Lázaro Borrell no necesita presentación alguna. Por lo menos en Cuba, quien diga conocer de baloncesto debe saber sobre el villaclareño que estuvo en la selección nacional desde 1988 hasta 1999, cuando decidió abandonar el conjunto cubano en una lid en Puerto Rico, junto a Héctor Pino, Roberto Carlos Herrera y Ángel Oscar Caballero. Además, el antillano de 47 años, después del habanero Andrés Guibert, se convirtió en el segundo jugador nacido en la Isla con minutos en las duelas de la NBA.
El villaclareño estuvo con Seattle Supersonics en la temporada 1999-2000 y en 17 partidos anotó 62 puntos, aportó 40 rebotes y 10 asistencias, además de seis robos y tres tapones. Tras esa breve incursión en el mejor básquet del mundo, militó en ligas de Puerto Rico, España, Chile, República Dominicana, Venezuela, Uruguay y Argentina. El otrora ala-pívot, de 2.03 metros, intercambió con Cubalite acerca de algunos episodios de su carrera deportiva y su vida personal.
Satisfacciones e insatisfacciones con el Cuba
Yo creo que entre las satisfacciones más grandes en mi carrera deportiva con el equipo Cuba están la clasificación al Mundial de Toronto 1994 y los tres Centrobásquet seguidos que ganamos: República Dominicana 1995, Honduras 1997 y el broche dorado en La Habana 1999. De manera negativa te mencionaría los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo 1998, a donde llegamos como uno de los conjuntos favoritos al título y terminamos en la quinta posición.
El tiro del pesar
En la única final que jugamos contra Capitalinos y con buenas posibilidades de ganarla, me ocurrió algo triste. A falta de pocos segundos para el cierre del partido, fallé un tiro libre que nos llevó a tiempo suplementario. En el tiempo extra Capitalinos se creció y nos venció. Para mí fue muy frustrante, estuve una semana sin salir de mi casa y hoy, después de más de 20 años, hay gente que todavía me dice “tú eres Lázaro Borrell, ah sí, tú fallaste aquel tiro libre”. Imagínate, con eso sigo yo por siempre.
Club Obras Sanitarias, parte 1
En 1997 llegamos a Buenos Aires Ángel Oscar Caballero y yo, mediante un convenio con Cubadeportes, para jugar con el club Obras Sanitarias. Fue una experiencia muy buena, era la primera vez que me probaba en una liga profesional y me sirvió para empezar a disfrutar y observar el juego de una manera diferente.
En Puerto Rico, la estampida
En 1999, durante el Preolímpico de Puerto Rico, tomé la decisión de abandonar la selección cubana, más que nada con la intención de darle un giro a mi carrera o lo que me quedaba de carrera, como jugador profesional. Mi ilusión era poder jugar en España o Italia, demostrarme que podía estar un paso más adelante. No veía, si seguía en Cuba, que esa posibilidad se me pudiera dar.
NBA
Mi experiencia en la NBA, a pesar de ser muy corta, me dio la oportunidad de estar en el mejor baloncesto del mundo. Tener como compañeros a grandes jugadores fue todo un privilegio. Igualmente aprendí mucho la forma de entrenar y de jugar para cada día ser mejor. Creo que la NBA es lo más cerca que he estado de la perfección.
Club Obras Sanitarias, parte 2
Después de mi paso por la NBA vino el nacimiento de mi hijo y me tomé un minidescanso. Luego regresé a Argentina con Obras Sanitarias y gracias a la experiencia adquirida en la NBA mi desempeño fue eficiente y contribuí a un mejor juego colectivo y a que los jugadores más jóvenes me vieran como una inspiración.
Retiro
Ya en los últimos años de mi carrera las lesiones en las rodillas me estaban afectando mucho. De hecho, en el 2009 me tuve que operar la rodilla derecha y me costó bastante recuperarme. También la nostalgia de estar mucho tiempo separado de mi hijo me hizo reflexionar y poner la parte familiar por delante de todo.
Grandes pérdidas desde la distancia
Eso es un dolor tan grande que no tiene explicación. Yo en ese momento no sabía qué hacer. Quería encontrar un camino y salir corriendo para llegar a mi casa y poder estar al lado de mamá, que fue la primera que perdí. Te haces la misma pregunta una y otra vez: ‘¿qué hice para merecer esto?’ El único consuelo que te queda es llorar y llorar y hoy, 18 años después, la sigo llorando como el primer día. Ese dolor de perder a tus padres no se cura nunca.
Borrell, ¿el número uno?
Mira, los criterios a veces son muy variados. Para mí es un orgullo tremendo que me tengan a ese nivel de comparación. Yo tuve la suerte de tener como compañeros a muy buenos jugadores que me ayudaron a ser mejor cada día dentro de una cancha. Eso sí, para mí el mejor que yo vi jugar se llama Leonardo “Maravilla” Pérez.
Leonor Borrell
Mi hermana significó y significa mucho para mí, siempre fue mi ejemplo a seguir. Siempre quise ser tan bueno como ella, pero me quedé muy corto (sonríe). Estoy muy contento con su carrera, con todo lo que logró, pues en una época fue considerada entre las mejores del mundo. Eso sí me llena de orgullo.
Laz Jr.
La verdad que es mi mayor alegría, mi mayor orgullo. Mi hijo, Lázaro Hiraldo Borrell (mide 6 pies 5 pulgadas y juega de delantero), quiso seguir mis pasos en el deporte. Yo quería que fuera pelotero, pero se inclinó por el baloncesto. Ya está en la universidad, todavía le falta mucho por aprender. Con 18 años, tiene un estilo parecido al mío y ahora mismo estamos trabajando mucho todos los días en aras de su segundo año en la universidad. Creo que tiene un largo camino por delante, pero con sacrificio y mucho trabajo los sueños se pueden cumplir. El mío es que llegue y pueda triunfar en la NBA.
Post-retiro
¿Qué no ha hecho Lázaro Borrell para subsistir? Pero lo más importante y a lo que me he dedicado en esta última década es a preparar a mi hijo para que sea una persona de bien y pueda cumplir el sueño que su padre no logró: tener una carrera en la NBA.
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