¿Cómo el publicista Osvaldo Farrés llegó a ser uno de los compositores cubanos más famosos del mundo?

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Osvaldo Farrés. Foto tomada de El Veraz.

Un afamado director de orquesta en el cabaret Lido de París, un muchacho en una calle londinense, en una noche de frío y lluvia, y un taxista israelí, en Belén, en cierto momento, tuvieron mucho en común. Todos interpretaron y disfrutaron, a su modo, canciones del compositor cubano Osvaldo Farrés.

¿No sabes quién es Osvaldo Farrés? Pues las creaciones de este son internacionalmente reconocidas. Tal vez te suene la versión de Quizás, Quizás, Quizás que hizo Nat King Cole en 1958 o tal vez hayas escuchado a Cantinflas interpretando En el mar, en la película Sube y baja.

El cubano nació en Quemado de Guiñes, en la región central de Cuba, y por sus méritos, llegó muy lejos. Aunque se “probó” en varios oficios, fueron sus composiciones musicales las que lo llevaron a la fama.

No estudió en ninguna escuela de música. Las canciones le surgían al momento, sobre cualquier cosa. En el diario Juventud Rebelde detallan la historia detrás de algunas de estas:

Tres palabras surge cuando la cantante mexicana Chela Campos solicita al cubano un tema compuesto especialmente para ella. Ante la negativa de Farrés y el conocimiento que tenía la cantante de la facilidad del compositor en ese género le dice: “Vamos, Maestro, si con tres palabras se hace una canción”. Al mencionar estas últimas, inmediatamente vino la musa inspiradora a la mente del genio y surgió: “Con tres palabras/ Te diré todas mis cosas/ Cosas del corazón/ Que son preciosas”.

Toda una vida fue un tema que tuvo como inspiración la distancia de su amada, treinta años menor, a quien enviaron lejos en un intento de terminar la relación. El compositor se las ingenió para enviar por la radio nacional estos versos a su amor, en la voz de Pedro Vargas, el Tenor de las Américas: “Toda una vida me estaría contigo/ no me importa en qué forma/ ni donde ni cómo/ pero junto a ti”.

El éxito del compositor cubano Osvaldo Farrés es innegable.

  • Compuso más de 300 canciones;
  • Sus temas han sido traducidos y cantados en más de veinte idiomas;
  • Durante 13 años se mantuvo al frente del programa, primero radial y luego televisivo, el Bar Melódico por donde pasaron reconocidos artistas nacionales y extranjeros (fue el iniciador, en la década del cuarenta del pasado siglo, de este formato de entrevistas que luego fue copiado en otros países);
  • En las pantallas, sus éxitos han sido interpretados por Cantinflas en el cine mexicano, Esther William en Hollywood, Charles Aznavour en Francia, Elio Pinza en Italia y hasta en animados de Walt Disney;
  • Fue el único compositor cubano que instaló una editora en Nueva York, la Osvaldo Farrés Music Corporation, y atendía la representación de artistas dentro y fuera de ese país.

Sus canciones tenían y tienen, nos atrevemos a decir, una mística. Solo basta escucharlas una vez y ya el público las puede hacer suyas. La clave: la sencillez, la manera de contar historias comunes con las que todos nos podemos sentir representados. Osvaldo Farrés le cantó al amor, al desamor, a las relaciones imposibles.

El autor de En el mar (la vida es más sabrosa) incursionó en infinidad de géneros: guarachas, rumbas, boleros, zarzuelas…

Antes de probar suerte en la composición musical, un oficio que parecía estar reservado para él, aceptó trabajos a corto plazo como escaparatista, montador de muelles en una colchonería, pintor paisajista, mensajero en bicicleta o empleado de banca. Su nombre estuvo ligado también, durante varios años, a compañías de publicidad. Bocetaba, realizaba dibujos y diseños gráficos, redactaba eslóganes y anuncios comerciales para productos como la cerveza Polar y el jabón La Llave. Ahí comenzó todo. Lo cuenta Ciro Bianchi:

«En 1937 preparaba con cinco muchachas, en un estudio de CMQ Radio, una promoción de la cerveza Polar cuando un locutor comentó: «Ahí está Farrés con sus cinco hijas…». En el acto, Farrés se comprometió a escribir una guaracha con ese título. Al cabo, no serían cinco hijas, sino cinco hijos: Pedro, Pablo, Chucho, Jacinto y José, que no tardarían en ser conocidos en toda Cuba luego de que Miguelito Valdés montara la pieza con la orquesta Casino de la Playa».

Los primeros pasos en la composición estuvieron ligados a esta rama. Farrés tenía increíbles versos y rimas en su mente, los memorizaba y ahí quedaban. Como no tocaba ningún instrumento y carecía de formación musical, luego de componer letra y melodía, pedía ayuda a alguien con conocimientos musicales.

Esto hizo que luego algunos cuestionasen la autoría de algunos de sus temas. A Osvaldo Farrés se le ha criticado mucho y se lo ha ensalzado otro tanto. Más allá de decisiones y posturas, siempre quedará su legado. Logró poner la música cubana en un lugar prestigioso y hoy le debemos mucho, todos, a aquella que fuera su maestra de tercer grado en un pueblito de Villa Clara cuando le dijo: «tú no naciste para el campo” y lo animó a conocer el mundo.

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