El apellido Hernández es tan popular, que su uso, en un intento por identificar certeramente a alguna persona, puede causar más problemas que aportar soluciones, pero si mencionamos los nombres Eisler Liván (Villa Clara, 1975) y Orlando (La Habana, 1965), el Hernández gana significado, sobre todo para los fans del béisbol, quienes reconocen en esta dupla de lanzadores —y hermanos de madres distintas— a sendas estrellas cubanas que demostraron su talento en casa y también en las Ligas Mayores estadounidenses.
Mirando entre la bibliografía que tenemos a mano, encontramos que este par de talentosos serpentineros diestros fueron protagonistas de un hecho insólito en la historia de nuestra pelota nacional. El hito sucedió durante la 21ra. Serie Selectiva, en el estadio Capitán San Luis de Pinar del Río, exactamente el día 4 de abril de 1995. En esa jornada, cada hermano defendió como abridor los colores de un equipo distinto: Liván vistió la camiseta de Occidentales, mientras que El Duque representó al Habana.
El resultado definitivo de aquel duelo fue de una victoria de cinco carreras por dos, a la cuenta del más pequeño de los Hernández. Según cuenta Osvaldo Rojas Garay en su texto Casos y cosas de la pelota, todo se definió en favor de los del oeste en la segunda entrada, cuando una pifia de Antonio Scull sobre un roletazo fue seguida por sencillo de Orlis Luis Díaz, y luego vino un jonrón del receptor matancero Juan Manrique, gracias al cual fabricaron las tres anotaciones que les dieron ventaja sobre la novena capitalina.
Curiosamente, aquel torneo fue el último que Liván disputó en la Isla, pues justo después de su conclusión se marchó a Estados Unidos. Terminó su paso por la Serie Nacional con 27 victorias y 16 derrotas, para un promedio ganador de .628. Le anotaron 4.57 carreras limpias por cada nueve entradas trabajadas, participó en 49 encuentros y completó la hoy descomunal cifra de ¡30 partidos!
Un año después de su partida, debutó en Grandes Ligas con los Marlins de Florida (actuales Marlins de Miami), club con el que lograría en 1997 el mayor éxito de su carrera, pues además de ganar la Serie Mundial —en siete partidos frente a los Indios de Cleveland—, fue elegido como el MVP de esa final.
El más pequeño de los Hernández tendría después una larga y productiva carrera en el mejor béisbol del mundo, en donde además de los Marlins (1996-1999), jugó para los San Francisco Giants (1999-2002), Montreal Expos (2003-2004), Washington Nationals (2005-2006), Arizona Diamondbacks (2006-2007), Minnesota Twins (2008), New York Mets (2009), de nuevo los Nats (2009-2011) y finalmente cerró su carrera en 2012 entre Atlanta Braves y Milwaukee Brewers.
Otros momentos importantes de su recorrido fueron el hecho de haber sido elegido para el All-Star Game en 2005 y 2006, y la obtención del premio Silver Slugger de la Liga Nacional en 2004, otorgado al lanzador con mayor capacidad ofensiva en todo el viejo circuito.
En la Gran Carpa, Eisler Liván sumó récord de 178-177 (participó en 515 juegos, 474 de ellos como abridor), promedio de 4.44 en 3189.1 innings trabajados, 1976 ponches y un WHIP de 1.44.
Por su parte, Orlando siguió en Cuba un par de años más después de la partida de su hermano, hasta que eventualmente decidió seguir su mismo camino. Al partir, dejó para la posteridad el mejor récord de ganados y perdidos en la historia de la pelota post-59: un .728 resultado de 126 sonrisas y solo 47 fracasos, marca que a día de hoy sigue intacta. Además, tuvo un PCL de 3.05 —en la era del aluminio—, completó 75 juegos durante 1514 innings y un tercio.
Luego de una estancia en Costa Rica, en 1998 “el Duque” se mudó a la nación norteamericana y firmó con los New York Yankees. Con esa franela, se convirtió rápidamente en una de las figuras fundamentales del equipo que dominó las Series Mundiales de 1998, 1999 y 2000, y en la segunda de ellas fue seleccionado como el Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Americana.
Siempre con el 26 en su uniforme, el elegante diestro se mantuvo con los del Bronx hasta la temporada de 2004, y en 2005 fue traspasado a los Chicago White Sox, conjunto donde compartió con el pinareño José Ariel Contreras y logró obtener su cuarto anillo de campeón.
Ya como veterano de las Mayores, en 2006 estuvo a punto de juntarse con su hermano en Arizona, aunque el destino les negó la posibilidad de volver a hacer historia. Resulta que El Duque jugó la primera parte de la temporada con los D-backs, pero en la segunda etapa del curso, justo cuando cuando Liván llegaba procedente de Washington, él fue transferido a los Mets, institución en la que colgó los spikes en 2007.
Al hacer un resumen de su paso por la élite del diamante, de Orlando hay que destacar sus 90 triunfos con 65 descalabros en 219 intervenciones y 211 aperturas, además de sus 1086 “cafecitos” repartidos en 1314.1 entradas, durante las cuales tuvo un WHIP de 1.263.
Aunque antes de ellos hubo otros peloteros que llevaron su mismo apellido, pocas veces el Hernández sonó tan alto y claro en el diamante beisbolero, como cuando Liván y Orlando, hermanos nacidos en Cuba, estuvieron en activo.
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