Quizás muchos recuerden a la actriz Lavinia Castro, quien se mantuvo durante más de dos décadas en los medios de comunicación cubanos hasta que un buen día dejamos de verla. En su caso, como ha sido el de muchos de sus colegas, una vez fuera de los focos en su país natal, poco más se supo sobre ella.
Comenzó en la actuación desde que era una niña, cuando apareció en programas infantiles en la TV como Amigo y sus amiguitos, Tía Tata cuenta cuentos. Escenario escolar y Había una vez. También incursionó en el teatro durante su infancia y adolescencia (por aquella época se le vio en El premio flaco, del dramaturgo Héctor Quintero, donde compartió escena con Paula Alí).
«Mi vida fue más el teatro, la televisión y la actuación que las muñecas», confesó sobre aquella etapa en una entrevista con el carismático comunicador Abel Álvarez en 2020 y agregó que debido a ello, su abuela, al percibir esa vocación suya, decidió apoyarla en sus propósitos y le ayudó a abrir muchas puertas.
A pesar de estar respaldada por una importante trayectoria en los medios de comunicación, cuando le tocó el turno de hacer las pruebas para entrar a la Escuela Nacional de Arte (ENA), no llegó entre las opciones la especialidad de actuación. Tiempo después se presentó a los exámenes de aptitud para ingresar al Instituto Superior de Arte (ISA) y no resultó aprobada.
Para ella esto último fue un duro golpe, pues, según dijo en la citada conversación, solo se visualizaba como actriz y no deseaba estudiar ninguna otra carrera. Luego, a través de su madre, supo que en la Escuela de Instructores de Arte iban a comenzar cursos de dos años para graduar instructores de teatro; los mejores estudiantes tendrían derecho a someterse a las pruebas para acceder al ISA. No dejó pasar esa oportunidad.
Al finalizar su primer año en esa nueva institución formativa, contó que publicaron una resolución que reflejaba que los graduados como instructores no podrían estudiar luego en el ISA porque «al país le hacían falta instructores de arte». Los alumnos estaban utilizando aquella escuela, por lo general, «como un puente para pasar al nivel superior», expresó Castro en el diálogo con Álvarez. Lavinia decidió entonces no finalizar sus estudios allí.
Pese a ello, tiempo después volvió a la TV con la serie juvenil Del lado del corazón, escrita por Alberto Serret y Chely Lima, donde compartió elenco con Thais Valdés, Antonio Arroyo, Tony Cortés, Alexis Valdés, Felito Lahera, Juan Falcón, entre otros.
Igualmente intervino en espacios como Teatro ICR, en las aventuras El cautivo del rey y El elegido del tiempo, además de Su propia guerra, Día y noche, Médico de guardia, La séptima familia, Las honradas, entre otros conocidos dramatizados. En cine la vimos en Caravana, La vida en rosa, Sueño tropical y El viajero inmóvil, uno de sus últimos trabajos en Cuba.
En el 2009 se marchó hacia Estados Unidos y desde ese entonces reside en el país norteño. En dicho territorio actuó en las telenovelas Pecadora, ¿Dónde está Elisa? y otros seriales como Perro amor, Más sabe el diablo y Leyendas del exilio.
En una publicación que apareció el pasado año en las redes sociales de Cubaactores, Lavinia confesó que siente fascinación por la astrología y que confecciona bisutería, algo que hacía en su país natal, donde llegó a tener «carnet de artesana» y creaba collares, aretes y pulsos. Si no hubiera sido actriz habría sido ceramista, declaró y contó que durante un tiempo se dedicó a ello en Cuba y logró vender varias piezas.
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