Reinsve (Polhemus), Elizabeth Marvel (Lorraine Horgan), Nana Mensah (Detective Alana Rodríguez), Virginia Kull (Eugenia), Gabby Beans (Mya Winslow), Noma Dumezweni (Jueza Lyttle), Lily Rabe (Doctora Liz Rush) y James Hiroyuki Liao (Doctor Kumagai), entre otros.

El material escapa de esa tendencia recurrente del thriller contemporáneo, con la cual el foco se queda más en la la sordidez del misterio de turno, que en contar una historia realmente humana que consiga enganchar por su trama y no por su efectismo.

El drama legal es puesto nuevamente en función de exponer las falencias de un sistema de justicia, que a ratos parece haber sido diseñado para priorizar el choque de narrativas antes que para entregarnos una justicia real. Aquí no importa tanto quién es el malo o el bueno, sino quién convence al jurado con su historia.

Podría decirse que en ciertos tramos el argumento resulta menos conciso de lo que se espera y también que carece de momentos verdaderamente climáticos que nos vuelen la cabeza. No obstante, su excelente ritmo y escritura “redonda” compensan cualquier rodeo extra que haya planificado Kelley.

De los ochos episodios, tres fueron dirigidos por Anne Sewitsky y los restantes cinco estuvieron a cargo de Greg Yaitanes. Ambos realizadores hicieron un trabajo coherente y conciso para regalarnos el Chicago melancólico descolorido y opresivo que rodea a Sabich y a su familia, siempre divididos entre la corte y el hogar; la duda y la certeza; o la lealtad y el deseo de escapar.

Uno de los elementos cinematográficos que más destaca es la exhibición de los flashbacks entre Sabich y Polhemus en un tono voyeurista y onírico, que se distancia del crudo realismo que vemos durante el resto del metraje. La elegancia de estas escenas, mínimamente explícitas pero ciertamente eróticas, habla muy bien del fino ojo de los dos directores.

Presumed Innocent es una serie a la que difícilmente podamos criticar en demasía. Tan bien armada como podría esperarse en lo narrativo, con un reparto envidiable que demuestra todo su potencial y una realización de alto nivel, se ubica desde ahora entre las mejores del año.

Aunque nos fue “vendida” como una miniserie antes de su lanzamiento, tras el final de esta tanda de episodios, muchos nos sorprendimos al conocer que había sido renovada para una nueva temporada, cuya fecha de llegada estaría, si somos muy optimistas, para la segunda mitad de 2025.

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