I
Hace unos meses, Michel Báez (Quivicán, 1996) ofreció al San Diego Union-Tribune una comprensión demasiado escrupulosa sobre la seducción. Un periodista le comentó que los bateadores rivales solo habían podido hacer contacto con el 32.9 por ciento de sus lanzamientos (por debajo de la media de la liga). Báez, entonces, disertó brevemente sobre cómo ilusionar a un bateador con un changeup: “parece que va a ir hacia la zona de strike, pero rompe y cae hacia abajo. Funciona porque muevo el brazo a la misma velocidad y con la misma intensidad que utilizo para soltar mi bola rápida. Por un largo tiempo, parece que caerá en la zona”.
ESPN publicó en febrero que los contrarios, ante el cambio de velocidad, le conectaron para .205/.234/.295 en 2019. Báez les dijo que eso funcionaba bien durante dos innings, pero en cinco o seis los bateadores hacen ajustes. Ese año, salió en 23 ocasiones como relevista con los Padres de San Diego. Con el cambio y la recta le sobraban recursos para ejecutar ese rol. Abrió un solo partido. El último juego de la temporada. Lanzó la primera y la segunda entrada. A los dos primeros bateadores los eliminó con el changeup en la zona baja después de dos rectas a 96 mph. Es lo que tiene el changeup de Báez: seduce a partir de los gestos que ocurren entre una recta y la siguiente.
II
Converso con Michel a través de Instagram. No le hablo del cambio, pero me dice que ha mejorado el slider. Ahora rompe más. Con recta, cambio y slider puede seguir imponiéndose, “aunque nunca estaría de más incluir otro pitcheo, porque sería otra cosa en la que tendría que pensar el bateador”, añade. Báez ha llegado hasta donde está ahora, precisamente, debido a esa noción futurista de la inconformidad.
Pese a ello, en algún momento pensó en dejar el béisbol. Fue a comienzos de la adolescencia. “Recuerdo que después de las provinciales me llamaban a las preselecciones para hacer el equipo de la antigua Habana y, aunque mis resultados habían sido buenos y tenía excelentes números, en el último corte me eliminaban. Nunca me dieron una razón de peso. En esas categorías se veía mucho que llevaban al hijo de papá antes que a otros con talento.
“Afecta mucho al pelotero, y más cuando eres niño. Si tú estás haciendo el trabajo bien y ves que no llegas a ningún lado, se te quitan las ganas de seguir jugando porque para qué vas a seguir haciéndolo”.
En una de esos concentrados dio un no hit no run.
El padre lo convenció para que continuase practicando. Luego entró en la EIDE y finalmente integró el elenco de su provincia natal.
III
Báez comenzó a abrir y relevar partidos. Báez abría en el primero de un doble juego y relevaba en el segundo. O viceversa. O relevaba el sábado e iniciaba el domingo. “Casi siempre pitcheaba dos veces. Hubo un día que gané dos partidos: uno de relevo y otro como abridor. Mi velocidad comenzó a subir de dos a cuatro millas por horas cada año”.
“No debe ser normal que alguien lance tan seguido. Como veían que ganaba, me ponían. Yo era un niño, no analizaba esas cosas, y me sentía bien porque estaba haciendo mi trabajo. No me importaba si era dos veces en un día, yo iba a estar contento de cualquier manera”.
En la etapa juvenil volvió a tirar otro no hit no run y formó parte del primer equipo de Mayabeque que obtuvo una medalla en el béisbol. Terminaron segundos en un Nacional que tuvo por sede a Santiago de Cuba.
IV
“En mi último año como juvenil se hizo una preselección nacional de cuarenta jugadores para asistir a un tope contra Canadá en Matanzas. Luego redujeron la lista y me dejaron fuera. A dos de los que habían seleccionado de mi provincia los llamó el servicio militar y el comisionado me dijo que fuera para donde estaba el equipo, porque yo iba a ir en sustitución de uno de ellos. Salí para allá y, al llegar, el director del Cuba me preguntó qué hacía ahí, si yo no estaba en el listado.
“Le dije que, al menos, me dejara dormir allí en Matanzas para poder salir en la mañana hacia mi casa. Al otro día, en lugar de marcharme, me monté en la guagua con ellos para ir a entrenar. Juan Suárez, uno de los técnicos, al verme dijo que, ya que estaba ahí, entonces mejor me dejaban. Luego en el tope me dieron la oportunidad: gané dos y salvé uno. Me quedé en el equipo que fue luego a los Panamericanos en México”.
Cumplió el sueño de representar al país y coincidió con varios que hoy están contratados por varias organizaciones de Grandes Ligas como Ronald Bolaños, Jorge Oña, Yusniel Díaz, Víctor Víctor, Luis Robert, Omar Estévez, Cionel Pérez, Johan Oviedo y Julio Pablo Martínez. Debutó contra los locales. Nunca había lanzado ante tanto público. “Había mucha presión. Entré como relevo y la defensa no me jugó bien ese día. Después salí contra Argentina, que era un equipo muy débil. Di cuatro ponches en ese partido. Llegamos a la final contra EEUU y me pusieron a calentar para relevar al abridor. Ese choque lo suspendieron en el tercer inning. Venía un ciclón y ya se sentían los vientos. Les dieron el oro a los dos equipos”.
V
Debutó en la 54 Serie Nacional (2014-2015). Descubrió que los bateadores tenían más paciencia en el home plate. Hacían menos swings, seleccionaban mejor. “Me veía inferior”.
En la primera fase, con Mayabeque, tuvo 13 salidas, todas como relevista. Permitió 15 limpias, ganó un juego, perdió otro, le dieron 26 hits en 94 turnos (.277 de average), ponchó a 14 y dio 16 boletos. No compiló buenos números, pero Alfonso Urquiola lo pidió como refuerzo para la segunda ronda del campeonato.
“Me sorprendió muchísimo la llamada de Pinar porque verdaderamente no lo hice bien ese año. Pensé que la temporada había acabado para mí. No sé por cuál razón me llamaron. Quizás vieron mi velocidad, no sé”.
Con los vueltabajeros tuvo poca actuación: 2.2 entradas, con cuatro hits, dos limpias y tres ponches. Esa sería también su última temporada en el país.
VI
“Decidí salir de Cuba por las mentiras que me dijeron quienes iban a sacarme. Solo pensaba en eso. Que si tal equipo tiene tanto dinero para mí, que si estamos esperando que vengas. Todo eso fue un bulto de mentiras para que tomara la decisión de irme. Yo lo veía como algo seguro, pero en realidad no era así. Cuando te vas, tienes que pasar mil cosas que nadie se imagina si quieres firmar con un equipo.
“Desde que llegué a Ecuador vi que se demoraban en resolverme el trámite para viajar hacia Dominicana. La atención fue buena, pero empecé a dudar porque se dilataba la situación. Hablaba con la gente y me decían que no era tan fácil, que primero había que presentarse ante los equipos para ver cuáles mostraban interés. Ahí fue cuando me di cuenta de esas cosas, pero ya estaba afuera y tenía que seguir.
“Cuando llegué a Dominicana vieron que mi físico no era el indicado. Estaba demasiado delgado. Nunca tuve un cuerpo atlético. Nadie me quería representar. Nadie quería invertir el dinero en mí debido a esas condiciones físicas. Pasé un tiempo esperando a ver si aparecía alguien y gracias a Dios una persona se interesó e invirtió. Poco a poco fui entrenando, tomando proteínas, gané en masa muscular y la velocidad subió muchísimo. A partir de ahí comenzó a mejorar la situación.
“Fueron momentos difíciles. Estaba lejos de mi familia y sin nada. Nada bueno te pasa por la cabeza. Pensaba que, si no llegaba a tener representante, tendría que regresar”.
Báez pasó varios meses entrenando antes de presentarse a los scouts. Dice que eso le favoreció. “A veces, algunos llegan y quieren firmar rápido, pero creo que es mejor mantenerse durante un tiempo preparándose bien”. Su primera presentación fue en un showcase donde las organizaciones iban a ver a José Miguel Fernández. Él solo lanzaría. “Tiré cinco innings ese día. No permití carreras. Estaba de 96 a 99 millas por hora”.
Luego, los Dodgers y los Tigres comenzaron a interesarse, pero Michel no era todavía agente libre. Ambos estaban dispuestos a ofrecerle una buena suma, pero no podían firmar después del 2 de julio porque la MLB los había multado. Aparecieron entonces los Padres y los Astros. Mostró su talento ante ambas organizaciones.
“Poco tiempo después, la persona que me representaba me llamó para ir a una comida. Los Padres tenían tres millones para mí y querían ver qué yo decía. Les dije que sí, que no quería esperar más tiempo. Quería comenzar mi carrera lo más pronto posible”. En diciembre de 2016 estampó su firma en un documento que lo vinculaba a la entidad con sede en el oeste de Estados Unidos.
VII
Estuvo entrenando durante un mes en Dominicana con su nuevo equipo. Luego lo enviaron al campamento de ligas menores en Arizona. “En el primer año tuve una lesión en la espalda y me perdí la primera mitad”. Pese a ello, en ese 2017, entre el nivel Rookie y Clase A, lanzó 63.2 innings, ponchó a 89, ganó siete y perdió dos. Dejó la efectividad en 2.54. Lo utilizaron siempre como abridor. Al finalizar esa temporada lo seleccionaron como el prospecto No. 3 de San Diego. Fue nombrado también entre los 40 más prometedores de las Grandes Ligas.
“No pienso que fue difícil adaptarme al juego, sino al sistema, a las restricciones, los horarios, todo tiene que ser justo. Cuando hablo de restricciones me refiero al régimen, al hecho de que todo tiene que ser a la hora exacta: dormir temprano, cumplir con horas de descanso, cosas así.
“Solo salía a hacer mi trabajo, me sentía confiado. No digo que fue fácil, pero gracias a mi confianza pude avanzar. En un año en Clase A avanzada jugué bastante y me subieron a AA y ahí la situación se puso dura. Los bateadores tenían otro nivel”.
Su arribo AA ocurrió en los últimos meses de la temporada de 2018. Solo tuvo cuatro salidas, pero al inicio de la campaña, en A+, había fijado números excelentes (92 K en 86.2 INN; 2.91 de PCL).
“Sabía que tenía que prepararme mejor si quería establecerme en AA y seguir avanzando. Tuve una temporada muerta súper buena y trabajé durísimo. En 2019, entonces, empecé en AA después de otra lesión y sí tuve una excelente campaña. Ese también fue el año en que me dieron la noticia de que subiría al equipo de MLB”.
“Nunca he pisado un terreno de AAA. Cuando me llamaron a la oficina, pensé que era para decirme que me subirían a ese nivel, pero nunca fue así: me dijeron que sería parte del roster del equipo principal. Solo pude pensar en mis familiares, en lo contentos que se iban a poner cuando se los dijera”.
Tendría rol de relevista. No sabía cuándo lanzaría por primera vez. El 23 de julio de 2019, en el partido entre Padres y Mets, llamaron al bullpen y mencionaron su nombre. Comenzó a calentar. Robinson Canó le conectó jonrón a Chris Paddack con Pete Alonso en primera. Luego Wilson Ramos bateó hit. Era el turno de Báez.
Su primer lanzamiento en Grandes Ligas fue una recta a 97 mph en la zona alta, pegada al bateador derecho Dominic Smith. Luego lo dominó en fly al torpedero. “Ese día salí durísimo. Estaba tirando fuego para home, quizás por la emoción”. Lanzó tres envíos a 98 millas por hora en su debut.
Subió al box en otras 24 ocasiones, permitió 10 limpias en 29.2 entradas, ponchó a 28, ganó un juego y perdió otro.
Cuando la situación provocada por el coronavirus en Estados Unidos se agravó, pensó que suspenderían la temporada de 2020. “Quizás por eso no me preparé tan bien y entonces ahora no empecé en el equipo de Grandes Ligas. Estoy entrenando en una especie de reserva que ellos tienen, esperando el momento en que me den la oportunidad para comerme eso allá arriba”.
VIII
Reviso par de videos sobre Michel Báez en YouTube y estudio algunas de sus rectas y cambios. De acuerdo con Fangraphs, en 2019, la tercera parte de los lanzamientos que envió hacia el home fueron cambios. Más de la mitad fueron rectas. El cambio, en medio de esa circunstancia, pudiera parecer una variación exquisita de la bola rápida. Báez, a diferencia de muchos, no ha hablado del cambio en términos de velocidad, sino de instantes: “por un largo tiempo, parece que caerá en la zona”. Moraleja: asume como menos importante la velocidad a la que pueda llegar a la mascota del cátcher. Le importa más cuánto perdura antes de romper. Es en esta última idea donde culmina la seducción.
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